miércoles, 29 de diciembre de 2021

Breve reflexión de una década

¿Qué desearíamos para el próximo año? Es normal que en esta última semana del año reflexionemos sobre lo que ha pasado en el año y esbocemos lo que deseamos para el próximo. Les comento que durante diez diciembres he escrito en la Unión de Morelos. En estos años he planteado mis deseos y los de muchas otras personas de manera escrita. 
En el año 2011, la sociedad cuernavacense salió a las calles a reclamar que se tomaran acciones para contrarrestar la inseguridad. Pedíamos que la solución incluyera la toma de decisiones basadas en el conocimiento. El mismo tema lo retomé en diciembre del 2012, donde comentaba que la Academia Mexicana de Ciencias y el Foro Consultivo de Ciencia y Tecnología convocaban al gobierno entrante en aquel momento a fomentar en la población la cultura científica y con ello cambiar la tradicional economía mexicana basada en manufactura y producción de materias primas, en una economía basada en el conocimiento mediante la oferta de productos o servicios con valor de intercambio. 
En el año 2013, comentaba la necesidad de fomentar la lectura en general, pero fundamentalmente de textos de divulgación científica. En este tenor en diciembre de ese año, invitaba a la población en general a promover la escritura de textos científicos, literarios, filosóficos, etc. Por supuesto, que eso fue en una época anterior al Tik Tok, hoy la idea es utilizar todos los medios posibles para generar contenido que brinde información útil y alimentadora de las culturas para que podamos apreciar la diversidad y tomar decisiones. En estos años hemos visto nacer youtubers y tiktokers con enfoque de divulgación del conocimiento.
Otro de los deseos que he apuntado en los escritos enfatiza la necesidad de transitar hacia la electromovilidad o a la movilidad no motorizada. En diciembre del 2015, e incluso antes, escribía que deberíamos propugnar por tener una infraestructura adecuada para este tipo de transporte. Hace ya más de seis años era evidente lo que hoy es una realidad, las poblaciones de otros lugares están exigiendo la transición hacia la electromovilidad; mientras que en nuestro país se piensa en tener gasolina barata en lugar de apuntar hacia la transición no motorizada o eléctrica del transporte. 

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 Como sociedad nos tenemos que movilizar para promover el bienestar social

La producción de energía en cada edificio fue el tema que abordé en diciembre del 2016. La idea de que en el diseño de cada edificación se considerara la posibilidad de generar al energía que requería esa edificación para su funcionamiento, parecía algo no sencillo. Sin embargo, en la actualidad con los precios de los paneles fotovoltaicos es algo totalmente factible para muchos sectores, como los de oficinas, de servicios y educativos. Por supuesto no debemos dejar de mencionar el habitacional. Para esto es muy importante definir las reglamentaciones en las ciudades o poblados para el número de niveles de las edificaciones que les posibilite abastecer de energía para su funcionamiento.
En diciembre del 2017 preveía tiempos complicados y consideraba muy importante aprender a construir considerando las ideas y opiniones de los adversarios. Ya en ese entonces en la atmósfera social se percibían actitudes de polarización. En ese texto invitaba a concebir soluciones con un horizonte de al menos 20 años para conseguir acuerdos y entonces definir estrategias, que pudieran atender a enfoques más inmediatos, pero que vislumbraran acuerdos generales en el largo plazo. 
En el 2018, reiteraba que la generación de conocimiento impacta más allá de donde pueden pensar las personas, científicas o no. En aquel entonces comentaba como los conceptos de la física cuántica pueden ayudar a concebir modelos que permiten construir indicadores para monitorizar el camino a la sustentabilidad.
Hace dos años insistía en la definición de nuestro papel en la transición energética, promoviendo el uso de las fuentes renovables y la electrificación de la energía en el uso final. Enfatizo que la transición energética hacia la fuentes renovables nos da la posibilidad individual y colectiva contribuir en el combate al cambio climático. 
Por supuesto, hace un año el tema fue la pandemia del COVID-19, en aquel momento el proceso de vacunación en el mundo empezaba; pero todavía veíamos lejana la posibilidad de contar con vacunas para la población en general. En este momentos, en nuestro país tenemos más del 50 % de la población vacunada y se ha iniciado el refuerzo; pero todavía la pandemia no ha pasado. Por supuesto, que las enseñanzas de la pandemia han sido muchas, aunque nos han costado muchas vidas. Sin embargo, la crisis de salud, económica y social que estamos enfrentando nos ha indicado que existen formas diferentes de conducir la actividad económica reduciendo la velocidades en el uso de los recursos y que más nos vale promover la equidad con otras personas y otras especies para poder construir el bienestar social.
Con este brevísimo, repaso de algunos de los temas que nos han preocupado en esta década, observo que no ha cambiado mucho la situación, pero que considero hemos aprendido y ahora conocemos más. Por lo tanto, puedo insistir en la necesidad de construir propuestas colectivamente enfocando los problemas en el largo plazo, basando las estrategias en conocimiento y considerando que nuestro actuar  está modificando de una manera evidente la dinámica natural del planeta. Sé que es tiempo de reflexión, sirvan estas líneas para abonar y construir un mejor 2022.



Este artículo fue publicado el día 29 de Diciembre en el periódico La Unión de Morelos

miércoles, 22 de diciembre de 2021

De acciones y resultados

Estamos finalizando este segundo año de la pandemia de la COVID-19. Algunas cosas en nuestra cotidianidad parecen haber cambiado. Me atrevo a decir que la mayoría de las personas deseamos que la situación cambie y mejoren las condiciones de nuestra vida. En Chile los resultados de las elecciones auguran un cambio hacia la disminución de las desigualdades. Estas mismas esperanzas las tenía la mayoría de la población mexicana en 2018 cuando más de la mitad de las personas que votaron eligió una alternativa de esperanza. 
A tres años de gobierno, observo que el actual gobierno comunica acciones más que resultados. Es de lo más importante informar en términos de resultados. El día de ayer martes, escuche la información sobre las compras de las vacunas. Parece ser que ha habido un esfuerzo por comprar vacunas y nos informaron que ya están pronto a recibirse todas, pero no todas se han usado. Se insiste en presentar el porcentaje de personas mayores de 18 vacunadas, en lugar de presentar el porcentaje de personas mayores a los 5 años con dosis completas. Este último conjunto de la población, mayor a 5 años, es el conjunto total de personas susceptibles de ser vacunadas, con ese dato se estaría aportando una información que tiene más sentido, en lugar de presentar datos que aparentan mayor cobertura. Es de reconocer el cambio de la política al promover la vacunación y ofrecer la vacuna de refuerzo; ojalá se estén instrumentado las acciones para comprar las vacunas de refuerzo para toda la población y se esté previendo la compra de vacunas para los menores de 5 años.

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Cuidemos el futuro

Ahora hay que insistir en la necesidad de realizar pruebas en los sitios de asistencia presencial cotidiana, donde pueda haber un mayor contacto, como son las escuelas. Si ya se está realizando un esfuerzo hacia el desarrollo de una vacuna (aunque podrían haberse apoyado varias), también, aunque quizá con menor impacto, se podría orientar el esfuerzo hacia las pruebas rápidas o la detección rápida de la variante Ómicron. Estas acciones utilizarían el esfuerzo del sector científico y tecnológico en desarrollar soluciones. Desde mi perspectiva, no es lo más inteligente privilegiar el apoyo a una solución, cuando se tiene la posibilidad de hacer varios desarrollos con enfoques diferentes que pueden dar soluciones que abarquen un mayor espectro de la compleja problemática de las mutaciones de los coronavirus. En nuestro sector científico había a principios del 2020 varios grupos de investigación trabajando en desarrollo de vacunas, pero no se les apoyó. De haber sido apoyados, quizá tendríamos la posibilidad de contar con diferentes vacunas ajustadas a funcionalidades diferentes y habríamos fomentado la experiencia para hacer desarrollos acordes con la variabilidad del virus.
Ante la situación que estamos observando en otros países, es importante insistir en que la pandemia no ha pasado y que es muy probable que suframos otra ola de contagios en nuestro país.
Por otro lado, debemos continuar con los esfuerzos para atender la desigualdad social y los problemas económicos que enfrente la población mexicana. El día 23 de diciembre se dará el informe de la tasa de desocupación por parte del INEGI, la información previa no ha sido alentadora. Después de un drástico incremento de la tasa de desempleo durante mayo y septiembre del año 2020, durante este 2021 la tasa había estado disminuyendo, pero en los últimos dos meses se ha mantenido constante. Esperemos que la tasa continúe bajando para recuperar lo que la crisis económica nos ha afectado. 
También es importante mencionar que las acciones para disminuir la disparidad en los salarios son importantes, pero ahora hay que evaluar esas acciones, ya que paradójicamente el porcentaje de la población mexicana por debajo de la línea de pobreza ha aumentado. Enfatizo, los resultados son más importantes que las acciones.
Si bien en estos tres años hay ejemplos de acciones que parecen adecuadas para construir el bienestar social, hay muchas otras que no lo aparentan. Lo único que nos puede decir si las políticas han sido adecuadas son los datos. Desde mi perspectiva, tenemos que cambiar para promover una cultura de construcción de información con apertura para su escrutinio y con ello reconocer las bondades o deficiencias de las propuestas.
 A pesar de la situación continua de crisis de salud, económica y social que estamos viviendo, deseo fervientemente que podamos dejarla en el pasado. Así que los mejores deseos para quien lee estas líneas, y también para quién no las lee, durante estas fiestas de diciembre, recordando que debemos cuidarnos con cubrebocas y evitando los lugares concurridos.


Una versión previa de este artículo fue publicada el día 22 de Diciembre en el periódico La Unión de Morelos.

miércoles, 15 de diciembre de 2021

Una opción para detección de COVID-19 de casos asintomáticos

La pandemia provocada por la COVID-19 nos ha enseñado la importancia de tomar decisiones con base en información. Así se ha hecho en muchos países. Desde el inicio de la pandemia, en nuestro país, un sector de las personas que nos dedicamos a la actividad científica solicitábamos que se realizaran mayor número de pruebas para contar con información. Esta solicitud no fue aceptada y se decidió por un muestreo menos caro, pero que no aportó lo datos necesarios para definir una adecuada estrategia y evitar las muertes asociadas a esta enfermedad que sobrepasan varias veces las primeras estimaciones.
La tecnología que disponemos en la actualidad hace posible la obtención de datos que pueden aportar información al instante, es decir, en el momento y no tener que esperar a colectarlos a mano por encuestas o de alguna otra forma, almacenarlos en papel o en una forma digital para su posterior análisis, como se hacía el siglo pasado.
En la actualidad, hay muy diversos dispositivos que nos permiten medir muy diferentes variables. No olvido lo difícil que era tener un voltímetro o amperímetro a mediados del siglo pasado y hoy en día están disponibles a un precio accesible. Dentro de estos dispositivos que nos facilitan muy diversas mediciones están los relojes que pueden detectar el ritmo cardíaco y vigilan algunos parámetros durante nuestro sueño, por ejemplo de las marcas Fitbit y Apple Watch. Esta disponibilidad de dispositivos hace  posible monitorizar a muchas personas al mismo tiempo. Por supuesto, que hay protocolos para respetar la privacidad de las personas y en la investigación científica se siguen y están disponibles al público para su escrutinio.

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Los relojes inteligentes pueden ser de gran utilidad para monitorizar aspectos de la salud.

Con estas facilidades y entornos seguros, un grupo de investigación de la Universidad de Stanford usó la información de más de tres mil personas con este tipo de relojes para realizar un estudio y analizar la posibilidad de usar estos dispositivos para detectar la COVID-19. La idea es sencilla estos relojes miden la frecuencia cardíaca durante el sueño y obtienen parámetros de su variabilidad definiendo estadías del sueño. Con estas variabilidades pueden definir anomalías durante el sueño que fueron asociadas con la respuesta del cuerpo a la infección por SARS-COV2, el virus causante de a COVID-19.
Este estudio fue publicado en la revista Nature Medicine el pasado 29 de noviembre. En él se presenta un sistema de alerta y detección al instante que puede asociar algunas variaciones en el pulso cardíaco con el inicio de la COVID-19 mediante el uso de este tipo de relojes inteligentes. En particular, el artículo establece que puede detectar COVID-19 en o antes de los síntomas en aproximadamente el 80 % de los casos sintomáticos e incluso, de lo más relevante, identifica casos asintomáticos desde el punto de vista clínico. Digo este estudio es de lo más relevante que he leído, ya que puede detectar casos asintomáticos, casos que de otra manera pudieran pasar totalmente desapercibidos y contagiar a muchas personas. Aunque es difícil juzgar el número real de casos asintomáticos porque la mayoría de los estos casos nunca se someten a una prueba PCR, en este trabajo se consiguió obtener resultados prometedores en la detección de este tipo de COVID-19. En este sentido, el informe encuentra 14 de 18 casos asintomáticos presentes en el estudio mediante el registro las variaciones en los parámetros del ritmo cardíaco cerca de la fecha de la prueba y con un algoritmo detecta que estas variaciones pueden ser asociadas a la COVID-19. Es decir, se detectaban ciertas anomalías y se enviaba una alerta a la persona quién con esta alerta podía decidir hacerse una prueba PCR o de antígeno y podía salir positiva. Se encontró que si salía positiva solía presentar los síntomas unos tres días después de la alerta. Aunque en ocasiones nunca presentaron síntomas, que son los casos asintomáticos. Con estas alertas, durante los tres días de anticipación en los casos sintomáticos se evitó el contagio y para los asintomáticos la consecuente medida de aislamiento llevó a evitar mucho mayor dispersión de la enfermedad. 
Aunque hubo casos de alertas asociados a otros eventos, digamos fatigas, consumo de alcohol ejercicio intenso, etc., los avisos de alerta que evitaron contagios son de resaltar.
Este hallazgo muestra otra de las bondades de medir y compartir los datos que nos permiten desarrollar métodos de análisis para apuntar hacia el bienestar social.
Por supuesto que este tipo de dispositivos, los relojes inteligentes, no están al alcance de todas las personas y son un factor más de la desigualdad que impera en nuestras sociedades. Sin embargo, algo que un gobierno puede hacer, para reducir los efectos dañinos de las desigualdades, es hacer pruebas de antígenos a todas las personas que tengan que asistir a reuniones presenciales con periodicidad adecuada. Por ejemplo, hacer pruebas de antígenos semanales a la población docente e infantil que asiste a las escuelas. Esta medida ya fue puesta en marcha en otros países y, por supuesto el número de casos detectados aumentó, pero, con el aislamiento individual se evitaron contagios o se pudo instrumentar un cierre de actividades locales e incrementar la rapidez de vacunación en determinadas zonas. Todas estas acciones disminuyeron el número de muertes comparadas con el número de casos al ser detectados tempranamente. Es decir, hubo una acción basada en conocimiento que impactó positivamente en el bienestar de la sociedad.
Debemos aprender de las crisis, esta crisis causada por la COVID-19, nos ha permitido apreciar que con información podemos construir conocimiento y con este conocimiento tomar decisiones que beneficien a las personas directamente. Aquí la importancia de compartir la información con fines estadísticos y por supuesto respetando la confidencialidad.
Reitero, tenemos que vacunarnos cuando nos toca, usar el cubrebocas adecuadamente, evitar los lugares no ventilados y con mucha asistencia, medir, aunque sea indirectamente, la concentración de partículas producto de nuestra respiración en el aire (medir el CO2) y hacer pruebas en poblaciones que asisten a lugares confinados. En cuanto a las autoridades, debemos exigirles, la vacunación a toda persona que sea seguro hacerlo (hasta hoy mayores de 5 años), obtener datos de casos y de vacunados y, por supuesto, compartirlos para que la sociedad pueda analizarlos y construir conocimiento para tomar decisiones.

Una versión previa de este artículo fue publicada el día 15 de Diciembre en el periódico la Unión de Morelos.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Ómicron ha llegado

La semana pasada, la noticia que ha impactado al mundo es el reporte de la existencia de una variante del virus SARS-COV-2 causante de la COVID-19. A esta variante se le ha dado el nombre de Ómicron y presenta más de treinta mutaciones con respecto a la variante original o a la variante Delta que en estos momentos es la causante del mayor número de casos en el mundo.
Primero, quiero enfatizar que la detección del virus y su posterior reporte en el contexto internacional debe agradecerse al sistema médico de Sudáfrica, donde observaron cambios en la sintomatología y luego en el genoma del virus y fueron expeditos en informar de sus hallazgos. Esta información oportuna se origina en un sistema de salud con vigilancia y hábitos de detección. A los pocos días del reporte se observaron casos en otros lugares lejanos a Sudáfrica como Hong Kong, Bélgica y Alemania. Donde también existe una cultura de monitoreo, es decir, de hacer pruebas para determinar si una persona presenta en su cuerpo el SARS-COV-2 aunque pueda presentar o no los síntomas de la COVID-19. A unas dos semanas de su reporte la alerta en el mundo ha movilizado la reanudación de pruebas de detección, las medidas sanitarias que conocemos, la revacunación de la población y, en general, intensificado las labores de monitoreo de la obtención de la información relativa a esta nueva variante. 
Es importante mencionar que las farmacéuticas que desarrollaron las vacunas están en posibilidades de adecuarlas en un período de tres meses. Que es un tiempo mucho menor del que les llevó desarrollar las primeras vacunas. También es muy probable que los medicamentos que hace unas semanas se han anunciado para aliviar a una buena proporción de los casos graves puedan funcionar para esta nueva variante.


En mi opinión, en mundo está nuevamente alertado y la comunidad científica ha puesto manos a la obra para, con la experiencia previa, dar resultados más rápidamente ante este nuevo reto.
Sin embargo, es tan nueva esta variante que todavía hay incertidumbre en muchos aspectos.  Hoy, no hay suficiente información para saber si provoca enfermedad más grave, por ejemplo que la variante Delta; aunque los casos hasta ahora reportados son de enfermedad leve. No se sabe si la inmunidad adquirida por las personas que han padecido COVID-19 por alguna otra variante les protege ante la Ómicron, algunas variantes reportadas el año pasado infectaban a las personas que ya habían presentado la COVID-19 por otra variante. Tampoco hay certeza sobre si la inmunidad adquirida por las diferentes vacunas nos protege de esta variante. Parece ser que es más contagiosa; pero todavía no se tiene la certeza de su virulencia. Por todo lo anterior, la Organización Mundial de la Salud ha catalogado a Ómicron como una variante de preocupación y que debe ser monitorizada para dar respuesta a lo que todavía no conocemos y actuar en consecuencia.
Mientras, ¿Qué podemos hacer?
La verdad es que después del 2020, ya sabemos cómo actuar y por la experiencia hemos aprendido que la precaución es buena consejera. 
En el ámbito individual, el uso de los cubrebocas nos ha ayudado a sortear estos años, usémoslos adecuadamente. Recordemos a Susana Distancia, pero es importantísimo reconocer que NO es suficiente, y necesitamos evitar los lugares concurridos y cerrados, una de las acciones es ventilar profusamente las habitaciones o recintos donde convivamos con otras personas por períodos de más de 40 minutos. Una medida indirecta de la concentración de gotículas de agua producto de la respiración y posibles portadoras del virus, es el CO2. En los lugares cerrados los medidores de CO2 son instrumentos de ayuda para no sobrepasar los 800 ppm.
Como sociedad podemos solicitar que la vacuna esté disponible para toda persona donde haya sido probada. En este momento, para toda la población mayor de 5 años algunas vacunas han mostrado eficacia y seguridad, por lo tanto, se debe exigir el derecho a recibirla.
Quiero aclarar que no soy especialista en la materia; pero de lo que puedo entender de la dinámica que presentan las evoluciones de los organismos vivos, es posible hacer la hipótesis de que este virus haya mutado en un entorno de personas con baja proporción de vacunas y por el número de mutaciones no reportadas con anterioridad de una sociedad muy poco monitorizada. Por esta última razón, regreso a uno de los puntos que muchas personas solicitábamos a principios de la pandemia, el uso masivo de pruebas para contar con la información abierta que pueda ser analizada por muy diferentes especialistas y aportar al entendimiento de la dinámica, tanto del virus como de la enfermedad. Los síntomas también han cambiado con el paso del tiempo y sus cambios deben ser monitorizados.
En México, el número de pruebas de detección continua siendo de los más bajos con relación a nuestra economía y contamos con poca información de detalle del proceso de vacunación de la población en general. Desde mi perspectiva, la información abierta es fundamental para diseñar las mejores estrategias.
Si, anteriormente, se actuó de una manera y las consecuencias no fueron las deseadas, podemos modificar nuestro proceder, es importantísimo aprender de nuestros errores. 
En el ámbito individual; uso correcto de cubrebocas, sana distancia, lavado frecuente de manos y evitar aglomeraciones.
Desde los gobiernos, vacunación a toda la población mayor de 5 años, monitoreo masivo y abrir la información (como hasta ahora el de casos positivos a COVID-19 y también abrir los datos de vacunación con el mismo detalle) para su masivo análisis.
Es tiempo de rectificar y que nuestro actuar rinda resultados para que no se lastime a más personas.

Para información actualizada se puede consultar


Dra. Carol Perelman

Dr. Alejandro Macías


Una versión previa de este artículo fue publicada el día 1 de Diciembre en el periódico La Unión de Morelos.