miércoles, 21 de octubre de 2020

Una estrategia completa

Hoy podemos decir que para la mayoría de la población mexicana el problema sigue siendo la pobreza en la que vive, en segundo plano, las consecuencias de la crisis provocada por el COVID-19 y para la comunidad científica la cancelación de la construcción de las soluciones basadas en el conocimiento de estas problemáticas que venimos arrastrando por décadas, sino por centurias.

Antes de pasar a las mayoritarias, déjenme comentar que la lucha del sector científico no es solamente en contra del desconocimiento, sino en contra de la cancelación de proyectos multianuales que pudieran ofrecer soluciones. El gobierno actual ha culpado al sector científico cuando, como lo he mencionado en diversas ocasiones, somos un sector muy minoritario al que no le han permitido percolar con sus aportaciones en la construcción de alternativas y formación de la población para que tome decisiones basadas en el conocimiento. Hoy en día el sector científico no lucha por privilegios, demanda financiamiento para poder trabajar y construir conocimiento. Los últimos reductos de posibilidades de financiamiento: los fideicomisos del sector científico parecen que con una visión miope se cancelarán y con ello el sistema científico del país pudiera ser podado de tajo sin la sabiduría de arbolista que quita lo malo y deja lo bueno. Mucha tinta ya se ha vertido dando explicaciones que justifican la existencia de algunos fideicomisos de vital importancia (científicos, culturales, de atención a desastres, etc.), pero que los oídos sordos de los diputados no quisieron entender y que posiblemente los senadores usen iguales orejeras para desoír. Estoy convencido que las personas dedicadas a la ciencia, seguiremos luchando por construir conocimiento que en algún momento esta sociedad pueda utilizar para construir bienestar social.

Déjenme pasar al tema urgentísimo, la crisis de COVID-19. Parece que en nuestro país, la estrategia ha sido abandonar a la población a su suerte en la búsqueda del sustento del día a día.

Insisto podemos aprender de las acciones tomadas en otros países. Para ser justo en mis apreciaciones tengo que decir que me pareció que el gobierno mexicano hacia durante el primer mes y medio de la pandemia en nuestro país era razonable y apuntaba a lo necesario. Esto dado que las acciones que han tenido éxito en otros lugares consisten en Prevenir, Detectar, Contener y Tratar. Estas estrategias fueron ya reportadas hace algunos meses (en ourworldindata) y hoy en día podemos ver que han dado fruto donde se han aplicado. Primeramente, la acción de prevenir incluye la generación de datos confiables y metodologías de análisis que se difunden para facilitar la comprensión del problema a la población en general. Detectar, si detectar eficiente y oportunamente los casos de COVID-19, ofreciendo las pruebas necesarias a la población abierta. La importancia de Contener la enfermedad y evitar la transmisión en los mismos centros hospitalarios es otro de los factores que disminuyen la mortandad de las personas infectadas. Finalmente, el tratamiento con la disponibilidad de camas, las unidades de cuidados intensivos, medicamentos, etc. Si analizamos estos cuatro elementos de una estrategia de acción, podemos observar que en nuestro país se adoptó parcialmente el primero, al establecer los días martes en la tarde para dar información; pero esta información no fue suficiente y no se construyó la confianza en la metodología, ya que era muy limitado el número de pruebas para la virulencia y camuflaje de la enfermedad. Así se menospreció la segunda acción: detectar. La parte de contender la enfermedad, tampoco fue abordada con prontitud y el personal médico se contagió y en los propios hospitales se contagiaban las personas. Finalmente, y como lo mencionamos la semana pasada, el gobierno mexicano selección el porcentaje de camas disponibles como su indicador. Sin embargo, al no tomar las otras medidas la estrategia no ha dado buenos resultados y ha tenido muchos desenlaces fatales.


Gráfica representando las muertes por millón de habitantes, un hecho totalmente lamentable, pero con con acciones se puede disminuir significativamente, hay responsabilidades.

Desgraciadamente es evidente la diferencia entre las fatalidades de una sociedad que adopta las cuatro estrategias y a pesar de recibir un segundo brote puede garantizar la salud de su población sufriendo un poco más de 116 muertes por millón de habitantes; a otra sociedad, como nuestro país, donde lamentamos la muerte más de 650 personas por millón de habitantes (ambos países con más de 200 días de manifestar el primer caso confirmado). Esto se puede ver claramente en la figura, por favor notemos que la escala del eje "Y" es logarítmica, indicando que los cambios son realmente grandes. Estas diferencias no solo pueden atribuirse a las condiciones de salud previa de la población, sino a que no se siguieron concienzudamente las estrategias que ya habían mostrado resultados y que en nuestro caso, teníamos la ventaja de ir aprendiendo del otro país por una ventaja simple de manifestar el primer caso algunas semanas después.

Ante esta situación, en la que no se ha implantado la estrategia completa, nosotros la población, insisto, al salir a realizar las actividades necesarias usemos cubrebocas y adoptemos las medidas de sana distancia.



Una versión previa de este artículo fue publicada el día 21 de Octubre en el periódico la Unión de Morelos

miércoles, 14 de octubre de 2020

Camas disponibles y otras desviaciones

La pandemia de COVID-19 continúa cobrando víctimas y necesitamos redoblar esfuerzos y revisar las estrategias que hemos seguido para contender con ella. En nuestro país se ha considerado el indicador del porcentaje de camas disponibles para pacientes graves de COVID-19 como un objetivo dentro de la estrategia. Es cierto que este porcentaje es importante, pero me parece que no es el indicador con el que debiéramos medir el éxito de la estrategia contra esta pandemia. Para conocer si este indicador es adecuado debemos preguntarnos: ¿para qué es necesario tener camas disponibles? La respuesta obvia es para atender a los enfermos graves y evitar que mueran. Así es, efectivamente, el indicador más duro para evaluar la estrategia es el número de personas que mueren por causas atribuibles a la pandemia.

Con estos antecedentes, es claro que la estrategia del gobierno federal contra el COVID-19 ha mantenido el porcentaje de camas disponibles dentro de parámetros aceptables; pero más claro es que el número de muertes no es para nada razonable. Aquí no hay que dar excusas, argumentos como la situación previa de la salud de la población puede dar explicaciones; pero no resultados. Hoy buscamos tener resultados más que explicaciones. Estas últimas nos sirven precisamente para diseñar estrategias y obtener resultados mediante la construcción de conocimiento ante lo desconocido.

La situación del país, marcado por una desigualdad entre la población que tiene acceso a bienestar y una mayoría que no lo tiene, implica que debemos tener estrategias para, además de contender contra el COVID-19, disminuir estas desigualdades. Estas son algunas de las características de la problemática que enfrentan los gobiernos de todos los niveles en el país.

Para mí, es claro que a principios de año, el indicador camas disponibles era importante, ya que la infraestructura del sistema de salud no era la adecuada, hay que reconocer que ningún país tenía esa infraestructura lista; pero ese enfoque era necesario para los primeros momentos. Después, y quizás antes, la estrategia de prevención era y es muy importante. Por esta razón, todavía me parece inexplicable que la estrategia del gobierno federal no use la recomendación clara y contundente del adecuado uso del cubrebocas. Por supuesto que se esperaría que se actuara con el ejemplo.

En estas fechas, mediados de octubre, los conteos de casos confirmados están creciendo y en algunos lugares presentan máximos históricos. Por ejemplo, en la Ciudad de México los casos confirmados en la semana previa son más de 12 mil, número que no se había alcanzado en toda la pandemia. En otros estados la situación es similar y el número de casos confirmados han vuelto a ser similares a los del mes de agosto, esta situación se observa en Morelos donde los casos confirmados han pasado de cien a casi trescientos en una semana (para ver los datos en una gráfica consultar esta liga). Recordemos que estos números son los mínimos, ya que es posible haya más casos no registrados. Lamentablemente, lo que se avanzó en julio y agosto, lo hemos perdido con la reapertura en septiembre.

Ante esta situación, reitero la recomendación: que nosotros como población responsable nos cuidemos y cuidemos a las otras personas usando adecuadamente el cubrebocas. La necesidad de apertura de las actividades económicas debe ser asumida por nosotros, la población en conjunto, con la responsabilidad de minimizar los riesgos de contagio.

Por otro lado, y en otro tema, la política de no invertir lo suficiente en ciencia y tecnología por parte del gobierno federal ha sido una tradición en nuestro país; por supuesto que no debemos enorgullecernos de ella. Lamentablemente el gobierno actual también ha continuado esta política igual o peor que los anteriores. La comunidad científica ha luchado siempre para que se destine un monto de inversión adecuado a este rubro, sin embargo, nunca hemos alcanzado la inversión del 1 % del PIB en ciencia tecnología e innovación. Esta misma comunidad ha afirmado en muchísimas ocasiones que la inversión debe ser a largo plazo y que la presupuestación anual no es adecuada para permitir que el conocimiento científico realmente contribuya en forma impactante al bienestar social. Esta forma de ver la situación no está siendo compartida por la dirección del CONACyT, situación que puede limitar o hacer retroceder el desarrollo de la ciencia y tecnología en el país y, por ende, impedir que el conocimiento científico promueva el bienestar social. Es labor del poder legislativo revisar las políticas de asignación de recursos o de cambios en las formas de garantizar recursos a largo plazo.

Hoy es momento que se deje el nominalismo, es claro que la realidad no se transforma por solo decirlo, la implantación de proyectos sin la correspondiente evaluación económica, ambiental y social para entender los posibles impactos positivos o negativos de estos proyecto para nada es adecuada. Para conseguir este conocimiento se requiere de personas capacitadas que generen conocimiento y lo puedan aplicar y con ello evaluar y prever las situaciones futuras.

Mientras, trabajemos para construir o evitar que se destruyan los avances logrados, por supuesto, modificar lo que se ha hecho equivocadamente y, en lo inmediato y cotidiano, no olvidemos usar adecuadamente el cubrebocas.


Este artículo fue publicado el día 14 de octubre en el periódico la Unión de Morelos.