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miércoles, 2 de junio de 2021

Construyamos la familia de la humanidad

Las crisis despiertan comportamientos cooperativistas en nuestra población, con algunas excepciones. Precisamente para analizar que creencias o aspectos promueven el comportamiento cooperativo, la crisis de económica y de salud que ha provocado la COVID-19 ha sido un magnífico laboratorio social. Efectivamente, el estudio del comportamiento humano durante esta crisis nos está aportando conocimiento que puede ser útil para futuras ocasiones o para atender problemas actuales. Las actividades de investigación científica se volcaron para entender desde muchas y muy variadas perspectivas una gama muy amplia de fenómenos naturales, de la salud, nanotecnológicos, de dinámica de fluidos y por supuesto las interrogantes en el ámbito social y del comportamiento humano. Desde mi perspectiva el sector científico tecnológico (en los más amplios sentidos) se abocó a estudiar las situaciones diferentes y específicas que enfrentamos. 
Una de las preguntas que me han surgido durante este año, es acerca de cómo propiciar comportamiento cooperativista y en mi búsqueda encontré un interesante artículo publicado el pasado mes de marzo que precisamente correlaciona las creencias y la información con la cooperación. 
Este grupo motivado por el hecho que muchas personas no seguían las pautas indicadas por los expertos se preguntaron: si el hecho de identificarse con el resto de la humanidad podría predecir este comportamiento cooperativo.
Para realizar este estudio en la situación en la que nos encontramos usaron una plataforma en línea en donde lanzaron una encuesta global sobre las conductas de salud y dilemas morales relacionados con la COVID-19. La encuesta fue realizada en 5 idiomas para el mundo conectado mediante la Internet. Las respuestas fueron de diferentes países (25.42 % U.S.A, 13.40 % China, 6.98 % South Africa, 6.54 % Germany, 5.20 % U.K., 5.05 % Philippines, 4.53 % India, 4.26 % Brasil, 4.06 % Spain, 3.90 % Canadá, 20.65 % otros), con al menos 100 respuestas en diez países. La encuesta tenía preguntas que consideraban acciones altruistas como donar parte de los cubrebocas que tuvieran disponibles para su familia, comprar despensas para vecinos en situaciones de riesgo, llamar a una ambulancia para que atendiera a una persona con signos de COVID-19, entre algunas otras preguntas. En el análisis a estas preguntas se correlacionaba con algunos factores: a) contextuales que hacían referencia a la situación específica a su entorno, b) respecto al tiempo en el que se desató la pandemia, c) demográficos como género (tres opciones), educación, edad, d) factores afectivos como identificación con la comunidad o la nación, y finalmente e) la identificación con toda la humanidad que se midió de manera similar a la identificación con la comunidad o la nación (para ver detalles consultar la publicación). 
Con esta metodología, en el artículo se muestra una marcada correlación entre el comportamiento cooperativo y las identificaciones con la comunidad, la nación y fundamentalmente con toda la humanidad. En las cuatro de las cinco opciones de comportamiento cooperativo la mayor correlación se encontró en personas que se identificaban fuertemente con toda la humanidad. Mientras que solo una (llamar a una ambulancia) se encontró una mayor correlación con la edad de las personas que mostraba el comportamiento cooperativista.
El estudio explica con detalle el tratamiento estadístico de estas correlaciones mostrando que sus resultados son confiables dentro del universo analizado. Desde mi opinión, sus resultados pueden ser considerados en una primera aproximación para el desarrollo de estrategias de comunicación para fomentar el comportamiento cooperativo necesario en muchísimas situaciones que promuevan el bienestar social.
Basado en los hallazgos de este trabajo de investigación, me queda claro que debemos fomentar el concepto de “familia de la humanidad”, como lo señalan en el artículo, para promover un comportamiento hacia la cooperación. De esta manera, las acciones que tiendan a generar divisiones entre las personas no parecen ser adecuadas para fomentar el comportamiento que conduzca a mejoras en la salud pública. En mi opinión, es fundamental construir en todas las personas esta conceptualización de pertenencia a una familia de la humanidad, más que construir pertenencias a grupos y propiciar el divisionismo, para promover comportamientos que permitan construir el bienestar social. Por supuesto, el mensaje es claro, debemos fomentar esta idea de pertenencia a la humanidad para atacar, ya, la otra crisis panhumana que estamos sufriendo, el cambio climático.


Este artículo fue publicado el día 2 de junio en el periódico la Unión de Morelos.

miércoles, 5 de mayo de 2021

Comportamiento cooperativo, nuestra respuesta para el regreso del aislamiento del COVID-19

Con la vacunación para contender contra la COVID-19 a las personas que laboran en el sector educativo se está planeando el regreso de la población infantil, adolescente y universitaria a las actividades presenciales. Estamos a punto de iniciar una nueva forma de interaccionar en nuestros entornos cercanos. La COVID-19 nos obligó a cambiar por más de un año nuestras actividades, por un lado enfatizó nuestro aspecto egoísta al mismo tiempo que fomentaba nuestro comportamiento cooperativista. 
Me parece que tengo que explicar la frase anterior que parece contradictoria. El comportamiento, egoísta se observa en la reclusión que pudimos hacer quienes pudimos trabajar desde nuestro domicilio, sin importar lo que pudiera pasar fuera de nuestro entorno. Sin embargo, nuestro comportamiento cooperativista se manifestó de diferentes formas, al realizar compras en los comercios locales, al resguardarnos al menor síntoma de enfermedad respiratoria o al usar el cubrebocas. La población en conjunto tuvo en mayor o menor medida este tipo de actitudes.
La pregunta ahora es ¿cómo debe ser nuestro comportamiento en el regreso a las actividades presenciales? 
En esta serie de escritos he mencionado con anterioridad el “Dilema de prisionero” como un artilugio matemático para, de una manera simple, representar lo complejo del comportamiento humano. Este modelo fue empleado por Robert Axelrod para analizar la evolución del comportamiento cooperativista en la población humana[1]. Recordemos en una manera resumida este dilema: La policía arresta a dos personas y los acusa de cometer un delito. No hay pruebas suficientes para condenarlas, parece son inocentes, y, tras haberlas separado, se les interroga por separado y se les ofrece el mismo trato. Si una delata y la otra no, el que no delató será condenada a la pena de tres años, y la delatora será liberada. Si ambas delatan, ambas serán condenadas a dos años. Si ambas no delatan serán encerradas solamente seis meses. Claramente, el comportamiento egoísta prefiere delatar; sin embargo, si ambas delatan desde el punto de vista colectivo es la peor respuesta, ya que en total la sociedad pierde cuatro años de actividades de una persona, dos de cada una en la cárcel; pero ambas ganan ya solo tienen dos años. En cambio, si este juego es realizado muchas veces, es decir, se hace iterativamente, se encuentra que un comportamiento cooperativista donde ninguno delata es el que produce bienestar social, ya que solamente serán encarceladas 1 año (6 meses cada una), es decir, la sociedad gana totalmente con un comportamiento cooperativista. Este experimento se ha realizado a manera de juego tanto de forma presencial como en su versión computacional. Este modelo data ya desde mediados del siglo pasado y ha sido frecuentemente utilizado para análisis conductuales y hoy nos puede ilustrar la forma en la que debemos regresar a las actividades presenciales en diferentes entornos.
Uno de los principales retos en el esclarecimiento del comportamiento de las personas radica en poder distinguir cuando se transita de un comportamiento intuitivo de cooperación a un comportamiento intencional de cooperación. El primero, no requiere de información y conocimiento, el segundo se basa en razonamientos y reflexiones explícitas sobre el conocimiento de la situación. Es, precisamente, el comportamiento cooperativo basado en el conocimiento en el que debemos basar nuestro actuar en el regreso.
Recientemente, se publicó un trabajo precisamente sobre la transición entre un comportamiento altruista intuitivo y otro de deliberada racionalidad cooperativista. Este estudio realizado por R. Gallotti y J. Grujic se publicó en 2019 en formato de acceso abierto. En él se encontró, que aunque en la fase inicial del problema, el comportamiento intuitivo predomina muy rápidamente; mientras que la solución basada en la deliberación racional se vuelve predominante hacia la cooperación con la repetición del dilema, es decir con el tiempo. Esta transición se basa en el fomento para las acciones cooperativistas y las retroalimentaciones negativas por el actuar egoísta. El proceso de aprendizaje basado en las pruebas de los resultados positivos hacia el cooperativismo es crucial, es decir, el reforzamiento hacia la cooperación debe ser constante.
De esta manera, es muy importante que en nuestro actuar cotidiano empecemos a fomentar con retroalimentación positiva hacia el comportamiento cooperativista de nuestro entorno. 
Efectivamente, en nuestro próximo retorno a un accionar presencial con mayor número de personas, tenemos la oportunidad de transformar el comportamiento de quienes nos rodean hacia las acciones que beneficien en forma colectiva a nuestra comunidad. Con este proceder estaremos cediendo algunos beneficios a cambio de cosechar beneficios compartidos mayores. 

[1] Axelrod, Robert (2006), The Evolution of Cooperation, Perseus Books Group, ISBN 0-465-00564-0

Este artículo fue publicado el día 5 de mayo en el periódico la Unión de Morelos.