Desde muchos lugares en el mundo y con diferentes perspectivas se busca tener ciudades con calidad de vida, vivibles. Claramente el concepto de metrópolis, como la Ciudad de México y muchas otras megas ciudades en el mundo, que fascinó a muchas personas a principios del siglo XX es, ahora, cuestionado por la infelicidad que provocan en sus habitantes. Basta mencionar los largos trayectos de los domicilios a los lugares de trabajo, la contaminación del aire, del suelo, del agua, lumínica y sonora, los problemas de abasto de alimentos, agua y energía, entre otros muchos problemas que agobian tanto a los gobiernos como a las personas de estas grandes ciudades. Estos problemas no solo consumen tiempo que puede ser destinado al esparcimiento o a actividades productivas, sino que provoca daños a la salud física y mental de las personas. Con estas premisas en mente se ha buscado definir ciudades ideales para vivir, ciudades vivibles. En particular llamó mi atención el estudio que ha estado haciendo la Unidad de Inteligencia de “The Economist” (UIE) desde el 2013 sobre un índice para las ciudades vivibles y que acaba de dar los resultados para 2022. En este estudio para el año 2022 se analizaron tres ciudades mexicanas de un total de 172 en el mundo. En 2013 solo se analizó la Ciudad de México y obtuvo un índice ligeramente arriba del 60/100, es decir, dejaba mucho que desear como una ciudad vivible. Para este año su calificación es menor a 60/100, Querétaro alcanzó el 60/100 y Monterrey consiguió una puntuación mayor a 60/100. Muchas otras ciudades en Europa, Asia, América del Norte y Latino América alcanzan puntuaciones por arriba del 80/100 e incluso arriba del 90/100. Estas son las ciudades que podríamos analizar para convertir la ciudad o poblado en el que vivamos en un lugar con calidad de vida.
En el ámbito internacional existen múltiples indicadores con los cuales se puede comparar diversas actividades o comunidades o instituciones con sus similares en otros lugares. Desde mi punto de vista, la comparación con otras ciudades de otros lugares siempre es provechoso, ilustrativo y conlleva a definir acciones para un mejor desempeño. Sin embargo, es muy importante analizar los indicadores que puedan representar mejor la calidad de vida en un lugar. La simple copia de los indicadores no es adecuada para obtener buenos resultados, es imperioso una definición de los indicadores de acuerdo con la zona geográfica y al modo de organización que la población prefiere en cada localidad.
En particular el catálogo de la UIE analiza ciudades de todo el mundo para conocer que tan vivible es la ciudad mediante una matriz de análisis.
Me parece que a nosotros como población de ciudades nos interesa que se establezcan estrategias para que nuestras ciudades ofrezcan calidad de vida en ella y podamos disfrutar de ella. En varias ocasiones he mencionado que debemos definir indicadores para monitorizar estas estrategias. En mi opinión, la de matriz de análisis definida por la UIE es un excelente punto de partida para definir una matriz que nos ayude a definir el ideal de una ciudad vivible en nuestra entorno ambiental, económico y social específico. Enfatizo que deberíamos partir y, con base en el conocimiento de nuestros entornos, construir una matriz que nos permita monitorizar las estrategias que se instrumenten en nuestras ciudades o poblados.
Dada la definición de la matriz y de las ciudades analizadas no es raro que la mayoría de las ciudades que ocupan los primeros 10 lugares en el catálogo sean del norte global (Europa, Norteamérica, Asía, Australia) Viena, Copenague, Zúrich, Calgary y Vancouver ocupan los primeros cinco lugares, todas ellas con calificaciones por arriba del 96/100. No quiero distraer la atención de quien lee estas líneas explicando los lugares, me parece mucho más útil analizar los factores considerados en la matriz de análisis.
La matriz considera cinco categorías: a) Estabilidad, b) Cuidado de la Salud, c) Cultura y ambiente, d) Educación y e) Infraestructura. Es notable que cuatro de estas categorías se refieran a aspectos que consideramos sociales u organizacionales y no al económico. Me parece que esto indica que la parte económica impacta rotundamente en las dimensiones organizacional, social y ambiental de la sustentabilidad y que su medición puede realizarse monitorizando los resultados más que las acciones. En la parte de Estabilidad se calcula la prevalencia del pequeño crimen y del crimen con violencia. Estos dos indicadores son vitales en la actual situación de México. En el ámbito del cuidado a la salud, se evalúa tanto la viabilidad de acceso a los cuidados de salud como a su calidad tanto en el sector público como en el privado. En la parte de Cultura y ambiente, el clima de la región como de las posibilidades de adaptación de los fuereños son aspectos que en nuestro país nos podrían beneficiar. EN esta parte también se consideran los niveles de corrupción, las restricciones religiosas, los niveles de censura, la disponibilidad de actividades culturales y deportivas, así como la disponibilidad de alimentos y bebidas. En la parte de educación se evalúa tanto la educación pública como la privada con indicadores del Banco Mundial. Finalmente, en cuanto a la infraestructura se considera el transporte público, el aprovisionamiento de agua y energía, la calidad de la vivienda y su confort.
Es fundamental para transitar a ciudades sustentables que en Morelos, y en particular en Cuernavaca, se definan indicadores para evaluar las políticas que se implementen.
En mi opinión, autoridades de las ciudades que no están en este catálogo pueden empezar a definir una serie de indicadores que les permita evaluar la calidad de vida de las personas que las habitan. Una invitación especial para quienes presiden los gobiernos municipales en nuestro país para que inicien esta definición con la participación de los sectores sociales y académicos y se inicie su monitoreo a la brevedad. Con este tipo de acciones que miran a largo plazo se puede iniciar una verdadera transformación de nuestros entornos para hacerlos lugares donde el bienestar social impere.