miércoles, 26 de mayo de 2021

De COVID-19, energía y elecciones

Estamos a unos días de las elecciones intermedias y todavía estamos sufriendo la grave crisis económica y de salud que nos ocasionó la COVID-19. Por otro lado, estamos sufriendo una crisis que no se combate con vacunas y es el cambio climático antropogénico que estamos causando por la adicción al uso desmedido de la energía y fundamentalmente al uso de los combustibles fósiles. 
Me parece adecuado evaluar el desempeño de los actuales gobiernos en todos los niveles considerando estas dos temáticas. Por supuesto que se podrían analizar algunos otros tópicos, como el desempeño en el sector científico o en las acciones para erradicar la violencia contra las mujeres, por mencionar algunas; pero en este escrito abordaremos rápidamente el desempeño de las acciones para combatir la COVID-19 y el cambio climático.
Primeramente, quiero llamar la atención al Boletín sobre COVID-19 que ha estado emitiendo el Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM. Esta publicación periódica contiene información pertinente que puede ser consultada fácilmente por el público en general, y en especial, por el personal dedicado a salvaguardar la salud de la población.
En particular, en el boletín número 17 del volumen 2 publicado el 4 de mayo encontramos varios artículos con información valiosa para el análisis que estamos planteando.  Desde la editorial en este Boletín se afirma que el no requerir el uso del cubrebocas o mascarilla, como si la pandemia no fuera un evento que requiriera la participación activa de la población en su conjunto, ocasionó un sufrimiento innecesario a la población mexicana.
El artículo que considero más importante para esta discusión es el escrito por Alejandro Cortés Meda y Guadalupe Ponciano Rodríguez donde se menciona el impacto de los determinantes sociales de la COVID-19 en nuestro país. Este documento basado en uno previo del Dr. Héctor Hernández Bringas concluye que las inequidades como la pobreza y la falta de acceso a la atención médica influyen directamente en el riesgo de enfermar por la COVID-19 y morir a causa de este padecimiento.
Recordemos que en nuestro país, durante este siglo, el porcentaje de la población en pobreza ha oscilado entre el 40 % y el 50 %. Aunque no parezca, pero durante estos 20 años casi la mitad de la población mexicana ha vivido en condiciones de pobreza y esta situación la pone en riesgo mayúsculo ante cualquier eventualidad, como lo ha sido la COVID-19. Aunada a la situación económica, la baja escolaridad también afecta la probabilidad de muerte. En este artículo se encontró que prácticamente la mitad de las muertes se produjeron en personas con un nivel educativo máximo de primaria.
En nuestro país el número de muertes por COVID-19 supera las 200 mil personas. Sin embargo, el número de muertes no esperadas (en exceso), pero asociadas a COVID en marzo de 2021 superaba las 337 mil personas, de acuerdo con las cifras oficiales del propio gobierno federal. En poco más de un año han muerto más de 300 mil personas que vivían en México, a causa del COVID-19, cifra que en sí misma ya es un desastre para la población.
En el mismo boletín, en el artículo de Daniela Hernández Puente y colaboradores se reporta la situación de la vacunación y se puede observar que en nuestro país se sigue una tendencia similar a la global. Esto pareciera un consuelo, pero al revisar los datos de personas completamente vacunadas en la base de datos de “Our World in Data”  (ver la gráfica anexa) observamos que todavía no tenemos al 10 % de la población mexicana con esquema de vacunación completa. Es decir, mientras que en Chile y Reino Unido ya se ha vacunado a más del 30 % de su población, en nuestro país hay una deuda con más del 90 % de ella. 






Mientras observamos esta situación de la COVID-19 en nuestro país, el día lunes se anunció la compra de una refinería por parte de PEMEX a la compañía Shell en Texas. Para mí esta noticia fue totalmente desesperanzadora. En el contexto nacional, y por supuesto en el internacional, las personas que estamos atentas a la verdadera crisis que nos enfrentaremos en este siglo: el cambio climático antropogénico, no dejamos de sorprendernos por la necedad de impulsar a los combustibles fósiles como una quimera para salir de la pobreza en nuestro país. La bonanza petrolera mexicana fue dilapidada por administraciones pasadas y solo sirvió para enriquecer a unos cuantos, dejando a la mayoría de la población sumida en la pobreza, como hemos comentado. Precisamente en los primeros años de este siglo fue cuando los precios del petróleo alcanzaron máximos históricos y la producción petrolera del país alcanzó también su máximo. A partir del 2010, la disminución ha sido la tendencia en la producción del petróleo en el territorio nacional. Hoy las empresas energéticas globales están invirtiendo en fuentes renovables y, por supuesto, descontinuando sus infraestructuras basadas en combustibles fósiles. Además, los precios de las fuentes renovables de energía han ido a la baja, disminuyendo en más del 80 % en una década, lo mismo que sucede con el costo del almacenamiento en baterías. Estas son razones económicas para invertir en renovables y deshacerse de los activos en combustibles fósiles.
Por otro lado, la sociedad mexicana cada día reclama más la construcción de infraestructura adecuada en las ciudades para fomentar la movilidad no motorizada y recuperar los espacios viales dedicados a los automóviles para las personas. Este reclamo incluye un transporte público eficiente y que no emita gases contaminantes por toda la ciudad. Entre otros muchas expectativas relacionadas con la sustentabilidad y el bienestar social.
Estos últimos aspectos indican que el futuro es la eficiencia energética, las fuentes renovables de energía y la recuperación de la tranquilidad de las personas evitando las conductas que fomenten el máximo consumo. Esto último, ha sido evidenciado y mostrado su viabilidad por la crisis económica causada por la COVID-19, tenemos que aprender de las crisis.
Sirvan estas líneas para reflexionar sobre a quienes elegiremos en las próximas elecciones. Reconozco que en el pasado la situación no era buena, pero ahora tampoco, solo reitero que la responsabilidad está en la población en conjunto, en cada persona que puede, asume y decide, hagámoslo con responsabilidad e información. Votemos este 6 de junio.



Una versión previa de este artículo fue publicado el día 26 de mayo en el periódico La Unión de Morelos.

miércoles, 12 de mayo de 2021

Cómo disminuir la división en la sociedad

En este siglo hemos observado que las sociedades se polarizan, dividen y parecen que no se puede generar consenso, sino que las divisiones son irreconciliables. En nuestro país desde hace unos veinte años se han visto elecciones cerradas y parece que las opiniones se alejan. Lo mismo ha pasado en Estados Unidos y en el Reino Unido donde las decisiones políticas se toman por diferencias mínimas y las sociedades parecen polarizan. ¿Esta situación es la que abundará en el futuro? ¿Podemos como sociedades hacer algo?
En muchos de estos escritos he opinado que una alternativa sería fijar objetivos a largo plazo, donde intuitivamente parece que sí nos podemos poner de acuerdo. Repito, esta sugerencia la propongo, al igual que más personas, con base en nuestra experiencia y la propuesta parece ser adecuada.
En eso estaba pensando cuando al revisar el artículo de la semana pasada, volví a revisar la literatura y encontré que hace dos semanas se publicó otro artículo que modela el comportamiento social con un modelo matemático de agentes en una red estructurada y concluye que existen condiciones que promueven el desvanecimiento de los cúmulos polarizados y se puede llegar a un consenso.
La motivación que tuvieron D. Andersson, S. Bratsberg, A.K Ringsmuth y A.S. de Wijn colegas de Europa, radica en que desearon encontrar las condiciones para determinar cuándo puede haber una acción colectiva que enfrente a los desafíos urgentes que enfrentamos. En particular, los desafíos para gestionar de una manera sustentable y justa los recursos de uso común a gran escala son mayúsculos y dado que para cuando se puede observar el decaimiento de esos recursos puede ser ya demasiado tarde para evitar la tragedia es imperioso actuar antes. El equipo europeo considera que para resolver este tipo de problemas, se debe lograr un nivel suficiente de cooperación con una norma de comportamiento a favor de la conservación, dentro del entorno sociopolítico imperante. Por esa razón, en su estudio investigaron la dinámica transitoria del cambio de comportamiento en un modelo basado en agentes en redes estructuradas que también están expuestas a una influencia externa global. Encontraron que la polarización surge naturalmente, pero, es temporal para los agentes que actúan con abse en información y conocimiento. La velocidad de convergencia a un consenso final está controlada por la velocidad a la que se disuelven los cúmulos polarizados. Descubrieron que la tasa de convergencia se ve fuertemente afectada tanto por la conectividad de la red como por la intensidad del campo externo. Aquí el campo externo, puede ser una opinión de muy largo plazo que si encuentre consenso, digamos la necesidad de conservar el entorno natural para el futuro. Así, un campo a favor de la conservación les da a los cooperadores la ventaja de convertir lentamente a los desertores en los perímetros del cúmulo. También descubrieron que un influencer celoso y muy conectado puede convencer a los demás y acelerar enormemente la convergencia. Con esta idea en mente, actoras como Greta Thunberg y Xiye Bastida tienen un rol muy importante en el juego de intercambio de propuestas razonadas que puede contrastar contra las intervenciones dictatoriales de Trump, por ejemplo. Estas opiniones, pueden ser enfatizadas por el conocimiento como un verdadero campo externo que promueve el desvanecimiento de los cúmulos polarizados y las soluciones egoístas. 
Otro aspecto importante, es la estructura de la red. En este estudio se encontró que es necesaria una red muy conectada para promover que en los cúmulos predominen las fronteras y se disminuyan los nodos lejanos a las fronteras. En este sentido, la Internet juega un rol importante, pero parece tener una mayor influencia nuestra selección adecuada de las redes sociales a las que pertenecemos. En este sentido debemos tener redes donde las opiniones sean diversas. En este sentido reitero la frase que le escuché al Dr. Alejandro Pisanti hace algunos años: Si tu Twitter no te hace enojar dos veces al día, no es lo suficientemente diverso. Afectivamente, la buena costumbre de que en nuestras redes, como Twitter o FB, aceptemos leer y reflexionar sobre opiniones diferentes a la nuestra propiciará un mayor intercambio de ideas y, por lo tanto, fomentará el consenso. En resumen de acuerdo con el artículo, se necesitan tanto una alta conectividad como un entorno favorable para obtener rápidamente el consenso final.
Insisto, en mi opinión, para llegar a consensos debemos formular objetivos en el largo plazo donde podemos obtener acuerdos generales y con ellos, en una red altamente conectada que promueva muchos intercambios de ideas, podemos disminuir los cúmulos divisionistas para llegar a definir las acciones colectivas que requerimos. Debemos evitar las discusiones de detalle antes de acordar objetivos globales.


Una versión previa de este artículo fue publicado el día 12 de mayo en el periódico la Unión de Morelos.

miércoles, 5 de mayo de 2021

Comportamiento cooperativo, nuestra respuesta para el regreso del aislamiento del COVID-19

Con la vacunación para contender contra la COVID-19 a las personas que laboran en el sector educativo se está planeando el regreso de la población infantil, adolescente y universitaria a las actividades presenciales. Estamos a punto de iniciar una nueva forma de interaccionar en nuestros entornos cercanos. La COVID-19 nos obligó a cambiar por más de un año nuestras actividades, por un lado enfatizó nuestro aspecto egoísta al mismo tiempo que fomentaba nuestro comportamiento cooperativista. 
Me parece que tengo que explicar la frase anterior que parece contradictoria. El comportamiento, egoísta se observa en la reclusión que pudimos hacer quienes pudimos trabajar desde nuestro domicilio, sin importar lo que pudiera pasar fuera de nuestro entorno. Sin embargo, nuestro comportamiento cooperativista se manifestó de diferentes formas, al realizar compras en los comercios locales, al resguardarnos al menor síntoma de enfermedad respiratoria o al usar el cubrebocas. La población en conjunto tuvo en mayor o menor medida este tipo de actitudes.
La pregunta ahora es ¿cómo debe ser nuestro comportamiento en el regreso a las actividades presenciales? 
En esta serie de escritos he mencionado con anterioridad el “Dilema de prisionero” como un artilugio matemático para, de una manera simple, representar lo complejo del comportamiento humano. Este modelo fue empleado por Robert Axelrod para analizar la evolución del comportamiento cooperativista en la población humana[1]. Recordemos en una manera resumida este dilema: La policía arresta a dos personas y los acusa de cometer un delito. No hay pruebas suficientes para condenarlas, parece son inocentes, y, tras haberlas separado, se les interroga por separado y se les ofrece el mismo trato. Si una delata y la otra no, el que no delató será condenada a la pena de tres años, y la delatora será liberada. Si ambas delatan, ambas serán condenadas a dos años. Si ambas no delatan serán encerradas solamente seis meses. Claramente, el comportamiento egoísta prefiere delatar; sin embargo, si ambas delatan desde el punto de vista colectivo es la peor respuesta, ya que en total la sociedad pierde cuatro años de actividades de una persona, dos de cada una en la cárcel; pero ambas ganan ya solo tienen dos años. En cambio, si este juego es realizado muchas veces, es decir, se hace iterativamente, se encuentra que un comportamiento cooperativista donde ninguno delata es el que produce bienestar social, ya que solamente serán encarceladas 1 año (6 meses cada una), es decir, la sociedad gana totalmente con un comportamiento cooperativista. Este experimento se ha realizado a manera de juego tanto de forma presencial como en su versión computacional. Este modelo data ya desde mediados del siglo pasado y ha sido frecuentemente utilizado para análisis conductuales y hoy nos puede ilustrar la forma en la que debemos regresar a las actividades presenciales en diferentes entornos.
Uno de los principales retos en el esclarecimiento del comportamiento de las personas radica en poder distinguir cuando se transita de un comportamiento intuitivo de cooperación a un comportamiento intencional de cooperación. El primero, no requiere de información y conocimiento, el segundo se basa en razonamientos y reflexiones explícitas sobre el conocimiento de la situación. Es, precisamente, el comportamiento cooperativo basado en el conocimiento en el que debemos basar nuestro actuar en el regreso.
Recientemente, se publicó un trabajo precisamente sobre la transición entre un comportamiento altruista intuitivo y otro de deliberada racionalidad cooperativista. Este estudio realizado por R. Gallotti y J. Grujic se publicó en 2019 en formato de acceso abierto. En él se encontró, que aunque en la fase inicial del problema, el comportamiento intuitivo predomina muy rápidamente; mientras que la solución basada en la deliberación racional se vuelve predominante hacia la cooperación con la repetición del dilema, es decir con el tiempo. Esta transición se basa en el fomento para las acciones cooperativistas y las retroalimentaciones negativas por el actuar egoísta. El proceso de aprendizaje basado en las pruebas de los resultados positivos hacia el cooperativismo es crucial, es decir, el reforzamiento hacia la cooperación debe ser constante.
De esta manera, es muy importante que en nuestro actuar cotidiano empecemos a fomentar con retroalimentación positiva hacia el comportamiento cooperativista de nuestro entorno. 
Efectivamente, en nuestro próximo retorno a un accionar presencial con mayor número de personas, tenemos la oportunidad de transformar el comportamiento de quienes nos rodean hacia las acciones que beneficien en forma colectiva a nuestra comunidad. Con este proceder estaremos cediendo algunos beneficios a cambio de cosechar beneficios compartidos mayores. 

[1] Axelrod, Robert (2006), The Evolution of Cooperation, Perseus Books Group, ISBN 0-465-00564-0

Este artículo fue publicado el día 5 de mayo en el periódico la Unión de Morelos.