En estos momentos en que el actual gobierno pretende hacer cambios de fondo en todas las estructuras y funciones de nuestra sociedad, donde se pretende hacer un cambio moral en la economía, parece que los desafíos que presenta la descarbonización del sector energético aterran a las dos empresas del estado en el sector. La transición energética que estamos viviendo radica de dos vertientes fundamentales: 1) el aumento del uso de fuentes renovables de energía, que son intrínsecamente variables, y 2) junto con el aumento de la electrificación en el uso final de la energía; vertientes que conjuntamente son la clave para la descarbonización de la economía en el largo plazo y con ello cumplir los compromisos para combatir el cambio climático.
Cuando digo aterran a PEMEX y a CFE me refiero a que, desde la perspectiva del actual gobierno, ellas son las responsables de proveer la energía a todo el país y de no estar bien planificada esta transición las grandes proporciones de energías renovables variables (VRE) junto la expansión de la electrificación podrían afectar la confiabilidad del actual sistema de energía.
Ante este escenario, quiero llamar la atención sobre la estrategia de flexibilización, no solo, de la oferta de energía sino también de la demanda que plantea la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA). El objetivo de la nueva estrategia es mitigar los posibles ajustes entre la oferta y la demanda inducida por la transición hacia las renovables.
Nosotros, como usuarios utilizando la ventaja que ofrecen las renovables, debemos estar conscientes que no solamente exijamos la flexibilidad en el lado de la oferta, sino que también debemos modificar nuestra demanda de energía, esto se conoce como un enfoque de flexibilidad del lado de la demanda energética. Es decir, los usuarios de la energía ahora tenemos la posibilidad de generar energía con fuentes renovables en el lugar donde se requiere, minimizando los costos y pérdidas energéticas por la transmisión del fluido eléctrico o transporte de los combustibles fósiles, y con ello contribuir a la descarbonización de la economía.
De acuerdo con IRENA, la flexibilidad del lado de la demanda se puede definir como la posibilidad de que la demanda energética pueda reducirse, aumentarse o desplazarse a un período de tiempo específico y diferente del actual para:
1) facilitar la integración de las VRE mediante la modificación de los perfiles de carga para que coincida con la generación de VRE,
2) reducir la carga máxima y la estacionalidad y
3) reducir los costos de generación de electricidad al cambiar la carga de períodos con alto precio de suministro a períodos con precios más bajos.
Para ver un ejemplo de la primera posibilidad, consideremos una lavadora programable que pueda ser ajustada para que inicie el ciclo de lavado a las 11:00 hrs y cuando la radiación solar esté disponible y pueda proveer de la energía suficiente para su funcionamiento mediante un sistema fotovoltaico. Así la demanda de energía puede coincidir con la oferta de energía en el sitio. La segunda posibilidad puede ser ilustrada, al construir edificaciones que contemplen las condiciones climáticas del entorno y disminuya en uso de los equipos de aire acondicionado. Con esta estrategia estaríamos disminuyendo la carga y la estacionalidad de nuestra demanda energética. En nuestro país el costo de la electricidad varía para algunos sectores de acuerdo con la hora del día. Por esta razón, las industrias podría modificar sus horarios y modificar sus patrones de carga, por ejemplo dar mantenimiento o descanso a algunas líneas de producción o simplemente contar con generadores eléctricos con biocombustibles que modifiquen la carga a la hora de mayor precio.
Por supuesto, coincido con los lectores que ya están comenzando a pensar que para esta flexibilización se requiere de mayor tecnología de la que ahora utilizamos y que ello implica costos adicionales de inversión. Efectivamente, así es, pero la combinación de diferentes estrategias de flexibilidad del lado de la demanda requiere de soluciones innovadoras y para ellos la demanda de ingenieros o de conocimiento especializado en el largo plazo significarán eficiencias y disminución de costo en el largo plazo. Estas soluciones incluyen el acoplamiento del sector (potencia a calor, potencia a gas y carga inteligente de vehículos eléctricos) junto con electrodomésticos inteligentes en edificios residenciales y comerciales y una respuesta activa desde la demanda energética industrial. Por supuesto que estas soluciones serán diferentes según el sector de uso final (industrial, comercial o residencial) y dependientes del lugar. De esta manera, no podemos dar soluciones universales para todas las regiones del país, pero las alternativas existen.
Quiero finalizar comentando que, el sector privado ya ha visto las bondades económicas y de independencia que brindan las fuentes renovables de energía y empiezan a vislumbrar las posibilidades de la flexibilización de su demanda energética y están caminando en esta dirección. En el sector residencial, la flexibilización parece ir de la mano con la utilización de electrodomésticos inteligentes que, para su implementación en grandes sectores, todavía se requiere de fomentar primeramente el bienestar social para que la mayoría de la población pueda contar con ellos. En el sector comercial la innovación en modelos de comercialización está abierta y con innumerables retos para todos los actores. En el sector social y gubernamental las posibilidades de innovación para la flexibilización de esta demanda puede ser muy creativa y resolver problemas añejos “pensando fuera de la caja”.
Las dos grandes empresas mexicanas en energía no deben ver la transición a las VRE como una amenaza, sino como el objetivo para verdaderamente construir el bienestar social que se les ha solicitado, mediante la democratización de la energía con la adopción e interconección de la generación distribuida a un sistema de transmisión y distribución adecuado.
Así, estas ideas ilustran que la transición energética hacia las VRE nos da la posibilidad colectiva e individual de contribuir, desde nuestras posibilidades, para contender con el cambio climático que estamos sufriendo.
Una versión previa de este artículo fue publicada el día 26 de Noviembre en el periódico la Unión de Morelos.