En estos días hemos sido testigos de infinidad de eventos que muestran la violencia entre diferentes grupos sociales. La violencia entre grupos delictivos ha inundado nuestro país y la violencia sin estrategia declarada por anteriores gobiernos nos ha colocado en situaciones de franca injusticia y desesperanza. La violencia silenciosa e institucionalizada que incrementa la pobreza y los pobres causa la migración y conlleva a fanatismos plagados de pretextos reivindicadores. Las comparaciones numéricas son en este caso malas consejeras, en los recientes atentados de París murieron cuatro veces más personas que en los hechos de Ayotzinapa. Al mencionar esto podemos decir que ¿son comparables estos imperdonables eventos?, pues claro que no o claro que sí, depende de lo que estemos analizando. Lo segundo es evidente cuando decimos que los dos eventos nunca debieron pasar y, en mi opinión, deben tener al menos una consecuencia similar, en ambos los autores intelectuales y materiales deben ser encontrados y castigados. En este aspecto considero todas las personas estamos de acuerdo. En cambio, en las causas, las condiciones, condiciones de amor, odio, tristeza o justicia los eventos pueden sufrir apreciaciones muy diversas y diferentes.
Regreso al tema que considero compartido: el castigo. Estoy seguro que en algunos lectores la palabra castigo despierta muchas preguntas: ¿cómo castigarlos?, ¿bajo qué reglas castigarlos? ¿tienen justificación? ¿Hay atenuantes por la violencia ejercida? Es más la misma pregunta se puede hacer por los bombardeos hacia poblaciones civiles en cualquier parte del mundo, incluso cuando se hacen en nombre de la venganza. Los llamados daños colaterales que no preocuparon a los gobiernos del principio del milenio en México y, que en mi opinión, también deben ser juzgados, son otro ejemplo de estas acciones que invitan a la reflexión colectiva y a la toma de decisiones.
Quizás algunos otros lectores consideran también muy importante conocer las causas del comportamiento sistemáticamente violento entre diferentes grupos sociales, aquí las respuestas pueden ir desde el ámbito individual, quizá meramente psicológico, hasta considerar aspectos de desigualdad económica y social. Desde mi punto de vista tenemos que considerar todas las aristas, interacciones y dilemas de este problema de violencia entre los grupos sociales.
Para esto siempre es importante analizar qué se ha hecho con anterioridad, uno de las personas que me ha inspirado y ha coincidido con muchos de los puntos de vista que considero importantes es Jared Diamond; él en su libro “El mundo hasta ayer” (The World until Yesterday que por cierto la traducción al español deja mucho que desear) trata el tema de la paz y la guerra analizando los grandes conflictos del siglo pasado, las guerras mundiales y las disputas entre pequeños grupos humanos en la antigüedad y en la actualidad. En todas estas situaciones hay muertes, pero Diamond realiza un interesante análisis comentando las acciones reparadoras que deben realizarse después de estos conflictos armados concluyan y reflexiona sobre acciones que deben existir para procurar evitarlos. También analiza las causas de estos conflictos y con ellos esboza la complejidad de sus orígenes y motivaciones. Comenta lo que hemos visto en los últimos días por parte del gobierno francés, la sed de venganza que se ha desatado en algunos sectores europeos, como algo que debiera ser evitado. El mismo Jared Diamond llama a olvidar como parte fundamental de la solución de los conflictos y menciona específicamente el caso de Pearl Harbor como un evento a olvidar y que la respuesta de venganza hacia los japoneses no contribuyó al “buen desarrollo” de la sociedad estadounidense. Es más sugiere que no podemos responder con violencia a la violencia, pero si castigar a los culpables. Textualmente dice: “The thirst for revenge isn't nice, but it can't be ignored. It has to be understood, acknowledged and addressed-in ways other than actually taking revenge” (Esta frase en la traducción publicada por Debate al español pierde su sentido, mi traducción libre es: "La sed de venganza no es agradable, pero no puede ser ignorada. Tiene que ser entendida, reconocida y abordada en una otra manera que la verdadera venganza"). La solicitud de olvido debe ser precedida de un castigo a los directamente involucrados a “los culpables” y de ninguna manera aceptar las acciones de revancha y mucho menos la aceptación de los llamados daños colaterales. En este sentido, nuestro gobierno no puede promover este tipo de acciones, ni justificarlas.
Este tema despierta muchísimas opiniones que por supuesto no he abordado en lo corto del texto, pero espero estas líneas sirvan para motivar su discusión y convencimiento que la verdadera solución estará en atender las causas y no soluciones que simplifican la problemática en aras de pseudo-soluciones que solamente empeoran el complejo problema de la violencia entre grupos sociales.
Una versión previa de este artículo fue publicado el día 18 de Noviembre
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