Durante varios años hemos sufrido en la ciudad de Cuernavaca las obras para la modificación del libramiento que pasa por ella y comunica a la Ciudad de México con Acapulco. Ahora que casi está terminado vemos que la planeación de la obra no contempló aspectos muy importantes. Ya en artículos anteriores hemos mencionado que la obra puede disminuir la emisión de gases de efecto invernadero y el tiempo que los automovilistas invierten en el trayecto; sin embargo, notamos serias deficiencias en la implementación. En mi opinión muchas de estas deficiencias son compartidas por infraestructuras construidas a lo largo de la República Mexicana. Esta situación hace que su desempeño se vea disminuido y muchas de ellas son verdaderamente simples de atender.
A lo largo del libramiento o paso express es notable la ausencia de señalamientos, por ejemplo el de “no estacionarse”. Esto es de vital importancia ya que los señalamientos propician la cultura de civilidad que se requiere para el buen desempeño de estas infraestructuras. Por otro lado, los señalamientos de límites de velocidad deben colocarse en lugares estratégicos; además, la selección inadecuada de los límites de velocidad lo único que ocasionan son enojo en los automovilistas y desobediencia generalizada; y así se fomenta una cultura de la impunidad. Este es un tema que requiere una mayor discusión; desde mi perspectiva, es uno de los errores generalizados en todo el país, al utilizar criterios de selección de velocidad paternalistas y que no fomentan la responsabilidad social.
Ahora pasemos a comentar algunos de los aspectos obvios que afectan a la población de Cuernavaca en forma sensible. Primeramente debemos aclarar que esta población es la que sufrió los inconvenientes durante la construcción de este paso y que la configuración actual no la beneficia en forma sustancial. El paso express tiene la intención de separar el flujo vehicular que pasa sin detenerse en Cuernavaca mediante dos estrechos carriles sin acotamiento. Adicionalmente hay otros tres estrechos carriles para uso local; pero también sin acotamiento; y adicionalmente, como ya lo mencioné, sin señalización de no estacionarse y, por lo tanto, con permiso para estacionarse. Considero más importante que un límite de velocidad para la seguridad es la adecuada señalización y la prohibición de estacionarse en el tercer carril, ya que no hay acotamiento. Considero que podrías ser más importante ampliar el ancho de los carriles y establecer un acotamiento sin permiso para estacionarse para garantizar la vialidad en esa sección del libramiento; pero con gusto dialogamos y argumentamos con cálculos para definir reglas seguras que fomenten la vialidad.
De por sí las reglas anteriores son importantes, pero lo realmente grave son otros aspectos que las personas responsables de definir las normas de vialidad no contemplaron con los datos correctos. Los datos de flujo vehicular indican que la mayoría de las personas que usan esa vialidad son los automovilistas locales de Cuernavaca y ellos no tienen acceso directo a la vía express. En la mayoría de las ciudades que se preocupan por sus habitantes estas vías rápidas también pueden ser usadas por los locales en los tramos más largos. Los cuernavacense no pueden usar la vía express cuando circulan entre los extremos; uso que, por cierto, no comprometería el flujo de los paseantes que no entran a Cuernavaca, dado que su uso sería entre semana y cuando el flujo de Acapulco a Ciudad de México es mucho menor del flujo de saturación para dos carriles. Por lo tanto abrir el paso express a la circulación entre norte y sur de Cuernavaca es una posibilidad real que beneficiaría al tránsito de la ciudad. Hay espacio tanto en la zona antes de Tabachines como antes de la avenida Vicente Guerrero que facilitarían la implantación de esta medida.
Otro de los aspectos muy graves es que la configuración actual imposibilita el retorno en un tramo densamente habitado y por más de 50 km (sur a norte). Este punto merece mayor atención y una amplia discusión: Argumentando razones de seguridad se ha prohibido el retorno en la mayoría de las zonas que se permitía hace algunos años en la autopista Cuernavaca Ciudad de México. Con la configuración actual un vehículo que por descuido no lea la minúscula señalización y tome el paso express cuando su destino sea Cuernavaca tendrá que recorrer más de 25 km para poder retornar, en cualquiera de las dos direcciones. Esta problemática, causada por la minúscula señalización y la intransigencia de las autoridades del transporte federal, reitero, quedaría también resuelta si se permitiera la salida y entrada al paso express después de la primera entrada pero antes de Vicente Guerrero (norte a sur ) y después del puente del distribuidor Palmira pero antes de Tabachines (sur a norte).
Por cierto esta acción también evitaría entradas muy peligrosas en el norte de Cuernavaca y aliviaría los dos tremendos cuellos de botella en la parte inferior del distribuidor Palmira. Esto último restringe a un solo carril todo el flujo actual de vehículos que salen de Cuernavaca hacia su zona conurbada de Temixco, Xochitepec y finalmente Acapulco.
Verdaderamente estas son realmente pocas en comparación de todas las posibles mejoras que se pueden hacer para este llamado paso express, invito a las autoridades federales y estatales a oír estas sugerencias y en su caso contraargumentar con cálculos de flujo detallado, en lugar de usar flujos promedio que no consideran aspectos locales e individuales causando malestar colectivo y que no resuelven la problemática para lo que se realizaron las obras.
Este artículo fue publicado el día 26 de Abril en el periódico La Unión de Morelos.