miércoles, 29 de julio de 2020

Ciclismo en la población adulta mayor

Ante la emergencia sanitaria que ha desatado el COVID19 en la ciudad de México se han impulsado algunas medidas para promover la movilidad usando bicicletas, dado que representa una disminución de la cercanía física con otras personas a diferencia de lo que sucede en el transporte colectivo como metro, autobús o ruta. Esta alternativa de movilidad ha alcanzado popularidad por ser barata y aportar beneficios adicionales a las personas que se ven involucradas. En algunas ciudades estudiantiles de Europa o Estados Unidos, las bicicletas son una verdadera alternativa para la movilidad. En la ciudad de México existe un movimiento ciclista importante que está abogando por una movilidad sustentables. Si efectivamente la movilidad mediante la bicicleta es una verdadera alternativa sustentable que no solamente tiene beneficios al no emitir gases de efecto invernadero, sino que tiene beneficios para la salud física. Esta alternativa inteligente de movilidad debe ser apoyada con medidas de protección y de concienciación de la población en general, pero especialmente de los conductores de vehículos automotores que se consideran dueños de las calles. El uso de la bicicleta en ciudades pequeñas o medianas todavía es más adecuado. En la ciudad de Cuernavaca tenemos al “Movimiento bicicletero de Cuernavaca” con una larga trayectoria promoviendo el uso de la bicicleta. Lo mismo hace el grupo de Intrépidas de Cuernavaca, que además lucha por otras formas de equidad y tiene una escuela de ciclistas. En estas líneas, en septiembre del año pasado, comentaba las bondades del uso de la bicicleta y que los accidentes en la población adulta mayor tienen una menor frecuencia que en la juventud. Es decir, enfatizaba que la seguridad en esta modalidad de transporte no se veía afectada por la edad del ciclista. Hoy quiero compartir un hallazgo reciente sobre los efectos del ciclismo sobre la función cognitiva, la salud mental y el bienestar en adultos mayores. Sí, leyeron bien sobre la población adulta. Esto implica que incluso la población adulta mayor puede participar en las actividades ciclistas y tener una mejora tanto en su salud como el su percepción de si misma, y más notoriamente en su función cognitiva al practicar su movilidad independiente y ejercitarse. Quiero compartir que este estudio fue realizado en Inglaterra en una población con un rango de edad de 50 a 83 años. Los ciclistas utilizaban bicicletas convencionales y otras con motor eléctrico para proporcionar asistencia en el pedaleo. Los detalles del estudio pueden ser consultados en la revista PloS ONE y el sitio del proyecto más amplio en www.cycleboom.org. En este estudio se midió la función cognitiva y el bienestar tanto antes como después del período de intervención. La población se dividió en tres grupos: 1) sin participar en rodadas, 2) ejercicio de ciclismo en exteriores, y 3) ejercicio de ciclismo en exteriores con bicicleta eléctrica. De los hallazgos más importantes puedo mencionar que ambos grupos de ciclismo mejoraron en precisión cognitiva después de la intervención en comparación con los participantes en el grupo control sin actividad ciclista. Los participantes en la modalidad asistida eléctricamente también mejoraron en la velocidad de procesamiento cognitivo después de la intervención en comparación con los participantes del grupo control sin ciclismo. Finalmente, los participantes en modalidad asistida eléctricamente mejoraron en su puntaje de salud mental después de la intervención en comparación con los controles sin ciclismo e incluso superaron a los ciclistas sin asistencia. En opinión de los autores, y que comparto, esto sugiere que puede haber un impacto del ejercicio en el exterior sobre la función cognitiva y la salud mental. Es importante destacar que se encontraron efectos similares (a veces mayores) para el grupo de bicicletas eléctricas en comparación con los ciclistas de pedales. Esto sugiere que no es solo el componente de actividad física del ciclismo el que está teniendo influencia y que hay que analizar con mayor cuidado algunos otros aspectos. Tanto las bicicletas de pedales como las bicicletas eléctricas pueden permitir una mayor actividad física, alerta al circular y muestran un mayor compromiso con ambiente por parte de las personas participantes. El hecho de que la población ciclistas que usó bicicletas eléctricas también mostrara beneficios, me parece de lo más relevante para ciudades como Cuernavaca, donde las pendientes en las calles puede ser una dificultad adicional para los adultos mayores que no han mantenido una experiencia ciclista a lo largo de su vida. Por supuesto, que las bicicletas eléctricas son una opción más que adecuada para la promoción de ciclismo en estas condiciones, pero que requieren la adecuación de la infraestructura vial para brindar trayectos seguros. Por supuesto que la realización de un experimento similar en el contexto morelense sería adecuado y puedo conjeturar que el resultado sería similar al realizado en Inglaterra. Este tipo de estudios puede promover la adecuación de calles en el entorno morelense para la movilidad ciclista y propiciar una movilidad sustentable que promueva la salud de las personas en la adultez mayor. La mayoría del terriotorio morelense podría ser escenario para paseos ciclistas en fines de semana y movilidad sustentable cotidiana. Los beneficios a la salud y al medio ambiente son evidentes y, por lo tanto, el esfuerzo que realicen las autoridades en los diferentes municipios redundará en una mayor convivencia sana de la población. Manifiesto que estoy listo para colaborar con la comunidad ciclista morelense para contribuir y construir alternativas seguras para el ciclismo. 
  Este artículo fue publicado el día 29 de Julio en el periódico la Unión de Morelos

miércoles, 15 de julio de 2020

Quién es Julia Tagüeña Parga

Antonio del Río 1) y Alejandro Frank 2) 

1) Director del Instituto de Energías Renovables, UNAM. 
2) Coordinador del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM  y Miembro de El. Colegio Nacional 


 Muchos años de trabajo académico en la Universidad Nacional Autónoma de México nos han permitido conocer a una mujer científica de valía sobresaliente y gran compromiso social. A lo largo de los años, construimos una alegre, profunda y productiva amistad. Nos interesa enfatizar su dimensión humana, enfocada en compartir cotidianamente, desde profundas reflexiones sobre la física teórica, sus consideraciones sobre la necesidad de construir una ciencia sólida y comprometida o, incluso, sus consejos de índole personal sobre la importancia de los lazos familiares, o de cómo mejorar las presentaciones académicas o realizar una más efectiva divulgación científica. Pero tal vez lo que más la distingue es su extraordinaria honestidad intelectual y su invariable sentido de la ética y el profesionalismo. Durante las décadas en que hemos tenido la fortuna de estar cerca de ella, hemos podido apreciar muchas de sus virtudes, entre las que se encuentran su extraordinario sentido del humor y su trato siempre cordial y solidario con sus colegas y amistades. 
Julia estudió física en la Facultad de Ciencias de la UNAM y al concluir sus estudios de licenciatura, partió a la Universidad de Oxford, con el fin de realizar el doctorado en el área de física del estado sólido bajo la supervisión del renombrado profesor Roger Elliot. A su regreso a México, se incorporó al Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM. Posteriormente fue del personal académico pionero del Laboratorio de Energía Solar ubicado en Temixco, Morelos, hoy convertido en el prestigioso Instituto de Energías Renovables. Con su sólida formación en física de sistemas desordenados ha cultivado una gran diversidad de temas, incluyendo los sólidos amorfos, materiales vítreos y materiales porosos nanoestructurados, donde ha realizado aportaciones muy relevantes para el entendimiento de la transición vítrea y de la luminiscencia del silicio poroso. Por supuesto, ha sido también relevante su aportación a la formación de personas jóvenes que hoy en día generan conocimiento en estos temas. Su fructífera carrera académica la ha llevado a ser reconocida con los más altos niveles dentro de la UNAM (Investigadora Titular C y PRIDE D) y con el premio “Juana de Asbaje Ramírez” otorgado por la UNAM a universitarias sobresalientes; así como en el Sistema Nacional de Investigadores (Nivel III). En los ámbitos extrauniversitarios ha sido distinguida con la Presea Tlacaélel en la categoría de desarrollo científico en el Estado de Morelos. 
Sin duda, la ciencia en general y la física en particular, han sido sus pasiones; pero quizás lo que distingue su labor de la de otras personas es que ha sabido transmitir a la gente común, a las grandes audiencias y a la juventud y mayores de edad, el enorme placer de hacer ciencia y de comprender el mundo. Julia es una Maestra en el más amplio sentido de la palabra. Ha impartido clases en casi todos los niveles, desde secundaria y bachillerato hasta licenciatura y posgrado. Tiene la habilidad de capturar la atención de quien la escucha, ya sea en el salón de clases, en foros especializados, en auditorios para todo público o en una simple conversación de pasillo. 
Reconocida como una de las científicas mexicanas más destacadas, su semblanza aparece, por ejemplo, en artículos y libros sobre mujeres líderes de México. Julia ha desarrollado un trabajo con múltiples facetas dentro y fuera de la Universidad. Fue Directora de Museos de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, donde pertenecen el Museo de la Luz y el Museo de Ciencias Universum, para el cual diseñó y supervisó la sala de Energía; fue también Directora General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM. Su afán por construir los caminos necesarios para que las personas, especialmente los pequeños, accedan al conocimiento, la llevó a ser responsable del diseño y la construcción de museos de ciencias en Chiapas y Oaxaca. También fue parte del grupo fundador del Proyecto Adopte un Talento (Pauta) que ha encauzado hacia la ciencia a miles de niños y niñas. En la década pasada fungió como Directora Ejecutiva de la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología para América Latina y el Caribe. 
Además de su vasta obra científica en el área de la física, es autora de libros de texto para secundaria y bachillerato y una multitud de artículos y libros de divulgación de la ciencia. Ha concentrado gran parte de su esfuerzo en actividades de divulgación científica, con el convencimiento de que solo mediante una muy efectiva comunicación de la ciencia México logrará un desarrollo sustentable y fomentará la toma de decisiones basada en el conocimiento. Su labor pionera e innovadora en el ámbito de la comunicación de la ciencia en México y en Latino América fue reconocida con el Premio Latinoamericano de Popularización de la Ciencia y la Tecnología 2017 de la Red Pop. Por último, Julia es una promotora del acceso libre a los artículos científicos y analiza con detalle la formación de redes científicas. 
En el último lustro, como ella dice, fue la primera y la última Directora del Centro de Investigación en Energía, justo antes de su transformación en Instituto de Energías Renovables. En abril de 2013 fue nombrada Directora Adjunta de Desarrollo Científico de CONACYT donde tuvo la encomienda de fortalecer las actividades científicas del país en áreas básicas y coordinar programas fundamentales como el Sistema Nacional de Investigadores. Hoy más de mil jóvenes tienen empleos en el programa de cátedras del CONACyT, que fue un programa impulsado por Julia para propiciar que jóvenes con talento se incorporaran al sistema científico nacional. 
Julia es una líder indiscutible, firme y conciliadora. Es tan convincente que es prácticamente imposible decirle que no a cualquiera de sus sugerencias o solicitudes, extraña virtud que ha utilizado para llevar adelante las mejores causas. En su actividad de liderazgo, como en muchas otras circunstancias, es patente su profunda formación científica y su apego a la razón como guía indiscutible. 
Finalizamos haciendo mención a la importante labor que Julia ha realizado en pos de la equidad de género, haciendo visible la relevancia de esta dimensión de nuestras acciones y sus repercusiones para las nuevas generaciones de científicas y tecnólogas. Consideramos que su vida y trayectoria académica son una muestra evidente de la capacidad, compromiso e inteligencia de las mujeres mexicanas. Julia Tagüeña es una mujer y científica ejemplar.

miércoles, 1 de julio de 2020

La inequidad cobra más muertes por COVID19

La semana pasada un joven muy querido me compartió la información de que el COVID-19 ataca más ferozmente a las personas que menos tienen. Para sustentar este hecho en nuestro país, me mostraba la estadística de que las personas con menores posibilidades de educación escolar mueren más por COVID-19 que las que tuvieron la oportunidad de acceder a una mayor escolaridad. Me comentaba indignado que del orden del 13% de de las muertes por COVID-19 en nuestro país eran de personas con educación superior y que por lo tanto, el resto de las personas que han muerto no habían tenido la oportunidad de alcanzar esa escolaridad. Le explicaba que esta diferencia todavía es más lacerante cuando observamos que el 20% de la población mexicana alcanza a terminar la educación superior. Es decir, de la proporción de personas con escolaridad de educación superior mueren menos que de las personas que no alcanzaron este nivel de escolaridad. Además recordemos que a mayor escolaridad los ingresos son mayores. Esto indica que muy lamentablemente la muerte por COVID-19 sucede en un mayor porcentaje en los segmentos de la población que menos tienen. 
En este mismo tenor, el lunes leí un artículo de Jeffrey D. Sachs sobre cómo las inequidades socavan la cohesión social, erosiona la confianza pública y profundiza la polarización política. Esta situación de desconfianza y de división afecta negativamente la capacidad de los gobiernos para responder a las crisis y, en particular, dificulta contender eficazmente contra un problema global como el COVID-19. En su opinión, esto explica por qué Estados Unidos, Brasil y México, hoy, representan casi la mitad de las muertes reportadas en el mundo desde el comienzo de la pandemia. Sin embargo, Sachs hace notar que la inequidad no es determinante para los desenlaces fatales y menciona el caso de China, donde la desigualdad es importante, y contuvo la epidemia con rigurosas políticas de control y pruebas masivas logrando controlar más eficazmente la epidemia. Claramente, esta política del gobierno central chino y de las correspondientes autoridades locales contrasta con las erráticas y deficientes medidas que se implementan en nuestro país, donde se manipulan los datos para mostrar avances que no son claros. En estos líneas hemos reconocido los avances, pero también indicamos las posibles malinterpretaciones de los datos abiertos de la Secretaria de Salud del gobierno federal mexicano. Esto no solo sucede en México, en estos momentos, somos testigos de que en muchos países lo que sucede muestra los enormes costos de la desigualdad masiva: gobernanza inepta, desconfianza social y una enorme población de personas vulnerables incapaces de protegerse de los daños que nos afectan. 
Aquí tengo que señalar otro punto que muestra la desconfianza social. En Facebook y otras redes sociales circulan infinidad de noticias falsas y para contrarrestarlas el esfuerzo de la comunidad que las detecta es mayúsculo, en particular la comunidad científica dedica esfuerzo a luchar contra las noticias falsas. En las mismas redes circulan estas aclaraciones evidenciando la falsedad de esas noticias. Déjenme mencionar un ejemplo: circulan videos que argumentan que los termómetros de no contacto pueden dañarnos. Sí, esos que pueden ser usados en los mercados, supermercados o las oficinas o las industria, en muchos lugares para detectar fiebre. Enfatizo, es totalmente falso que puedan hacernos daño. En el laboratorio que tenemos en el IER-UNAM trabajamos con cámaras de infrarojo que pueden medir la temperatura de objetos o personas sin tener un contacto directo con lo que miden y son muy similares a esos termómetros de infarrojo. Estos aparatos, las cámaras y los termómetros, lo que hacen es detectar la ondas electromagnéticas que emitimos todos los cuerpos vivos e inanimados por el hecho de presentar una temperatura. Es decir, estos aparatos no emiten sino que reciben lo que enviamos al ambiente en cada momento. Una de las leyes de la naturaleza nos dice que todo cuerpo con una temperatura arriba del cero absoluto emite ondas electromagnéticas (para satisfacer las inquietudes sugiero buscar en línea Ley de Wien, Ley de Planck y Ley de Stefan-Boltzmann). Por lo tanto, concluyo que ese termómetro no emite solo detecta, es como nuestros ojos al captar la luz que emiten o reflejan los objetos y vemos, y por lo tanto, no nos hace algo y no puede causarnos daños. Por esta razón, me pregunto: ¿qué gana o qué beneficio obtiene la persona que alimenta la desconfianza elaborando esos videos, escritos, infografías, etc.? La verdad, no entiendo el proceder de los generadores de desconfianza y noticias falsas, pero son evidencia de una sociedad sin conocimiento y con profundas desconfianzas que llevan a creer en esas noticias falsas. Regresando a la epidemia de COVID-19 es alarmante que las inequidades generen mayores desigualdades y los que menos tienen más sufren. 
De aquí, nuevamente, invito a la corresponsabilidad de todas las personas, y más de las que si podemos, #QuédateEnCasa, que es la mejor opción, difundamos el #UsarBienElCubrebocas, y enfaticemos que el #MeCuidoParaCuidarte. Los que hemos tenido privilegios debemos cuidar de quienes no los han tenido y promover que los tengan, a eso se le llama buscar el bienestar social. 

Una versión previa de este artículo fue publicada el día 1 de Julio en el periódico la Unión de Morelos.