miércoles, 30 de marzo de 2022

La reforma eléctrica no promueve el bienestar social

Hay tantos problemas, tantas situaciones que nos agobian en el día a día y que también nos ensombrecen el futuro que no nos permiten emitir opiniones y dejar plasmados nuestro pensamientos. Estoy seguro de que quienes leen estas líneas tienen propuestas que podrían compartir para atender estos problemas. También es complicado leer la información que circula y con ella construir soluciones a largo plazo que consideren situaciones específicas en nuestro cotidiano deambular.
En esta ocasión, escogí el tema recurrente en estos textos sobre la energía, en particular, la reforma a la industria eléctrica de México para comentar algunos aspectos que nutren con información las posibles ideas para elaborar propuestas concretas.
Antes me parece necesario indicar que en nuestro país, se está volviendo cotidiano el descalificar propuestas solamente por el conocimiento de quien la propone. Desde mi punto de vista, el conocer quien elabora y plantea una propuesta no debe ser el único criterio para evaluarla y entonces aceptarla o rechazarla. De hecho, considero que lo que debe aportar criterios de selección es el análisis a fondo de ellas. Con esto quiero decir que la descalificación de propuestas porque las hizo alguien de la derecha o de la izquierda o del conservadurismo o del neoliberalismo o del comunismo no conduce a construir verdaderas soluciones. La tentación que nos orilla al maniqueísmo es atractiva por su simplicidad: si todo fuera como en las historias de nuestra niñez una lucha entre buenos y malos, entre la maldad y la bondad, las posibles soluciones serían sencillas: apoyar a la bondad; pero nada más contrario a nuestra realidad que es verdaderamente compleja y donde las mayoría de nuestras acciones tienen vertientes que ayudan individualmente perjudicando a la colectividad u otras que fomentan el bienestar social, pero cuestan en lo individual. Por esto, es necesario analizar las propuestas desde diferentes puntos de vista y de ser posible contar con datos que sostengan las afirmaciones en lugar de emitir descalificaciones sin información de los posibles desempeños o de datos históricos.
A principios de este siglo la producción petrolera mexicana alcanzó su máximo histórico con una producción mayor a los 4,000 millones de barriles diarios. En esos momentos el ingreso petrolero era abundante y pudo haber sido utilizado para disminuir las desigualdades, sabemos que no fue así. Desde 2016 la caída en la producción de petróleo se ha mantenido independientemente de los esfuerzos que se hayan realizado. Es claro, el petróleo se está acabando. En lo que va del año 2022, la producción petrolera en México es menor a los 2,000 millones de barriles diarios y, desde mi perspectiva, no parece que podamos regresar a la bonanza de hace más de 15 años. Por estas razones, independientemente de las razones que demandan acciones para combatir el cambio climático, el llamado a usar la fuentes renovables es urgente.


La producción petrolera ha caído en los últimos años.

Por otro lado, en el mundo se está incrementado de manera sostenida la inversión en fuentes renovables pasando de cerca de 200 billones de dólares en 2013 a más de 350 billones de dólares en 2021 anuales. Otro aspecto llamativo es que la inversión en transporte eléctrico, sea público o individual también está creciendo y ha pasado de menos de 50 billones de dólares en 2014 a más de 250 billones de dólares en 2021. Con estos datos, es claro que el mundo del dinero gira hacia las renovables y a la electrificación del transporte por muy diversos motivos. Desde mi perspectiva, por supuesto que, el combate al cambio climático es una de estas razones. Con estas acciones las demás personas podemos influir y buscar que las inversiones no solo sean para promover las ganancias monetarias, sino que también sean utilizadas para promover el bienestar social. Es importante que estas inversiones consideren los aspectos sociales y ambientales para que construyamos una realidad menos desigual. Recordemos que solamente la electrificación de la energía en sí misma no es suficiente. El ejemplo claro es el transporte, donde la movilidad no motorizada es una herramienta que apunta hacia la descarbonización, pero también tiene impactos sustantivos en la salud de las personas y en la construcción de ambientes saludables tanto para otras especies como para las comunidades de personas.
La inversión e renovables y en electrificación del transporte esta subiendo.

Desde mi perspectiva, estos son datos que contribuyen a la discusión sobre la reforma eléctrica que no justifican la versión actual de ella, pero que aportan elementos para modificaciones que permitan tener un sistema eléctrico sustentable que disminuya los efectos que hemos causado a la atmósfera, al mismo tiempo, que promueva el bienestar social. La propuesta actual, desde mi punto de vista, no apunta en estas direcciones que estoy seguro son anhelos que la población mexicana merece disfrutar a la brevedad.
Insisto, no basta con saber quién propone alguna acción para juzgarla, es esencial analizarla y desmenuzarla para poder definir si es adecuada o no. No juzguemos a quien trae el mensaje, analicemos el mensaje para poder juzgarlo adecuadamente. Cada persona tiene la capacidad de hacer estos análisis y nadie debe seguir, sin análisis, a otra persona por más buenas intenciones que se manifiesten.

Una versión previa de este artículo fue publicado el día 30 de marzo en el periódico La Unión de Morelos.

miércoles, 2 de marzo de 2022

Urgen medidas para mitigar el cambio climáticos

Estamos en medio de guerras. Desde que recuerdo hay guerras en este planeta, parece que las sociedades no entienden que los conflictos deben, esencialmente, arreglarse mediante la discusión y el acuerdo.
Aquí, no voy a comentar los peligros de las guerras entre naciones o entre bandos delictivos, ya sean en un lugar de Europa, Asía o en nuestro país. Hoy quiero hablar sobre una guerra que las personas debemos retomar en contra de la manera en que estamos cambiando la composición de la atmósfera y utilizando los otros recursos naturales. Podemos combatir en muy diferentes frentes desde nuestra vida cotidiana y exigir que tanto los gobiernos como las empresas y las organizaciones civiles, también propongan o actúen para modificar esta forma de utilización de los recursos del planeta que modifica nuestros entornos.
Este lunes 28 de febrero el Panel Intergubernametal para el Cambio Climático ha emitido el sexto reporte abordando temas de Impactos, adaptación y vulnerabilidad. Un resumen se puede consultar en su sitio en Internet y la versión preliminar del reporte técnico también está disponible [2].
Veamos algunos de los riesgos en función del incremento en la temperatura promedio global que se alcance en los próximos años: Si se incrementa la temperatura un 1.5 °C: a) la sequía afectará a casi un billón de personas, b) los días con temperaturas arriba de 35 °C serán alrededor de 50 al año, c) el nivel de mar subirá en promedio alrededor de medio metro, entre otros impactos. En cambio, si para el año 2100 el incremento en la temperatura sobrepasa los 3 °C:  la sequía afectará a casi 1. 28 billones de personas, los días con temperaturas arriba de 35 °C serán alrededor de 70 al año, el nivel de mar subirá en promedio alrededor de 0.70 m. Estos son datos que no podemos aquilatar directamente en lo que sucederá en nuestras vidas y actividades cotidianas. En el resumen para tomadores de decisión podemos encontrar recomendaciones. 

Incendio en RBSM
Los incendios forestales se intensifican. En México cada vez más sufrimos de sus estragos.

A continuación, parafrasearé algunas de los impactos que se esperan sobre el cambio del clima: En todos los sectores y regiones de planeta, se observa que las personas y los sistemas más vulnerables se ven afectados de manera desproporcionada, es decir, se afecta más a los que menos tienen. El aumento de los fenómenos meteorológicos extremos ha provocado algunos impactos irreversibles a medida que los sistemas naturales y humanos se ven empujados más allá de su capacidad de adaptación. Es decir, ya se están observando cambios irreversibles tanto en la infraestructura que las personas hemos construido como en los ecosistemas. No es algo que sucederá, sino que se está observando. Aproximadamente entre 3,300 y 3,600 millones de personas viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático. Una alta proporción de las especies es vulnerable al cambio climático. La vulnerabilidad humana y del ecosistema son interdependientes, lo que le afecta negativamente a las otras especies que habitan el planeta nos afecta en el mismo sentido a las personas. 
Los actuales patrones de generación de productos y servicios son insostenibles y están aumentando la exposición de los ecosistemas y las personas a los peligros climáticos. No solo es la emisión de gases de efecto invernadero, el uso de los combustibles fósiles, sino la actual manera de utilizar los minerales o las otras especies para satisfacer las necesidades básicas o creadas de las personas. Un punto importante a resaltar es que si instrumentamos acciones a corto plazo que limiten el calentamiento global a cerca de 1.5 °C se reducirían sustancialmente los impactos negativos que se prevén con el cambio climático tanto en los sistemas humanos y como en el resto del ecosistema, en comparación con niveles de calentamiento más altos. Un aspecto muy relevante es que para el año 2040, el cambio climático generará numerosos riesgos para los sistemas naturales y humanos. Los impactos que sucederán en ese futuro cercano serán, varias veces mayores que los observados actualmente. La magnitud y el ritmo del cambio climático y los riesgos asociados dependen en gran medida de las medidas de mitigación y adaptación a corto plazo, y los impactos adversos proyectados y las pérdidas y los daños relacionados aumentan con cada incremento del calentamiento global. 
La advertencia es clara, tenemos que actuar ahora, sabiendo que podemos disminuir los impactos negativos aunque no los revertiremos. Hemos iniciado la fase irreversible, al menos para escalas de tiempo humanas. La advertencia continúa enfatizando que si el calentamiento global supera transitoriamente los 1.5 °C en las próximas décadas muchos sistemas humanos y naturales enfrentarán graves riesgos adicionales, en comparación con permanecer por debajo de los 1.5 °C. De aquí lo apremiante de implementar medidas de mitigación. 
El reporte continúa con las opciones de adaptación afirmando que existen opciones de adaptación eficaces que pueden reducir los riesgos para las personas y la naturaleza. La viabilidad de poner en marcha estas acciones a corto plazo difiere entre sectores y regiones. Es decir, tenemos que generar el conocimiento para construirlas. Las soluciones integradas y multisectoriales que abordan las desigualdades sociales aumentan la viabilidad y la eficacia de la adaptación en múltiples sectores. Es claro que no podemos pensar solamente en la reducción de las emisiones, sino que tenemos que considerar el tomar acciones que redistribuyan el beneficio entre las personas y se transite hacia el bienestar social. Para esto último, es importantísimo que las acciones consideren la flexibilidad en ellas, así como que deben ser acciones multisectoriales y que involucren una planeación a largo plazo promoviendo los beneficios tanto en sectores como en los sistemas completos.  Las evidencias que se observan hoy en día indica que el desarrollo de acciones es más urgente que antes, requiriendo respuestas innovadoras y sinergias entre adaptación y mitigación.
Todo esto implica a que debemos destinar recursos económicos en los estudios para luego conformar los planes de acción y dentro de ellos las estrategias de evaluación con sus respectivos indicadores. Esto último serán los datos que conducirán a seleccionar las opciones que la flexibilidad exige y que las estrategias deben considerar. El trabajo conjunto entre gobiernos, sociedad civil, sector privado es prioritario para reducir la inequidad e injusticia que impera hoy. 
Las decisiones y acciones que como sociedad implementemos en la próxima década determinarán la medida en que las trayectorias a mediano y largo plazo generarán un mayor o menor desarrollo resiliente al clima y, por lo tanto, nos conduzcan a un bienestar más próximo al bienestar social.
Insisto, desde nuestra vida cotidiana podemos contribuir; pero también debemos exigir a los gobiernos, sector privado y organizaciones civiles que implementemos a la brevedad medidas que mitiguen el cambio climático que estamos provocando.

Una versión resumida de este artículo fue publicado el día 2 de marzo en el periódico la Unión de Morelos.