Este lunes tuve profundos y agradables recuerdos de mi adolescencia. Recordé mis cascaritas o tochitos en el amplio espacio que separaba los carriles centrales de la lateral en la amplísima avenida de los Insurgentes Norte en la década de los setentas. Revisité mis clases sobre geometría analítica, lógica, ética, dibujo de imitación, biología y muchas otras; todas ellas compartidas con muchos otros adolescentes que teníamos sueños de ser médicos, arquitectos, sociólogos o físicos. Todos nosotros éramos la décima generación que estudiaba en ese plantel de la preparatoria.
A principio de semana tuve el gusto y el honor de estar en la ceremonia del inicio de los festejos del 50 aniversario de la Preparatoria 9 “Pedro de Alba” de la UNAM. La Q.F.B. Roberta Orozco Hernández, directora del plantel, me invitó a compartir este festejo. Así recordé ese fugaz período, hoy lo veo así, en aquel entonces tuve que sufrir algunos interminables soñolientos cursos, aunque también gocé de muchos otros retadores o motivadores que me permitieron continuar con mi formación académica y concluirla con éxito.
Ya lo he mencionado en otras ocasiones, la creación, establecimiento y consolidación de instituciones educativas son acciones que debemos festejar y fomentar. Celebrar 50 años de una institución educativa dedicada a los jóvenes es un motivo de congratulación que debemos compartir. La Prepa 9 forma miles de estudiantes al año y estoy seguro que durante este medio siglo ha contribuido sustancialmente a que jóvenes se conviertan en personas que propicien el bienestar tanto individual como social. Esta es una de las principales labores de nuestras instituciones educativas.
El año pasado en Morelos diversas instituciones celebramos 10, 15 y hasta 30 años de labores en nuestro estado, hecho que festejamos con alegría.
También es responsabilidad de estas instituciones, y más en el ámbito superior, mostrar madurez y contribuir a formar verdaderas personas que fomenten el bienestar social. En este sentido una de las obligaciones de estas instituciones educativas es desligarse de la concepción paternalista del estado y conseguir mediante proyectos útiles para la sociedad una parte de los recurso para formar personas críticas y autosuficientes. Debemos reconocer que es necesario construir esquemas que propicien la toma de decisiones desde las regiones locales con vista a la problemática global y esto pasa por evitar acciones como la del pasado de vergüenza donde se pasaba lista en mítines pro-gobiernistas para asegurar el empleo. Las instituciones educativas no deben propiciar este tipo de acciones para mantenerse con autoridad moral para poder criticar situaciones similares cuando sean usadas por otros con arteras intenciones de obtener ganancias ilimitadas.
Reconozco que en el esquema actual, la sociedad le ha otorgado al gobierno la tarea de financiar la educación, pero también entiendo que la actual forma de educación puede no satisfacer a muchos, por esta razón considero muy importante que la instituciones de educación superior tengan independencia para poder decidir la forma en que se imparte educación. Desde mi punto de vista, es igual y quizá de mayor importancia que estas instituciones informen con transparencia y oportunidad de los recursos de todos que usan. El día de hoy las autoridades federales auditan a nuestras instituciones y la UNAM, institución educativa donde laboro, ha considerado adecuado informar y, en consecuencia, respondemos a las autoridades federales dando información oportuna. Esta actitud para nada merma la autonomía universitaria y sí da certeza a las personas de la forma en que son usados los recursos que provienen de sus contribuciones a través del pago de impuestos.
Estoy convencido de las bondades de una educación pública consolidada y que compita con cualquier otra institución de educación superior obteniendo las mejores calificaciones en todos los aspectos. Es una obligación de estas instituciones formar personas críticas y que, en forma diversa, aporten soluciones a las tremenda problemática que nos aqueja.
Cuando veo las situaciones actuales me da tristeza, siento que les estamos dejando una sociedad enferma a estos jóvenes. Durante mi charlas con los estudiantes preparatorianos, les comentaba que cuando asistía a la Prepa 9 las puertas siempre estaban abiertas, había algunos problemas con jóvenes que no veían alternativas de movilidad social y respondían en forma antisocial agrediendo a otros jóvenes, pero las agresiones eran mínimas. Hoy, para mi dolor, encontré unas instalaciones cerradas como respuesta a una sociedad que agrede a sus semejantes. Por supuesto, esta situación de auto-encierro no es deseada, pero es necesaria para proteger a los jóvenes que han decidido estudiar para poder construir soluciones a los problemas que les heredamos.
Termino reiterando que debemos festejar el paso del tiempo de nuestras instituciones educativas, que debemos reconocer el trabajo cotidiano de muchos maestros y profesores que han dedicado su vida a la formación de jóvenes que se han convertido en adultos y que han aportado soluciones. Así también, debemos festejar los logros de los jóvenes que pasan día a día por estas instituciones y que en un futuro muy próximo, más pronto de lo que ellos imaginan, nos sustituirán.
Este artículo fue publicado el día 10 de Febrero en el periódico la Unión de Morelos.
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