miércoles, 8 de febrero de 2023

Inteligencia Artificial del Theseus al ChatGPT


En un siglo hemos transitado de la era de la máquina a la era de la inteligencia artificial. A principios del siglo XX las preocupaciones sobre lo que pasaría si las máquinas empezaban a sustituir a las personas se pueden constatar en la obra cinematográfica, por ejemplo “Metropolis”, dirigida por Fritz Lang. Como lo he mencionado en estos textos a mediados del siglo XX, en 1953, Ray Bradbury en su novela de ciencia ficción “Farenheit 451” narraba un futuro donde había manipulación mediante conversaciones con entes artificiales. A finales del siglo XX la saga de “Terminator” también abordaba ese tema con máquinas inteligentes. Hoy, ChatGPT ha puesto estas preocupaciones en nuestro entorno cercano. Sin embargo, me parece que las actuales aplicaciones de inteligencia artificial nos muestran la puerta de entrada a un futuro en el que las conversaciones con “máquinas” o “aplicaciones” fluirán con la misma naturalidad que nuestras charlas con otras personas. El propio ChatGPT dice: "Un cerebro digital con el poder de la conversación, ChatGPT es la tecnología que está revolucionando la forma en que interactuamos con las computadoras." 
Mucho se ha escrito en estos dos últimos meses, en Internet podemos consultar una gran diversidad de artículos, videos o pódcasts sobre el tema. Por ejemplo, este martes se publicó un artículo en la sección de Ciencia del periódico “La Unión de Morelos” que edita la Academia de Ciencias de Morelos sobre el tema donde se explica de una forma sencilla el tipo de inteligencia artificial que usan estas herramientas. 
En este texto quiero comentar algunos orígenes y bondades de estas aplicaciones de inteligencia artificial para prepararnos de una mejor forma en su comprensión e incorporación a nuestras actividades cotidianas.
En 1950, Claude Shannon construyó un ratón robótico que podría resolver laberintos. Podemos decir que este es uno de los primeros ejemplos de inteligencia artificial. Ese primer robot resolvía unas 40 operaciones aritméticas con punto decimal por segundo (40 flops). El conteo de las operaciones de punto flotante que puede realizar un sistema computacional es una medida de su capacidad de cálculo. Así que en 1950, Theseus, el ratón de Shannon, realizaba unas cuantas operaciones por segundo. En los inicios de la década de 1990, una computadora para calcular y representar fenómenos en transporte de fluidos, como las estaciones de trabajo computacional de “Silicon Graphics” que usábamos en el antiguo Laboratorio de Energía Solar (hoy Instituto de Energías Renovables), realizaba millones de operaciones de punto flotante, Mflops. Los sistemas de inteligencia artificial que operan en la actualidad como Dall-E o ChatGPT, tienen una capacidad de cálculo de más de 300 millones de Petaflops (el prefijo Peta indica una magnitud multiplicada por uno y 15 ceros, mega indica solo uno y 6 ceros). Es decir, el poder computacional en menos de un siglo se ha incrementado casi infinitamente comparada con la escala humana y han permitido el desarrollo de este tipo de aplicaciones, que parecen estar al alcance de muchas personas, las posibilidades de sustituir el trabajo rutinario y potenciar el creativo afloran cada vez con mayor intensidad.
El surgimiento de estas tecnologías y su profusa difusión en la Internet está pasando por diferentes etapas que podemos visualizar como curvas de fenómenos del tipo Dunning Kruger. Estas curvas aparecen cuando en la ordenada consideramos la confianza en la herramienta y en la abscisa el conocimiento de cómo funciona la herramienta. Al considerar esta forma de análisis, nuestra confianza en la tecnología transita por diferentes fases que podemos esquematizar resumidamente en 4. Una primera fase de la  sorpresa y muy altas expectativas, lo pueden resolver todo. Un segundo estadío, donde preguntamos cómo funcionan y entendemos que estas herramientas de inteligencia artificial usan modelos probabilísticos que no tienen entendimiento de los fenómenos de lo que hacen y disminuye nuestra confianza, si no entienden ¿cómo lo hacen?, dudamos. Después hay una tercera fase de desencanto más profundo, cuando observamos que los modelos probabilísticos como ChatGPT se equivocan o comunican información errónea o Dall-E dibuja un perro con cinco patas. Posteriormente, alcanzamos una fase estable donde comprendemos que podemos aprender a usarlas de ciertas maneras y, con ello, potenciar nuestras actividades con su uso, aquilatamos su utilidad y sobrepasamos sus deficiencias. Estoy seguro de que hemos pasado por alguna de estas fases en cuanto conocemos a ChatGPT y, desde mi punto de vista, lo más relevante es transitar rápidamente a esa fase de uso adecuado de estas herramientas para usarlas.

Version simplificada del esquema de Dunning Kruger (JAdRP).



Aquí he mencionado a Dall-E, donde se crea imágenes a partir de texto, y ChatGPT, que escribe textos a partir de textos; pero existen otras herramientas similares desarrolladas por las compañías más grandes en el manejo de información. Por ejemplo, hace unas semanas un equipo de desarrollo de Google liberó información de la aplicación MusicLM que compone música a partir de texto. Este mismo objetivo lo comparte Moûsaie desarrollado por un grupo del Tecnológico de Zurich (ETH) y del Instituto Max Planck. Las herramientas de inteligencia artificial están en muchos ámbitos de las actividades humanas.
Así como vemos, actividades que nos parecían propiamente humanas: escribir a partir de una pregunta, crear un dibujo inspirado en un texto y componer música a partir de la descripción de nuestras emociones, pueden ser realizadas por sistemas con inteligencia artificial.
Ante estos hechos, la posibilidad de que las fuentes de empleo pudieran ser asignadas a estos tipos de sistemas y entonces reemplazar a la fuerza laboral humana es un hecho. Sin embargo, algunos estudios nos indican que podemos capacitar de forma flexible a las personas para que puedan transitar de una ocupación a otra o que aprendan a utilizar estas herramientas para incrementar la confiabilidad en ellas con una productividad mayor. 
Lo primero es conocerlas y usarlas de manera crítica para percatarnos de sus fortalezas y entender debilidades. Con este uso nos familiarizaremos, de manera similar como con los teléfonos inteligentes; que ya tienen de alguna forma incorporadas opciones de este tipo de inteligencia artificial. Así que les invito a jugar con estas herramientas de inteligencia artificial.
Finalmente, las instituciones de educación superior en México han incorporado a sus esquemas de formación en el nivel licenciatura de carreras en ciencias de datos o de computación. Este paso es fundamental, pero, desde mi perspectiva, hace falta un decidido apoyo para que grupos de investigación y desarrollo puedan seguir el paso de los grandes consorcios de manejo de datos en el ámbito mundial. Aquí la participación de organismos empresariales o de la sociedad civil es necesaria. Por ejemplo, las actuales deficiencias del uso en español de ChatGPT son causadas en parte por la limitada fuente de información en este idioma comparada con la información en inglés. Un trabajo que podemos hacer quienes tenemos acceso a subir información es la diseminación de información en nuestro idioma, y en otras lenguas locales, para que también sea posible utilizar estas herramientas por muchas más personas que no dominan el inglés. Así de sencillo: jugar y escribir o digitalizar imágenes o digitalizar sonidos o música. Con este objetivo tenemos a Wikimedia, usémosla.


Una versión resumida de este artículo fue publicada el día 8 de febrero en el periódico la Unión de Morelos.

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