Me he resistido en los últimos tiempos a escribir sobre el principal tema que nos afecta en estos momentos: la violencia hacia las mujeres. Primero, porque considero totalmente válidos los reclamos de ellas en una sociedad que las ha violentado y violenta de una forma cotidiana. Segundo, porque al hablar de ello desde la perspectiva de un varón lo hago desde una perspectiva de privilegio y mi opinión está sesgada por esta situación. Sin embargo, hoy quiero hablarle a ellos; sí, a los varones desde la perspectiva de privilegio que hemos usurpado y que nos ha dado ventaja sin merecerla, por el solo hecho de haber nacido varón.
Este es un momento para escucharlas y poner nuestro mejor esfuerzo para entenderlas y sentir sus reclamos. Esta escucha no debe ser para guardarla en un cajón del olvido, sino para actuar y aceptar que, desde la perspectiva del privilegiado, nos hemos beneficiado del hecho de menospreciarlas y con ello, desde lo egoísta que podemos ser, hemos desperdiciado sus ideas y sus posibles acciones.
Reconocer que la doble o triple jornada de ellas nos permite descansar a costa del trabajo de otra, y reclamar el papel de proveedor cuando ellas contribuyen de manera similar o incluso mayor. Esto no es un problema de nuestra época, es una visión de siglos con la que hemos construido esa desigualdad; la carga y menosprecio hacia las mujeres es ancestral.
Hoy quiero hablarle a los varones y decirles que hemos desperdiciado el talento de ellas en infinidad de aspectos que seguramente nos permitirían construir una sociedad diferente, una sociedad que pretenda el bienestar de todas las personas. El hecho de que con nuestro comportamiento cotidiano discriminemos a la mitad de la población humana es verdaderamente una afrenta contra el bienestar de la población, este comportamiento colectivo de los varones abona solamente al bienestar individual de los varones; pero limita el alcanzar el bienestar social. Estoy aquí hablando de un aspecto; pero existen otros mucho más violentos, los comportamientos machistas abundan en nuestro cotidiano actuar. Por ejemplo, comparar los asesinatos y decir que la violencia es igual para hombres y mujeres es no reconocer que un feminicidio es un acto que mata a una persona por el hecho de ser mujer.
Estoy cierto que hay diferencias entre los varones y las mujeres; pero esas diferencias que no nos hacen mejores ni peores y no justifican un trato violentatorio o minusvaloratorio. Estas diferencias son similares a las que hay entre personas delgadas o robustas o morenas o güeras, son diferencias inherentes y son parte de nuestra diversidad enriqueciendo las posibilidades de aportar diferenciada y significativamente al bienestar de la población.
Como varones debemos escucharlas, apreciar sus observaciones, tomarlas en cuenta de igual forma que si las dijera un varón. Recordemos, no están reclamando trato condescendiente, nos están diciendo que nuestros oídos son sordos y sus acciones no son percibidas, parecen que no existen. Esto último es uno de los principales reclamos de #UnDíaSinNosotras.
No argumentemos que hay mujeres que propician ese comportamiento machista. Nosotros debemos reconocer nuestra condición y evitar el menosprecio hacia ellas.
Las mujeres con este día #UnDíaSinNosotras nos están diciendo véanos, observen todo lo que hacemos, valoren nuestras contribuciones, simplemente considérenos como personas.
Algunos aspectos prácticos: escuchémoslas en forma similar que a otros varones, sus ideas merecen ser valoradas en igualdad de circunstancias; no les digamos piropos, ellas no los necesitan escuchar de desconocidos y sin pedirlos; observemos nuestras miradas para no incomodarlas; compartamos las tareas de cuidados de personas en edades infantiles o de mayoría de edad, compartamos las tareas en el hogar; recordemos que el NO es no y no insistamos; no provoquemos ni aprovechemos situaciones donde ellas estén vulnerables. Recordemos en todas las situaciones anteriores ellas nunca provocan nuestro comportamiento, somos nosotros los que actuamos y en caso de que violentemos es bajo nuestra propia decisión. Cualquier argumento como: así me enseñaron o me provocó, es solamente un pretexto no válido y para nada justifica nuestro comportamiento. Reflexionemos, acerca de las ideas que circulan en las redes, sobre que un varón no viola, lo hace un violador; un varón no maltrata, lo hace un maltratador; un varón no humilla, lo hace un cobarde; un varón no acosa, lo hace un acosador; un varón no menosprecia a una mujer, lo hace un machista.
Por otro lado, debemos reflexionar en cómo todos estos y otros comportamientos afectan a nuestra personalidad como varones y también nos atan a estereotipos nocivos para nuestro desarrollo. Esta última parte de las reflexiones nos aportarán conocimiento sobre cómo el comportamiento violentatorio, no solo afecta negativamente a las mujeres, sino también lo hace en forma nociva para los varones. Frases como “los hombres no lloran”, “los hombres no son débiles”, “los hombres mandan”, etc. son frases que nos obligan a tener comportamientos estereotipados y nos dañan emocionalmente a los varones. Sí, los varones también tenemos emociones al igual que las mujeres. Por ejemplo, cuando los varones vemos a un bebé sonriendo también nos dan ganas de jugar con esa personita que nos despierta ternura.
Por otro lado, cuidemos nuestro lenguaje, en sí el lenguaje no es sexista; pero el uso y la intención que hacemos de él puede serlo.
Este día 9 de marzo, usemos el paro de las mujeres para reflexionar sobre los reclamos de ellas y aprovechémoslo para entender lo que nos están diciendo y actuemos en consecuencia. Sinceramente, desde mi perspectiva, si ellas son valoradas y no violentadas, como justamente lo demandan, los beneficios serán para todas las personas que habitamos este planeta.
Este artículo fue publicado el día 4 de Marzo en el periódico La Unión de Morelos.