miércoles, 31 de enero de 2018

La basura como una expresión de evasión

La semana pasada comentaba sobre la responsabilidad compartida que tenemos al usar las cosas y disponer de los residuos. Escribí que, dado que sabemos los efectos que causan los desechos si los arrojamos sin cuidado, nuestra responsabilidad es mayor mientras más conocimiento tengamos de las consecuencias de nuestros actos. Hace algunas centurias podíamos arrojar desperdicios orgánicos a los ríos o a los océanos; pero dada la mínima cantidad de ellos los propios procesos naturales podían contender con esos desechos y minimizar el impacto que causaban las personas. Sin embargo, a lo largo de muchas generaciones los recursos naturales mermaron y los propios desechos causaron desastres que provocaron la caída de civilizaciones. Esto pudo ser el caso de nuestra antigua ciudad estado Teotihuacan.
Urgando en la librería, este fin de semana, encontré un título que llamó mi atención: “Comunicación sustentable y responsabilidad social empresarial” por Rafael Tonatiuh Ramírez y Rebeca Illiana Arévalo. De entrada me interesó porque aborda dos de los tópicos que considero fundamentales para conseguir un cambio de actitud en las personas y en las organizaciones. Al leer sus capítulos concordamos en que hoy en día,tenemos un problema claro, los que conocen los temas de sustentabilidad no han podido comunicar, y por lo tanto, difundir que los actuales procesos de disposición de los desechos o la forma de utilizar los bienes puede tener consecuencias catastróficas para la vida tal y como la conocemos.
A pesar de que vivimos en una era de información o de las vertiginosas redes sociales donde hechos sucedidos en cualquier parte del mundo pueden ser conocidos en pocos minutos en lugares a centena de miles de kilómetros de donde ocurrieron; la comunicación y difusión de los conocimientos no han sido capaces de conseguir esa vertiginosa diseminación. Así, parafraseando a Ramírez y Arévalo, el mercado, la globalización y la maximización de la rentabilidad ha provocado una sociedad orientada a la competencia, el individualismo y la evasión.
Es precisamente este aspecto de la evasión al que hoy quiero dedicar unas líneas.
Puedo decir que actualmente muchas personas evadimos nuestra responsabilidad con respecto a diversos hechos que provocamos. En esta ocasió lo ejemplificaré con la producción basura. Como comentaba la semana pasada que en la prehistoria las personas podían comer frutos y arrojar sus desechos sin mirar a donde y esta actitud no influía severamente en su entorno. Hoy este tipo de acciones al tirar lo que sobra de lo que comemos o simplemente usamos (como una bolsa para llevar las compras de la farmacia), dado el número de personas que habita el planeta, afecta el entorno por un tiempo más largo que incluso el de la vida del causante o provoca daños irreparables en periodo de escala humana. Esta situación se agrava con los productos que utilizamos día a día. Por ejemplo los plásticos basados en el PET, como las botellas de agua o de los refrescos o sodas, que compramos y llevamos a la oficina o escuela o a algún otro sitio y, aunque sabemos que una vez que la usemos tienen una vida que puede ser más larga que la nuestra, buscamos un bote de basura para evadir nuestra responsabilidad y tirarla. Es claro que con esta actitud, trasladamos nuestro compromiso con las demás personas y con otras especies a la persona que administra la oficina o escuela o lugar donde disponemos de la botella. Es decir, descargamos nuestra obligación con los otros y se la endosamos a un tercero que no usó la botella.
Este ejemplo ilustra la sencillez con la que evadimos muchas de las responsabilidades y dado que ahora sabemos lo que provocamos con el uso de artefactos o productos sin preocuparnos y ocuparnos de los destinos de los desechos podemos concluir que la basura se produce cuando evadimos nuestra responsabilidad de reusar, reciclar y reducir lo que usamos. Por supuesto, que las organizaciones también pueden evadir al producir artefactos o servicios sin trayectorias definidas para su reuso, reciclamiento o reducción.
En mi opinión, la basura es un claro ejemplo del resultado de nuestra actitud evasiva y, en cambio, el camino a la sustentabilidad implica asumir la responsabilidad que tenemos para hacer vivible nuestro entorno tanto para nosotros como para las otras especies.

Una versión previa de este artículo fue publicada el día 31 de Enero en el periódico la Unión de Morelos.

miércoles, 24 de enero de 2018

La reducción de la basura es una responsabilidad compartida


El manejo de la basura en Cuernavaca (y en la mayoría de las poblaciones de nuestro país) es uno de los problemas que más nos afectan. El manejo adecuado de los desechos sólidos urbanos (como se le llama a la basura antes de revolverla y que sea un problema prácticamente sin solución) es una de las problemáticas que parecen no resolverse al paso de las administraciones municipales. Muchos habitantes de Cuernavaca recordamos las calles llenas de basura en el año 2006 y la indiferencia del gobierno municipal de aquella época. Recuerdo que tampoco el gobierno estatal actuó con diligencia; sino más bien esperó a que asumiera la presidencia un correligionario de partido. Ya en el 2007 se otorgó un contrato a una empresa para la disposición final de la basura. Recuerdo muy bien que un grupo de ingenieros y científicos le propusimos al entonces presidente municipal electo (octubre 2006) un plan para el manejo de los residuos sólidos urbanos de la ciudad que involucraba la valorización de esos residuos y la capacitación para todas las personas de la ciudad. La idea era realmente manejar los residuos desde los hogares y disminuir su volumen al tiempo que se generaba una conciencia sobre la responsabilidad de la ciudadanía en la generación de la basura. En otras palabras un plan de gestión integral de los residuos para no convertirlos en basura. Sin embargo, no le interesó conformar comités ciudadanos, ni crear conciencia en la población, ni involucrarse en la solución de largo plazo; sino que dio un contrato a una empresa y se lavó las manos.
Las administraciones vienen se van y no resuelven los problemas, mientras nosotros, los ciudadanos, no tomamos conciencia de lo que podemos hacer y menos nos percatamos que con acciones a nuestro alcance podemos cambiar la problemática de la basura.
Existe conocimiento de frontera que indica la forma en que podemos resolver la problemática de los residuos sólidos urbanos para disminuir sus efectos negativos. En la literatura científica, en revistas especializadas y de acceso libre para toda aquella persona con Internet, existen reportes que nos indican los beneficios de un manejo integral de estos residuos. En estos estudios se ha encontrado que con frecuencia, el uso de estrategias específicas de bajo costo reduce la cantidad total de desechos y que estas estrategias se asocian principalmente a la identificación, recolección separada y compostaje de residuos orgánicos específicos, tales como los rechazos o sobrantes de vegetales y frutas en los mercados de alimentos y actividades de jardinería urbana, en este trabao se puede encontrar resultados para una población ecuatoriana que define estrategias de manejo para zonas urbanas o rurales. Otro estudio, realizado en China, nos ilustra sobre la necesidad de caracterizar los residuos para poder diseñar las estrategias adecuadas para su manejo posterior. De este último estudio se desprende la urgente necesidad de que en neustro país realicemos estudios, quizá de ciencia ciudadana, para que nosotros mismos conozcamos y diseñemos estrategias adecuadas para el manejo de nuestros residuos y no los convirtamos en basura. En el CRIM de la UNAM, en el Campus Morelos, se desarrollan proyectos de esta índole que analizan los residuos generados en las entidades académicas y se proponen estrategias para contar en el futuro con instalaciones que generen cero basura.
Déjenme hacer un recuento histórico. En la prehistoria las personas tenían actividades de cazadores recolectores, es decir, todas las personas de aquella época colectaban frutas o cazaban o pescaban, se alimentaban y dejaban las cascaras o desechos de los animales en su diario camino. Podemos decir que lo natural para las personas es desechar inmediatamente lo que ya no necesitan, sin preocuparse si esta forma de proceder causará daños, solo tirarlo. Quizás esto es lo que propicia el uso indiscriminado de productos desechables. Sin embargo, hoy sabemos que los desechos pueden causar daños a nuestro entorno y a nosotros mismos y tenemos que cambiar ese comportamiento verdaderamente primitivo. Con base enlos estudios científicos, sabemos que el arroar los desechos puede dañar nuestro entorno y algunos desechos no pueden ser incoporados nuevamente al ambiente natural rápidamente.
La reflexión sobre: a) cuál es el proceso que siguen estos productos desechables o b) qué pasa con los residuos sólidos que mandamos a la basura o c) qué pasa con las aguas que enviamos al drenaje, etc., conduce a conocimiento. Al tomar conciencia de que los procesos necesarios para que estos desechos no afecten a nuestro entorno, a otras personas o a nosotros mismos, habremos comprendido que estos procesos son difíciles de conseguir y más cuando revolvemos todos los desechos. Al revolver estamos mezclando desechos que requieren diferentes tratamientos para su reincorporación al ambiente natural. Por estas razones, se ha considerado muy conveniente reciclar, reusar y reducir estos desechos. Verdaderamente es más fácil procesarlos en el lugar donde se producen y considerar que todo producto pueda cumplir con estas premisas. Quizás algún especialista en manejo de residuos dirá que ya existen procesos más avanzados; pero estas 3R son un muy buen comienzo.
Hace siglos, quizá milenios, las personas no conocían las consecuencias de muchos de sus actos; hoy en día nosotros los conocemos y considero una obligación actuar de forma tal que no perjudiquemos a nuestros vecinos o a otras personas o a otras especies y menos a quienes todavía no han nacido y pueden sufrir daños causados por los desechos de lo que hoy utilizamos.


Una versión previa de este artículo fue publicada el día 24 de Enero en el periódico La Unión de Morelos.