En las últimas semanas he estado leyendo artículos, escuchando pódcast y viendo videos que nos alertan sobre el hecho de que los plásticos, en forma de micro o nanoplásticos, están en todos lados y particularmente en nuestros cuerpos. Los microplásticos o nanoplásticos son diminutas partículas, pedazos muy pequeños de los diferentes artículos, dispositivos o utensilios que usamos de este material. Por el uso de estos artículos sabemos que los plásticos son muy duraderos, pero también sabemos que se rallan o se fracturan. Estas ralladuras o fracturas originan que haya partículas muy pequeñas que pueden ser transportadas por el ambiente, suelos, agua y aire, y posteriormente almacenadas en muy diversos lugares. Inclusive estos micro o nanoplásticos se almacenan en tejidos vegetales o animales y, por supuesto, en los órganos o tejidos en nuestros cuerpos. Todavía no hay certeza sobre lo que estas diminutas partículas puedan hacer en nuestros órganos o tejidos. Sin embargo, considero importante podamos controlar las emisiones de estas partículas. Cuando digo controlar implica que podamos evitarlas, retirarlas o aumentarlas dependiendo de lo que veamos sean sus efectos en nuestros entornos ambientales o en nuestros cuerpos.
Imagen generada con inteligencia artificial mediante la frase "A whimsically futuristic home composed entirely of meticulously crafted plastic, reminiscent of the vibrant world depicted in "The Lorax." The people appear in the middle of this plastic forms. This stunning image, perhaps a digitally rendered painting, captures the essence of a utopian home made entirely of plastic materials. The imaginative structures stand out against a backdrop of lush plastic greenery, creating a visually captivating scene that speaks to the power artificial environment." en leonardo.ai
Por esta razón, me llamó la atención un artículo titulado “100 años del plástico – usando el pasado para guiar el futuro”. Este estudio analiza los flujos globales de plástico desde 1950 hasta 2020, y proyecta escenarios hasta 2050. Para realizar este estudio utilizó un método de análisis de flujo de materiales (AFM). Dividió el mundo en cuatro regiones: China, Norteamérica, UE30 y resto del mundo. Es importante mencionar que México fue incluido en Norteamérica. El AFM es una herramienta que permite rastrear el flujo de materiales a través de un sistema, desde su producción hasta su eliminación. En el caso de los plásticos, el AFM se utiliza para seguir el flujo de resina plástica, fibras y aditivos a lo largo de su ciclo de vida, desde la conversión y el uso hasta la generación de residuos y la gestión al final de su vida útil. El estudio fue aplicado en forma global a las regiones, aunque este tipo de análisis se puede aplicar a un país o sus regiones.
Dentro de los resultados en la parte histórica se encontró que la producción de plástico virgen en el mundo ha experimentado un crecimiento asombroso desde 1950, pasando de 2 millones de toneladas a 473 millones de toneladas en 2020. Este crecimiento, impulsado por su bajo costo y versatilidad, ha superado por mucho el crecimiento de la población mundial, resultando en un aumento del consumo per cápita de 1 kg a 60 kg entre 1950 y 2020. Cada persona en el mundo en promedio usa 60 kg al año de plásticos. Por supuesto, este dato promedio implica que hay personas que usan muchísimo más plástico que otras y la desigualdad es grande.
Quienes hemos vivido la última parte del siglo pasado y la primera de este sabemos que la gestión formal de residuos, mediante el reciclaje y la incineración, es un fenómeno relativamente reciente. De acuerdo con este estudio, en los últimos 20 años, China ha experimentado un aumento significativo en sus tasas de reciclaje e incineración, reduciendo la mala gestión de residuos plásticos a un 2 % estimado en 2020. América del Norte y Europa han mejorado sus tasas de gestión de residuos, pero el vertido en tiraderos o depósitos confinados sigue siendo la práctica dominante. La gestión de residuos plásticos en el resto del mundo sigue siendo un desafío, con una alta tasa de residuos mal gestionados (44 % en 2020).
En particular, la región norteamericana ha sido históricamente un importante productor de plástico virgen. Si bien su participación en la producción mundial ha disminuido en las últimas décadas, pasando del 26 % en 1990 al 16 % en 2020, la producción anual se ha mantenido relativamente estable entre 63 y 78 Mt durante los últimos 15 años. El consumo per cápita de plástico en esta región sigue siendo uno de los más altos del mundo, alcanzando los 178 kg en 2020. Este valor es superior al promedio mundial (60 kg) e incluso al de Europa (140 kg), es decir, casi tres veces el promedio mundial. La categoría de “hogar/ocio/deportes” representa una parte significativa del consumo de plástico en América del Norte, es decir, los usos individuales. También se encontró que las tasas de reciclaje de plástico en esta parte de América son bajas en comparación con otras regiones de ingresos similares. En 2020, la tasa de reciclaje era solo del 9 %, muy por debajo del 26 % de la UE30 y de la estimada en China de un 41 %. Uno de los pronósticos para México es que aunque ha mejorado la gestión de los residuos plásticos si las estrategias no cambian se tendrá la tasa de reciclaje más baja de las cuatro regiones analizadas en 2050, con solo el 11 %.
Resalto estos pronósticos ya que considero esencial realizar este tipo de análisis para las diferentes regiones del país y proporcionar datos históricos fiables que sustenten las políticas nacionales y locales sobre plásticos y podamos gestionar los usos, reciclados y disposición de los plásticos.
Claramente, tenemos la necesidad urgente de reducir la mala gestión de los residuos plásticos y controlar la incorporación de estos materiales creados por la humanidad y su inclusión en el ambiente y en todos los organismos vivos. Evitemos que los plásticos nos inunden hasta en nuestras entrañas.