La semana pasada en una reunión académica en el D.F., mis colegas me preguntaron: ¿cómo anda la situación en Cuernavaca? A lo que respondí inmediatamente, sin vacilar y desde lo más profundo de mis sentimientos: Triste. Ya para mí, después de oírme, pensé: La situación en Cuernavaca es de tristeza, ese sentimiento de angustia y desesperanza que se ha estado apoderando de los cuernavasenses es lo que anda rondando entre nosotros. Diariamente tenemos noticias de decapitados ... identifican el cadáver encontrado en la calle ... asesinan a policía ... matan a agente ministerial ... le roban una cadena a una mujer ... y muchas otras más. Todas estas noticias no eran comunes hace unos seis años; lo más lamentable es que parece nos estamos acostumbrando a oírlas y ya somos insensibles a ellas. Es más, estas reflexiones salen de todas nuestras bocas a cada momento, en nuestras conversaciones cotidianas.
Desde mi punto de vista uno de los compromisos más importantes que tiene un gobierno es garantizar la seguridad de los ciudadanos. Claramente esto ha sido desatendido por el actual gobierno y cada uno de nosotros hemos tenido que tomar acciones individuales: no salir de noche solos ... subir las bardas de nuestras casas ... usar estacionamientos durante la noche ... en lo posible no andar solos y muchas otras; pero todas ellas son ineficaces. Estas acciones no son soluciones, no van al fondo del problema. Entonces ¿cuál es la solución? Primeramente, tenemos que identificar el problema de raíz para luego formular soluciones.
En mi opinión, el gran problema que tiene nuestro país es la enorme desigualdad de los ingresos de las personas. Debemos reconocer que México es una de las 20 economías del mundo y que los parámetros macroeconómicos se han mantenido dentro de las recomendaciones internacionales; pero no se tienen los mismos resultados para los indicadores del bienestar social. Esto último es alarmante y demanda la revisión de los dogmas económicos actuales, ya que los indicadores macroeconómicos no reflejan el bienestar social y por lo tanto no pueden ser utilizados al buscar un desarrollo sustentable.
En Morelos el producto interno bruto cayó fuertemente de 2007 a 2009, aunque subió de 2009 a 2010 (datos del INEGI). Por otro lado, en 2009 el salario bruto neto promedio anual en México fue de 83 mil pesos, este valor se calcula en el sector privado incluyendo los directivos. Este dato es cinco veces menor que en un país como Holanda. La OCDE ha señalado que en México los costos impositivos sobre el salario son bajos comparados con los países de la OCDE, de hecho estos costos bajaron en México de 2009 a 2011. Esto es totalmente un contrasentido. El resultado es que en nuestro país se pagan salarios bajos y se distribuye magramente la riqueza generada, de esta manera se privilegia la contratación de personal no capacitado y se otorgan exenciones fiscales, de tal forma que la productividad no se ve premiada, sino que la economía se basa en la explotación de la mano de obra barata con costos adicionales marginales. Los salarios tan bajos en México y la pobre eficiencia en la redistribución de la riqueza por parte del gobierno son de los factores que han incrementado la violencia. Como resultado de esta política económica, la explotación de los trabajadores se realiza a una tasa insostenible y que está generando inconformidad social.
En el mundo muchas voces han reclamado por el incremento de los impuestos a los más ricos, en esta bitácora se han vertido ideas en este sentido. Sin embargo, considero que la verdadera solución no está en incrementar el pago de impuestos, sino en retribuir justamente el trabajo generado, el pago de salarios más acorde con la riqueza generada, procurando una distribución equitativa de esa riqueza.
Conseguir esta distribución del bienestar redundará en el largo plazo y no fomentará la inconformidad.
La generación de empresas basadas en el alto valor agregado, en lugar de mano de obra barata, propiciará una mayor ganancia en términos de calidad de productos que deberán ser creados por personas más preparadas con mayor capacidad de consumo. Esta situación puede tornarse en ganar ganar, siempre y cuando la ganancia se fije en términos del largo plazo, cualquier estrategia de corto plazo no es sustentable.
Lo anterior, parece utópico y por eso nuevamente me entristezco; sin embargo está sucediendo en algunas sociedades. Por esta razón, deseo que las ideas que se plasmaron en la nueva visión en Morelos, que concuerdan con lo aquí planteado, se materialicen y juntos construyamos un Morelos con bienestar social.
Este artículo fue publicado el día 12 de Septiembre
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