Para beneficio del pueblo, el 18 de febrero el presidente, Andrés Manuel López Obrador, decretó la nacionalización del litio. Una de las motivaciones que se argumentaron fue el evitar que lo puedan explotar extranjeros, “ni de Rusia, ni de China, ni de Estados Unidos” fueron sus palabras textuales. También se mencionó que “El petróleo y el litios son de la nación” y deben ser encaminados para beneficio del pueblo.
Esta palabra “pueblo” que representa diversos conceptos como: ciudad o villa, población de menor categoría, conjuntan de personas de un lugar o región, gente común y humilde de una población. Tiene un dejo de referirse a quienes no forman parte de las élites o escogidos de una población; pero que no siempre se establece cuáles fueron los criterios para la selección. Esta palabra que, ahora, la usan muchos gobernantes que se pueden etiquetar como populistas; pero que pueden tomar diversas tonalidades o inclinaciones económicas y políticas sin pertenecer a corrientes claramente definidas. Así el populismo parece más bien un estilo de hacer política sin una clara ideología que está sorprendiendo con propuestas que destruyen las instituciones actuales. Desde mi punto de vista, estas propuestas no permiten vislumbrar las formas alternas de organización que permitirán construir bienestar social; solamente muestra la dirección que una persona señala, acercándose a lo que conocemos como dictadura.
Imagen de inteligencia artificial con el texto: "populist government and extractivist company, oil and mining" desde https://huggingface.co/spaces/stabilityai/stable-diffusion
No veo directrices, ni planeación basada en datos con miras al futuro. El promover que los beneficios de la extracción del litio sea para promover el bienestar social es una apuesta que es buena. Sin embargo, más valdría tener un plan para dejar atrás la visión extractivista de los recursos que ha provocado que la mitad de la población mexicana viva por debajo de la línea de pobreza (que es la consecuencia de solo extraer el petróleo en nuestro país) y se construya una cadena de valor para que las diferentes opciones de uso del litio, entre otras recursos del entorno mexicano, pueda generar diversidad de empleos basados en capacidades técnicas, sociales y ambientales de las diferentes regiones.
Las estrategias centralistas en la mayoría de las actividades económicas han provocado desigualdades, donde muy pocos tienen mucho y muchos tienen muy poco. En particular en el sector energético, la alta densidad energética del petróleo y de la energía nuclear alimenta la visión centralista, al facilitar una opción única. Si algo hemos aprendido en el último siglo es que la realidad es verdaderamente compleja y que la diversidad, es más que una opción, es la forma en la que la vida en la Tierra ha evolucionado. La tecnología actual del sector energético permite precisamente esa diversidad y con soluciones descentralizadas puede facilitar y construir una amplia gama de alternativas energéticas en concordancia con las capacidades humanas, económicas y naturales de los diferentes entornos en donde vivimos.
Si bien veo que las centrales fotovoltaicas son una opción mucho menos dañina que las plantas termoeléctricas o nucleares, también considero que la generación descentralizada es una opción que apunta más hacia la convivencia sustentable entre las personas y las especies que nos acompañan en este planeta.
En este sentido, es interesante como las autoridades municipales en nuestro país se organizan para analizar la diversidad de problemas que enfrentan y plantean estrategias desde lo local. Me llamó la atención como la Asociación de Ciudades Capitales de México, que agrupa a los ayuntamientos de las ciudades capitales de la México para discutir acciones de buen gobierno, propone estrategias que vislumbran futuros más allá de seis años. Es decir, van más allá de los tiempos que parecen involucrar las políticas federales. Entre las acciones que acuerdan podemos encontrar la implementación de la participación ciudadana en el desarrollo de todos los objetivos y metas de la agenda 2020-2030 para el desarrollo sostenible incluyendo la toma de decisiones, formulación de políticas y procesos de seguimiento y evaluación.
Este punto en particular, requiere de estrategias diferentes en concordancia con las características propias de cada ciudad, no son lo mismo ciudades grandes que ciudades medianas; no son lo mismo ciudades en latitudes al norte del trópico cáncer que ciudades al sur; tampoco ciudades en el desierto que en la costa. Sin embargo, el compromiso para atender los objetivos y metas de la agenda del desarrollo sustentable es patente y une. Adicionalmente, buscan unirse para conseguir fondos internacionales ya que el gobierno centralista no les brinda recursos.
Estas visiones desde lo local atendiendo a problemas globales con datos e información contrastan fuertemente con visiones centralistas, autoritarias y populistas. No quiero decir que en el ámbito de los gobiernos de ciudades no haya tendencias populistas, sino que mientras en las asociaciones se busca construir consensos que permiten construir soluciones de largo aliento, las visiones autoritarias, normalmente, no construyen, ni generan acuerdos que sobrepasan a los caudillos.