miércoles, 22 de junio de 2022

Flexibilidad en la educación superior

Bajo el clima de violencia que hemos vivido en México desde hace más de una década, es difícil pensar en estrategia de largo aliento para promover el bienestar de toda la sociedad mexicana. Sin embargo, la planeación es una tarea que debemos hacer periódicamente y con ella definir acciones que tengan el impacto que deseamos en nuestro futuro.
Por otro lado, la pandemia, de la que parece estamos saliendo, nos ha dejado una serie de enseñanzas que podemos aprovechar. La situación que hemos enfrentado desde hace más de dos años ha sido una sacudida en la que habíamos considerado nuestra normalidad y ahora podemos cuestionarnos qué cosas, actividades o comportamientos merecen ser revisados, modificados o de plano desechados de nuestros portafolios cotidianos.
En este sentido, al de reflexionar sobre las enseñanzas que nos esta dejando la COVID-19 podemos plantearnos cambios que nos beneficien. En esta ocasión quiero reiterar que en el ámbito de la educación y de la comunicación del conocimiento tenemos “mucha leña que cortar”; pero no debemos quemarla sino transformarla en acciones adecuadas para la convivencia con otras personas y otras especies.
Hoy quiero comentar algunos aspectos en la educación superior, en la forma en la que desarrollamos actividades de aprendizaje para la juventud actual que serán quienes tomen decisiones en el futuro. Antes del cierre de la escuelas en el 2020, las actividades docentes se centraban fundamentalmente en dictar conferencias y las actividades del estudiantado se reducía pasivamente a la escucha. Estas dos conductas fueron revisadas y cuestionadas por el personal docente y por la juventud en muchas ocasiones, pero eran el modo predominante. 
Durante el confinamiento, el diseño y desarrollo de actividades de aprendizaje diferentes a la conferencia fueron el común denominador en las clases a distancia que pudieron haber cambiado incluso la relación vertical entre docente y estudiante. Fue un hecho que la juventud enseñaba el manejo de herramientas de telecomunicación. Las actividades también se modificaron.

Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México


Desde el lado docente, el aprendizaje de las herramientas para participar y dirigir reuniones mediante plataformas en línea (Zoom, Meet, Teams, Webex, etc.) fue uno de las habilidades aprendidas. El uso en general de dispositivos y programas o aplicaciones de telecomunicación se amplío significativamente en la población adulta. También la preparación de material didáctico para ser consultado a distancia y de manera asíncrona fue de las herramientas que se aprendieron y desarrollaron. En algunas ocasiones la implementación de recursos didácticos interactivos generó aprendizaje lúdico con beneficios relajantes. 
Desde la posición estudiantil, la posibilidad de adecuar los ritmos de trabajo en las actividades asíncronas condujo a una construcción responsable en el uso del tiempo. Por supuesto, también la profundización en el manejo de las herramientas de telecomunicación fue uno de los beneficios. La comunidad estudiantil pudo constatar que la información que se ha volcado en la Internet puede ser utilizada con motivos de aprendizaje y de construcción de habilidades en entornos diferente al escolar. Entre otras muchos aprendizajes para ambos sectores.
El retorno a las actividades presenciales y síncronas en las instituciones de educación superior, obliga a reflexionar qué de estos aprendizajes deben formar parte ahora de nuestra cotidiana interacción en los diferentes entornos de aprendizaje. Ya no podemos decir que el salón de clase con pizarrón y con bancas multiusos es el ambiente de aprendizaje; hoy entendemos que el entorno de aprendizaje se amplía y trasciende al entorno escolar y puede estar constituido por plataformas informáticas, bases de datos, YouTube, Facebook, Instagram, TikTok, etc. Tanto los sectores docentes como estudiantiles se han percatado que casi cualquier medio de comunicación en redes sociales mediante la Internet puede ser utilizada para compartir recursos didácticos y, por lo tanto, para construir experiencias de aprendizaje significativas. De vital importancia es considerar que la presencialidad física abona a la construcción de lo social y, por lo tanto, debemos aquilatar los beneficios que nos brindan las actividades presenciales aumentadas por las virtuales y asíncronas. 
Con esto quiero señalar que el confinamiento causado por la COVID-19 nos ha abierto las posibilidades de interacción a distancias y de manera asíncrona ampliando las posibilidades en el espacio y en el tiempo del entorno escolar. Nos ha mostrado que podemos utilizar la flexibilidad en nuestras acciones y conductas.
Por supuesto, que estas posibilidades han sido catalizadas en un sector privilegiado de la población mexicana que tiene acceso a estos recursos. Sin embargo, con la apertura de los planteles, las instituciones educativas tiene la posibilidad de poner a disposición de sus estudiantes estos recursos y de alguna manera paliar las diferencias. Estas diferencias fueron profundizadas por la pandemia y es forzoso que luchemos por resarcir los rezagos y ofertemos espacios para la cicatrización de las heridas en la sociedad que esperemos empiecen a sanar en la estructura educativa.
Las tareas no son sencillas, pero es tiempo de reflexionar, utilizar lo aprendido y actuar de manera flexible para ampliar los espectros de actuación en los entornos diversos.


Este artículo fue publicado el día 22 de junio en el periódico la Unión de Morelos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario se publicará a la brevedad.