miércoles, 21 de febrero de 2018

¿Cuestan los derechos?

Esta semana estuve platicando con un científico cubano y me comentó una serie de hechos que yo también había observado sobre la valoración de lo que no cuesta. Me comentaba que para él había sido muy importante informar a los estudiantes y colegas de la Universidad de la Habana los montos de dinero asociados a la formación de los estudiantes y a los proyectos de investigación. Esta información permitía hacer conciencia sobre la necesidad de rendirle cuentas a quien aporta el dinero para estos hecho. En todas las sociedades las personas son las que aportan dinero para sostener los derechos.
Aquí es muy importante hacer mención que ambos coincidíamos en que la educación superior es un derecho de las personas y, por lo tanto, debemos buscar que se oferte a todas ellas.
Considero que muchos de nosotros podemos estar de acuerdo que existen derechos para todas las personas como la educación, la libertad, la vida, etc. y, al mismo tiempo, otorgamos la obligación de garantizarlos y satisfacerlos a los gobiernos. De hecho estos derechos de las personas se establecen, por lo regular, en las constituciones de los países o en el ámbito internacional en Declaración Universal de Derechos Humanos. Sin embargo, esta situación invita a pensar que no cuesta las acciones que conlleven a garantizarlos y satisfacerlos. De aquí señalabamos, en esa conversación, la necesidad de hacerlos patentes.
Para comentar concretamente, déjenme transcribir específicamente el artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.”
Es más el artículo anterior aborda una problemática que puede ser más conflictiva, el artículo 25 dice: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.”
Estoy totalmente de acuerdo en que estos son derechos mínimos que deben tener las personas; pero claramente los costos deben ser contemplados. Cuando hablo de costos implico: el pago del salario de las personas que enseñan en las escuelas, las que limpian, las que administran, la construcción de las mismas escuelas, los materiales didácticos, los gises, los plumones, los libros en la biblioteca, los videos, los programas de cómputo, etc. Ya no digamos a lo que se refiere el artículo 25. En particular, cuando se dice que la educación debe ser gratuita, se quiere indicar que la educación debe ser provista por el contrato o pacto social que hemos tácitamente aceptado como sociedad y, por lo tanto, el gobierno debería proveernos de una educación de calidad.
De la argumentación anterior, parece concluirse que los derechos fundamentales son un bien común y que para disfrutarlos necesitamos distribuir su costo entre todas las personas. Con estas ideas en la mente, me gustaría comentar sobre quién o quiénes deben pagar para garantizar los derechos de las personas. Para ello quiero recordar la tragedia de los comunes de Garret Hardin quién establece que hay un problema para mantener los recursos en el momento en que no se contempla el pago del uso de lo comunitario. Con este planteamiento del problema deseo ilustrar que los beneficios de lo común se pueden ver disminuidos drásticamente dado que su garantía se pudiera ver comprometida ante la falta de pago que permita su continuidad. Para resolver este problema Donella Meadows (en Thinking in Systems) propone que establezcamos reglas clara para el pago pleno del usufructo de lo común. Hoy no tenemos esas reglas claras o son francamente inequitativas.
El costo o pago de la educación es incluido normalmente en ese pacto social tácitamente establecido al vivir en sociedad, donde se deben incluir reglas claras sobre el pago de lo común. Cuando somos muy conscientes, consideramos que con el pago de impuestos contribuimos suficientemente para que este tipo de servicios se otorguen y con alta calidad. Sin embargo, como no cuantificamos bien los costos, no podemos determinar con exactitud si el pago de impuestos es suficiente. Al menos para mi, no es claro que con los impuestos que pagamos sea suficiente para poder satisfacer la demanda de nuestros derechos como individuos y sociedad. Recordemos que en México, los empleos retribuidos con salario mínimo se han incrementado en cambio los empleos asociados a salarios entre cuatro y cinco salarios han disminuido. Esto implica que el pago de impuestos es menor ahora que antes.
El hecho real es que parece ser que nuestras contribuciones no son suficientes, esta frase se sustenta en el hecho que hoy nos quejamos de la calidad de la educación y muchos pensamos en resolverla contratando de manera particular este servicio. Ante esta situación algunos luchamos por tener una educación pública de calidad, pero para ello se requiere presupuesto.
Continuamente mencionamos que el gobierno debe destinar mayor presupuesto a la educación, a la investigación y a una infinidad de rubros más; pero ¿cuánto cuesta?, ¿es suficiente con lo que contribuimos? Seguro en estos momentos un pensamiento defensivo surge en la mente de muchos lectores “la corrupción” como un “pero” en este análisis. Por supuesto que comparto esta suspicacia; sin embargo, para avanzar en la idea que deseo compartir, por un momento asumamos que resolvemos el problema de la corrupción. De ser así, es probable que podamos enunciar otro “pero” y coincidir en que la tasa de impuestos es alta en México, esto pudiera ser cierto; pero no es un problema de si la tasa es alta. Aquí la pregunta concreta es ¿el gobierno tiene el suficiente recurso para garantizar y satisfacer los derechos de las personas que habitan en nuestro país? Desde mi punto de vista no es la última pregunta, sino que hay otra pregunta todavía que puede ir al fondo del problema: ¿las personas reciben lo suficiente como producto de su trabajo para satisfacer sus necesidades? Así, finalmente la pregunta es: ¿Las personas en México reciben los suficiente para satisfacer sus necesidades y derechos? Por supuesto, que hay una fracción muy pequeña de la población que recibe una retribución cuantiosa y que tiene la posibilidad de vivir con muchísimos privilegios, es decir, garantizar no solo sus necesidades y derechos fundamentales, sino que reciben más beneficios que el 99% de la población. Desgraciadamente, una porción mayor al 50% en nuestro país vive bajo la línea de pobreza. Esto último quiere decir que la mayoría de la población no recibe los suficiente por su trabajo para poder satisfacer sus necesidades elementales y, por consiguiente, tampoco pueden contribuir a pagar el costo total para garantizar y satisfacer los derechos de toda la población, incluso los suyos.
De entrada en la situación actual, el pago de los derechos comunes no puede ser distribuido con una simple división del costo total entre la población total, ya que no todos podrían contribuir para pagar los derechos y subsistir. Para ello, primeramente necesitamos que la retribución por su trabajo alcance para cubrir sus necesidades primarias y después contribuir para el pago de esos derechos universales. Entonces, es necesario conseguir que toda la población cuente con la suficiente retribución para cubrir sus necesidades y derechos. Es decir, parece ser imperioso un aumento de salarios para que las personas reciban por su trabajo lo necesario para satisfacer sus necesidades y puedan contribuir plenamente para el pago de su derechos fundamentales. Siguiendo esta línea de pensamiento podemos decir que: el propugnar porque todas las personas reciban lo suficiente para satisfacer sus necesidades primarias y puedan contribuir para que todos recibamos a cambio los derechos universales no es una premisa altruista.
Si estamos de acuerdo con estos razonamiento, cómo podemos tener actitudes que impliquen el regateo cuando compramos algún producto o servicio a otro, cómo justificar la negociación voraz en un pacto mercantil. Quizá deberíamos aprender a valorar nuestra contribución a la sociedad y exigir la retribución justa para que los otros también puedan contribuir y la demanda sobre nosotros del pago de lo común disminuya. Parece ser que estas ideas están detrás del llamado comercio justo. En mi opinión, la voracidad y el querer ganar en demasía en una negociación puede conducir a solicitar una contribución mayor para el voraz y en el largo plazo esta persona voraz necesite pagar más para cubrir sus necesidades de seguridad, por ejemplo. Esto se basa en el hecho de que si una persona, o empresa, recibe un desproporcionado beneficio, se le exigirá una mayor contribución para el pago de las necesidades y derechos fundamentales de los otros, a quienes “ganó” en la negociación del salario o del “negocio”.
Aquí hay un problema interesante, cuando una persona recibe más que otra puede contribuir más al pago de los derechos comunes con los otros sin afectar mucho su beneficio individual; pero, con este pago adicional, incrementando el beneficio social. Esto último puede, a su vez, incrementar su beneficio individual con lo cual podría tener una ganancia individual, aunque haya contribuido en una mayor proporción. Este comportamiento que pudiera ser entendido como altruismo social, al contribuir en una forma mayor al resto de la población por los que más tienen, finalmente puede incrementar el beneficio individual de la persona que contribuye adicionalmente.
Con esta reflexión llamo la atención a reconocer y enseñar que todo cuesta, que lo justo es luchar por recibir un mejor salario con base en el esfuerzo para entregar productos o servicios de calidad para que todas las personas contribuyamos y gocemos de los derechos universales. Por supuesto, esto no es fácil; pero ahora sabemos lo que pasa cuando tomamos una actitud voraz, que implica que tendremos que contribuir más; mejor ser mesurados para conseguir un bienestar social.

Una primera versión resumida de este artículo fue publicada el día 21 de Febrero en el periódico La Unión de Morelos.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Los vehículos eléctricos una verdadera alternativa sustentable

Una pregunta recurrente en mis conversaciones es sobre el precio de la energía renovable o los autos eléctricos o híbridos. Reiteradamente tengo que comentar que las energías renovables ya son más baratas que la energía que proviene de los combustibles fósiles. Las subastas eléctricas en nuestro país han mostrado como el precio de la energía fotovoltaica o eólica es más barata que el gas natural. Es más, si la electricidad no estuviera subsidiada en nuestro país a todos nos convendría instalar sistemas fotovoltaicos y con ellos podríamos generar parte o toda la energía que usamos.
En cuanto a los automóviles, por supuesto que los autos eléctricos tienen muchísimas ventajas sobre los automóviles de gasolina o en general de combustión interna. Ya en varias ocasiones en esta columna he comentado que los autos eléctricos tienen ventajas que no son evidentes; pero que incrementan dramáticamente la calidad de vida de las personas alrededor de ellos. Por ejemplo, un auto eléctrico no emite gases contaminantes; si bien los gases pueden ser emitidos en el lugar donde se genera la electricidad, estos gases pueden ser capturados en ese lugar con mayor facilidad que en cada uno de los vehículos que andan en las calles. Otra ventaja, es el menor ruido de los autos eléctricos comparado con los de gasolina. El motor eléctrico es generalmente silencioso y como no hay explosiones en su interior el ruido es mucho menor. Además cuando el vehículo no se mueve el motor puede estar apagado; hecho que no sucede en la mayoría de los autos de gasolina, donde el motor está andando aunque el vehículo esté parado y calienta su entorno. Así podría repetir algunas otras ventajas; pero a continuación, me gustaría comentar sobre una alternativa que podemos explorar de transporte eléctrico en poblaciones pequeñas y de especial interés en nuestro país.
Hoy quiero llamar su atención al trabajo realizado por el recién ingeniero José Luis Perea Arenas en su tesis de ingeniería en energías renovables en el IER-UNAM [1]. El trabajo realizado lleva por título “Hacia un transporte sustentable en Pueblos Mágicos: integración fotovoltaica y mototaxi eléctrico” y en él se plantea un sencillo análisis de las características de los mototaxis en diferentes poblaciones, en particular en Xoxocotla, Morelos donde la solución de mototaxi es ampliamente utilizada. Con la determinación de las características de las motocicletas empleadas en ellos, se procede a analizar las opciones que hay de motocicletas eléctricas y el Ing. Perea encuentra que es posible satisfacer las necesidades con una motocicleta eléctrica. Lo más interesante es que los dos escenarios que analiza, uno donde las motocicletas se conectan directamente a la red eléctrica o un esquema con abastecimiento fotovoltaico, son económicamente más redituables en un lapso de tres años en comparación con las actuales motocicletas de gasolina. Además comenta que si analizara la propuesta con un mayor tiempo las ventajas económicas de los mototaxis eléctricos aumentarían.
Las posibilidades de incrementar la afluencia de turistas a los pueblos mágicos propiciando el uso de energía renovables para aumentar los ingresos de las personas y considerando aspectos sociales como la mejora de la calidad del aire y de la disminución de ruido en las calles son de los aspectos benéficos que resalta este estudio. En mi opinión, estos resultados merecen la promoción por parte de las Secretarías de Turismo de los diferentes niveles de gobierno al uso de los vehículos eléctricos para aumentar los ingresos de las personas en los pueblos mágicos; al mismo tiempo que propician una mejor calidad en la estancia en esos lugares de los turistas.
En este sencillo análisis no se incluyó los beneficios que pudieran aportar los vehículos eléctricos a la estabilidad de la red eléctrica. Si aunque no parezca ya existen estudios que indican que la energía almacenada en las baterías de los vehículos puede ayudar disminuir el precio de la energía [2]. Este último estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature Energy, indica que, además de la disminución de la contaminación por el uso de vehículos eléctricos, su interconexión a la red eléctrica pudiera redituar en la disminución del costo de la electricidad y por lo tanto el beneficio social, ambiental y económico para la sociedad se multiplicaría.
Desde mi punto de vista estamos observando la caída de diferentes mitos en el ámbito energético y ahora podemos concluir, al menos, dos hechos totalmente diferentes a las creencias del pasado: 1) las energías renovables son más baratas que la energía que proviene de los combustibles fósiles y 2) los autos eléctricos impulsarán la caída del precio de la electricidad.
Usemos esta información y procedamos a tomar decisiones.

[1] Perea J.L. “ Hacia un transporte sustentable en Pueblos Mágicos: integración fotovoltaica y mototaxi eléctrico” tesis de Ingeniería en Energía Renovables, IER-UNAM (2018).

[2] Wolinetz, M., Axsen, J., Peters, J., y Crawford, C. "Simulating the value of electric-vehicle–grid integration using a behaviourally realistic model" > Nature Energy 3, 132–139 (2018).

Este artículo fue publicado el día 14 de Febrero en el periódico La Unión de Morelos

miércoles, 7 de febrero de 2018

Por un México con 100% de Energía Renovable

El uso masivo e intensivo de la energía en los últimos siglos ha provocado un desarrollo sin comparación en la historia de la humanidad. La comprensión de los fenómenos electromagnéticos posibilitó el desarrollo de la tecnología que ha facilitado el uso de la electricidad en forma masiva y sus múltiples aplicaciones. Así los descubrimientos empíricos de Micheal Faraday y Andre Marie Ampere entre otros físicos y la formalización de estos descubrimientos, realizada por James Clerk Maxwell, en la electrodinámica han dado el sustento para la forma y estilo de vida que tenemos. Hoy en día en la mayoría de los hogares en el mundo se usa la electricidad y las telecomunicaciones que son producto del entendimiento profundo de los fenómenos electromagnéticos.
Sin embargo, la cantidad de energía utilizada en los usos de esta energía solamente se pudo generar con la acelerada explotación de los hidrocarburos. Es decir, el uso masivo del petróleo, gas y carbón mineral, tanto en aplicaciones directas en motores de combustión como en las plantas termoeléctricas, posibilitó precisamente el desarrollo vertiginoso de los últimos siglos.
Estos dos hechos, desde mi punto de vista, han cambiado la forma en la que una gran parte de la población en el mundo vive y, esta forma de vida, es muy diferente a la que las personas tenían normalmente hace unos tres siglos.
A pesar de los logros evidentes para incrementar el bienestar de muchas personas, debemos reconocer que para una proporción grande de la gente esto no ha sido tan beneficioso. Por ejemplo, en México más de la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Además, el uso indiscriminado de los hidrocarburos ha propiciado cambios sustanciales en la composición de la atmósfera y ha producido un cambio climático antropogénico que somete a un reto mayúsculo a las actuales formas de vida en el planeta y amenaza su subsistencia.
En la actualidad el reto implica mantener el bienestar de las personas sin menoscabo del bienestar de otras personas o especies en el planeta. Para tratar de conseguir este objetivo es que muchas personas proponemos perseguir el paradigma de la sustentabilidad. Desde esta perspectiva podemos conseguir un verdadero bienestar social, no solo de las personas individualmente, sino de la sociedad y el entorno físico y biótico en la que están inmersas.
Para esto se requiere generar la energía necesaria en una forma diferente y las fuentes renovables de energía son la opción que nos puede garantizar la energía necesaria. Adicionalmente, en el futuro cercano las fuentes renovables de energía, como la solar, eólica, oceánica, geotermia y algunos biocombustibles producidos con residuos orgánicos, pueden brindar la energía para regiones donde la pobreza impere.
En este sentido podemos encontrar un interesante estudio realizado por científicos Indios y Finlandeses sobre la región de Asia Meridional e India (Publicado en la revista PLoS One en 2017) que concluye que en esa región es posible la generación eléctrica totalmente con energías renovables. Esta región, como nuestro país, alberga a un gran número de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza. Este artículo analiza la posibilidad de cumplir con el objetivo 7 del desarrollo sustentable: proporcionar electricidad asequible, universalmente accesible, confiable y con bajo o cero carbono. Los científicos realizaron una simulación de un sistema de energía 100% renovable de costo óptimo para la región y con miras en el año 2030. Uno de los aspectos importantes de esta simulación es que se realizó con una resolución horaria y para ello la región se dividió en 16 subregiones. Los resultados obtenidos indican que un costo nivelado de electricidad del sistema disminuye de 71.6 € / MWh en un sistema descentralizado a 67.2 € / MWh para un escenario conectado a la red centralizada. Con esto el estudio muestra que un sistema de energía 100% renovable podría ser una realidad en la región de Asia Meridional e India con los supuestos de costos utilizados en esta investigación y que puede ser más competitivo en costos que las alternativas de captura y almacenamiento de carbono fósil y nuclear.
Hay algunos aspectos a resaltar de este estudio, primero se realizó en una región comparte aspectos geográficos y ecológicos análogos a buena parte de nuestro país; segundo, el nivel de pobreza en la región también se comparte con la parte sur de nuestro México y tercero, la abundancia de los recursos bióticos y los sistemas ecológicos tienen similitudes con los nuestros. Por lo anterior, considero que los resultados más importantes pueden ser considerados como cercanos a nuestra realidad. De hecho podemos encontrar la tesis maestría en ingeniería de David Castrejón (en la UNAM) dirigida por el Dr. Manuel Martínez Fernández (IER-UNAM) donde en el año 2012 se analizaron diferentes escenarios para la generación de electricidad en nuestro país. El principal resultado de ese estudio era que el escenario de 100% de generación eléctrica con energías renovables era posible para el 2070. En la época en que el estudio fue realizado los precios y la penetración de las energías renovables era totalmente incipiente. Estoy seguro una actualización de ese estudio podría concluir algo similar al estudio publicado el año pasado en PLoS One que mencioné anteriormente.
De esta manera insisto, podemos proponer planes y desarrollar acciones para conseguir un México encaminado hacia la sustentabilidad con un 100% de energías renovables en un futuro cercano... digamos... 2030.


Sistemas fotovoltaicos integrados a la Red en la Coordinación de la Investigación Científica de la UNAM

Una versión previa de este artículo fue publicada el día 7 de Febrero en el periódico La Unión de Morelos.