miércoles, 27 de noviembre de 2019

Incerteza en el conocimiento científico y la toma de decisiones

En estos textos he comentado en varias ocasiones que la toma de decisiones debe basarse en el conocimiento científico y que las acciones derivadas de estas decisiones seguramente ayudarán a resolver la problemática que enfrentamos. Sin embargo, es importante mencionar que el conocimiento científico tiene asociada incertidumbre en las afirmaciones y, aunque los científicos las reconocemos, muchas veces hablamos como si no existieran o, por otro lado, las enfatizamos y pareciera que todo fuera totalmente inexacto. Este último comportamiento, el de hablar cotidianamente con aseveraciones totalitarias puede conducir a malinterpretaciones por parte de la población en general al referirse al conocimiento generado. Esta situación es más sensible en temas donde puede haber debate mientras se construye el conocimiento, como por ejemplo el Cambio Climático Antropogénico.
Recientemente, aparecieron dos artículos abordando la problemática de la confianza en los datos científicos sobre el cambio climático en la revista Nature Climate Change y su influencia en la aceptación sobre el tema en la población de los hallazgos científicos. Aunque estos estudios fueron realizados en forma independiente y en dos poblaciones diferentes (Alemania y Estados Unidos) sus conclusiones son de llamar la atención para la población mundial y para los científicos en general.
Uno de ellos el publicado en el pasado mes de Octubre comenta que la confianza en el conocimiento que tiene la población puede ser muy relevante para la toma de decisiones en áreas de alta incertidumbre. En particular, para el área del cambio climático, donde existe información científicamente correcta junto con la información errónea en el discurso público y de algunos medios de comunicación o redes sociales. En ese trabajo se encontró que la confianza de los ciudadanos en sus conocimientos sobre el cambio climático fue solo alrededor de la mitad de lo que podría basarse en la precisión de sus conocimientos. Además, su confianza sobre la precisión del conocimiento que manifestaron fue menor para el área de cambio climático en comparación con la confianza que tienen en el conocimiento de ciencias en general. Los resultados de este trabajo sugieren que la confianza de los ciudadanos en su conocimiento sobre el cambio climático es innecesariamente confusa dado su conocimiento real sobre ellos. En mi opinión, esto puede deberse a la cantidad de malinformación que está siendo difundida con lenguaje pseudo científico en los medios masivos de comunicación o en las redes sociales.
En el otro estudio publicado en este mes se manifiesta la necesidad de presentar los resultados científicos asociados a la certeza con que son generados. Es decir, que es importante hacer conocer al público en general que los resultados tienen incertidumbre y que, la población debe aprender a manejar estas incertezas del conocimiento científico para tomar decisiones. Así en el tema del cambio climático, donde las predicciones no pueden hacerse con total certeza, reconocer la incertidumbre puede aumentar la confianza en los científicos y la aceptación pública de sus mensajes. Este estudio rechaza la afirmación de que expresar incertidumbre disminuye la persuasión. El público lego a menudo opera bajo el supuesto de que reconocer la incertidumbre reconoce la debilidad. Sin embargo, las personas en general parecen reconocer que la certeza completa en las predicciones futuras no es posible, especialmente en el contexto del calentamiento global. Así, si los científicos que admiten abiertamente las limitaciones inherentes a sus predicciones pueden reforzar su credibilidad y, como resultado, pueden aumentar el uso apropiado de los hallazgos científicos por parte de no expertos. Por esta razón, la comunicación óptima sobre el cambio climático puede implicar presentar incertidumbre que tiene límites predecibles sin abrumar al público con la discusión de factores que involucran incertidumbre irreducible.
Con este texto, quiero enfatizar dos puntos: 1) Para los científicos que tenemos que hablar al público en general manifestando la certeza que tenemos en nuestros hallazgos sin enfatizar en la imposibilidad del conocimiento total. 2) A las personas no especialistas (científicos en otras áreas o personas en general), recordarles que los conocimientos científicos tienen incertidumbres y que debemos aprender a manejar esos diferentes grados de certeza en el conocimiento científico para tener confianza en lo que conocemos y tomar decisiones más apegadas a estos conocimientos.
La ciencia construye constantemente conocimiento que puede hacer que cambiemos las decisiones que tomamos con anterioridad basadas en conocimientos previos.


Una versión previa de este artículo fue publicada el día 29 de Noviembre en el periódico La Unión de Morelos.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Correlación entre usuarios de renovables y diversidad política

Muchas veces me he preguntado por qué no actuamos para cambiar la situación del cambio climático a la que nos enfrentamos. Me refiero a que claramente estamos observando, sin actuar, situaciones que son consecuencias de este cambio climático antropogénico. Por ejemplo, la inundación de la ciudad de Venecia y la aparición de huracanes más violentos que azotan las islas caribeñas. Quizá nos parezcan lejanas ya que las mencionadas suceden realmente lejos de nuestros entornos cotidianos; pero dado que ahora la información fluye muy rápidamente deberíamos estar preocupados y ocupados en actuar para evitar este cambio que no augura una vida más placentera, en el futuro, para la mayoría de la población.
Por otro lado, a veces me he preguntado ¿la inclinación política sesga las decisiones sobre las acciones para contender contra el cambio climático?
Estaba rumiando estas ideas cuando noté un artículo en la revista Nature Energy, este pasado lunes 18 de noviembre, analizando algunas de las inclinaciones políticas de las personas que han instalado sistemas fotovoltaicos en sus casas. Me llamó la atención una de las posibles conclusiones de trabajo en el sentido que los hogares que tienen instalada energía solar en la azotea sean habitados por personas con diversos orígenes políticos; pero que sean mucho más propensos a ser políticamente activos. Este estudio fue realizado por académicos de la Universidad de California. Los científicos analizaron los registros históricos de votación e imágenes satelitales para comparar el comportamiento de los votantes con las propiedades donde se han instalado sistemas solar. Se tomaron en cuenta varios factores demográficos para garantizar que el estudio pudiera identificar con precisión las posibles correlaciones entre los resultados de diversas votaciones y la propiedad de sistemas fotovoltaicos en los techos de las casas. Los científicos encontraron que mientras los propietarios de sistemas fotovoltaicos en los techos eran ligeramente más progresistas en sus ideas políticas, y generalmente tendían a votar por los demócratas, esta tendencia era muy pequeña; pero no era un indicador determinante de cómo las personas votaban. Los datos refieren que, en las localidades analizadas, se encontró que el 34% de las personas que instalaban sistemas fotovoltaicas eran demócratas; mientras que en el grupo control era del 31%. En cambio, el 20% se declaraba republicano mientras que el 22% lo era en el grupo control. Claramente estas pequeñas diferencias no pueden ser concluyentes. Sin embargo, lo más relevante era que los sistemas fotovoltaicos eran instalados independientemente de la orientación política. Así, la investigación mostró que los propietarios de los sistemas solares en la azotea votaban indistintamente por los partidos demócratas o republicanos a tasas casi idénticas a la población general de la zona analizada. Por lo tanto, los investigadores concluyeron que no había correlaciones entre la instalación fotovoltaica y la afiliación a un partido. Dado que los científicos tampoco encontraron correlación ideológica en los que instalaron primero o después los sistemas fotovoltaicos, se puede concluir que el momento de la adopción de la tecnología solar no es un indicador de la afiliación política.


Si bien la adopción de una tecnología renovable, como la energía solar, no parece estar correlacionada con una afiliación política particular, la investigación sí encontró que los propietarios de sistemas solares eran sustancialmente más activos políticamente que sus vecinos, y eran significativamente más propensos a haber votado en elecciones anteriores. Esta conclusión fue sustentada al encontrar que los propietarios de la energía solar en la azotea votaron con mayor frecuencia en las elecciones federales y municipales que en los grupos control. Además también se encontró que eran más activos durante las elecciones "primarias" en las que se eligió a un candidato particular del partido por los votantes (recordemos que en Estados Unidos, hay elecciones para elegir al candidato de un partido y a estas elecciones se les llama primarias).
Este estudio, aunque realizado en Estados Unidos y para el entorno específico de California parece indicar que precisamente las personas con mayor iniciativa y participación son las que primero seleccionan tecnología renovable y entonces la respuesta a mi pregunta sobre la inclinación política de los que actúan contra el cambio climático no tiene una respuesta sencilla.
Sin embargo, con este estudio reafirmo que nosotros como sociedad activa podemos propiciar el cambio hacia un mundo sustentable y podemos llegar a establecer consensos independientemente de la inclinación partidista, solamente tenemos que pensar en el largo plazo. Así que tenemos que actuar ya y no esperar a que otros lo hagan por nosotros.


Una versión previa de este artículo fue publicada el día 20 de Noviembre en el periódico La Unión de Morelos.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Indicadores para “primero los pobres”

Vivimos en un país donde el número de pobres es alarmante. En 2016 teníamos al 43% de la población mexicana viviendo por debajo de la línea de pobreza, para 2018 este porcentaje casi no cambió y se reportó aproximadamente el 42% para este indicador (datos Banco Mundial, la tasa de pobreza nacional es el porcentaje de personas que vive debajo de la línea de pobreza nacional). Con estos hechos, claramente, una frase de “primero los pobres” fue uno de los argumentos que convenció a la mayoría de la población por votar por el Lic. Andrés Manuel López Obrador para presidente de nuestro país. Así, hoy estamos viviendo los cambios en la política económica que pretende beneficiar a las personas que menos satisfactores económicos tienen. Sin embargo, tenemos que decir, que no se han definido bien los indicadores que sirvan para monitorizar estas políticas. Por supuesto, sobra decir que las anteriores políticas no consiguieron propiciar el bienestar social.
Una de los aspectos que mi quehacer en la ciencia me ha enseñado es que debemos medir para poder decidir si alguna propuesta va por buen camino o simplemente será una ocurrencia.
En varias ocasiones se ha mencionado que los indicadores del crecimiento no son adecuados para medir el bienestar social, y en eso coincido; pero argumentan que en cambio lo que debe ser considerado es el desarrollo; sin embargo, no se ha mencionado cuáles son los indicadores que hay que usar en este último caso.
En este sentido, la economía política nos ha quedado a deber al concentrarse en solamente evaluar factores macroeconómicos; pero el pensamiento de las personas cambia y una muestra es el otorgamiento del premio Nobel de Economía 2019 a tres personas: Michael Kremer, Abhijit Banerjee y Esther Duflo quienes realizaron investigaciones para entender las políticas económicas que pretenden combatir la pobreza mediante experimentos y análisis de datos. En las últimas décadas, su nuevo enfoque basado en experimentos ha transformado la economía del desarrollo.
Los galardonados con el premio Nobel 2019 han introducido un nuevo enfoque para obtener respuestas confiables sobre las mejores formas de combatir la pobreza mundial. Su forma de ver las cosas, implica dividir este tema en preguntas más pequeñas y manejables, por ejemplo, analizar las intervenciones más efectivas para mejorar los resultados educativos o la salud infantil. Desde mi perspectiva, es medir indicadores en el micronivel, en el nivel de pequeñas comunidades, en lugar de basar el análisis solamente en indicadores globales como el producto interno bruto de los países. De lo más destacado de los premiados son las simples y precisas formas de diseñar preguntas y acciones que se responden mejor mediante experimentos cuidadosamente diseñados.
Así, por ejemplo puedo mencionar que en el año 2011 los galardonados presentaron un estudio donde mostraron que al simplemente realizar encuestas sobre propuestas de comportamientos posteriores afecta precisamente ese comportamiento. En aquel trabajo se presentan tres estudios de campo de salud y dos de microcréditos, los economistas seleccionaron aleatoriamente a personas para ser encuestadas sobre temas de salud en el hogar, para posteriormente medir el uso de alguna estrategia relacionada con la encuesta. Los resultados mostraron que en los experimentos de salud, las personas que habían sido encuestadas aumentaron el uso de productos para el tratamiento del agua. Las encuestas sobre diarrea condujeron a uso de productos para mejorar de la calidad del agua para beber. En mi opinión, estas investigaciones muestran que la información, aunque no sea impartida en el formato tradicional, tienden a producir decisiones basadas en el conocimiento. Otro aspecto importante, desde mi perspectiva, es el hecho que los estudios de estos economistas han mostrado que simplemente proporcionar más recursos a las escuelas no tiene impacto definitivo en la calidad de la escuela. Proporcionar más libros de texto por estudiante no mejora los puntajes promedio en los exámenes, pero sí mejora los puntajes de los estudiantes más capaces.
Otro de los aspectos a resaltar del trabajo de Barnerjee y Duflo es que consideran muy importante la participación de las personas beneficiadas con los programas de política en la evaluación de los mismos. Es decir, la participación de los beneficiarios tanto en la oferta como en el monitoreo de los servicios públicos es cada vez más esencial para mejorar la eficiencia de estos servicios. Por ejemplo, la intervención que capacitó a voluntarios para enseñar a los niños a leer tuvo un gran impacto en la actividad fuera de las escuelas públicas y no en el desempeño estrictamente escolar. Los jóvenes locales que se ofrecieron como voluntarios para capacitarse y ser instructores en campamentos de lectura encontraron cohesión y diversión social al participar. Mientras que los niños que asistieron a estos campamentos de lectura mejoraron sustancialmente sus habilidades de lectura al mismo tiempo que encontraron esta estrategia como satisfactoria y lúdica. Estos resultados sugieren que aunque los ciudadanos pueden enfrentar limitaciones para participar en la mejora del sistema de educación pública, incluso cuando se preocupan por la educación y están dispuestos a hacer algo para mejorarla, al involucrarlos en las actividades y en las propias iniciativas pueden tener efectos positivos no esperados para la comunidad y para ellos mismos al propiciar bienestar.
En síntesis, la definición de indicadores es de vital importancia en la evaluación de políticas públicas, la participación de los involucrados ayuda al éxito de las mismas y la información propicia la toma de mejores decisiones. Estos aspectos (indicadores, participación de los involucrados e información) no han sido incorporados a la política actual en nuestro país y considero deben ser incluidos para poder monitorizar las políticas de “primero los pobres”.
Finamente, debo mencionar que Esther Duflo es la segunda mujer galardonada con el premio Nobel de economía, la primera fue Elinor Östrom quien también se preocupó por el manejo de los bienes comunes administrados en forma participativa.


Una versión previa de este artículo fue publicada el día 13 de Noviembre en el periódico la Unión de Morelos.