Tenemos cuatro años desde que surgió la COVID-19 y de que llegó a nuestro país causando centenas de miles de fallecimientos y perturbaciones a la población en los ámbitos sociales y económicos de los cuales todavía no salimos del todo. Uno de los aspectos que fueron observados desde los primeros meses de la aparición de la enfermedad fue la COVID larga (Long COVID). La COVID larga “se caracteriza por la continuación o desarrollo de nuevos síntomas tres meses después de que inició la infección causada por el virus del SARS-CoV-2 en los pacientes”. Los efectos de la COVID larga pueden manifestarse de diferentes maneras, siendo las más frecuentes el agotamiento, molestias musculares, fatiga persistente y dolores en las articulaciones. Adicionalmente, se pueden presentar secuelas como la neblina mental, cambios en los hábitos de sueño, la pérdida del sentido del olfato, alteraciones en el gusto de los alimentos y cierta dificultad respiratoria. A pesar de estas alertas la COVID larga sigue siendo una alteración en la salud no muy estudiada en los países de ingresos medios y bajos. Aunque debemos comentar que tampoco se ha entendido del todo en los países con altos ingresos, pero los estudios en países como el nuestro han sido escasos. De los estudios que pude encontrar, hay uno en Malasia que encontró una mayor probabilidad de experimentar síntomas prolongados de COVID entre los grupos marginados y de bajos ingresos. Otro estudio realizado en Pakistán tuvo como objetivo determinar la prevalencia de la COVID larga y su asociación con la gravedad de la enfermedad y el estado de vacunación, encontrando correlación con la ausencia de vacunas. Con estos resultados es altamente necesario realizar este tipo de estudios en entornos de pobreza y marginación como los que tenemos en México.
Imagen generada con inteligencia artificial mediante la frase "Diego Rivera style paint of a couple of exhausted people with muscle discomfort, fatigue, joint pain, brain fog, lack of dreams and difficulty breathing" en leonardo.ai
La falta de este tipo de datos sobre la COVID larga en los países menos ricos ha dejado paralizado al sector médico, ya que escaso personal de salud reconoce la existencia de la COVID larga en estas regiones y mucho menos las formas de su tratamiento. Esta falta de datos se acentúa por los escasos diagnósticos confirmados en países como el nuestro, donde no se aplicaron el número adecuado de pruebas diagnósticas de la COVID-19. Si bien la evidencia sugiere que la prevalencia de la COVID prolongada en los países de ingresos bajos y medios podría ser similar a la de los países más ricos, se necesita más investigación para comprender mejor el impacto de la COVID larga en estos entornos.
Recordemos que un estudio realizado en México afirma que la pandemia de COVID-19 evidenció grandes desigualdades estructurales mostrando disparidades en la salud de las personas en función del nivel socioeconómico, es decir, la COVID-19 afectó proporcionalmente más a las personas con marginación socioeconómica que a los niveles superiores de ingreso. Con estos datos, se puede concluir que la mayor afectación de la COVID-19 fue en la población en pobreza en México. Dado que los hallazgos en otros países sobre la afectación de la COVID larga a estos sectores en pobreza, es de esperar que la COVID larga esté cobrando mayor factura a esta población mexicana.
Es de mínima justicia social que se dedique presupuesto para este tipo de estudios. Desde mi perspectiva, hay que financiar diversos estudios en esta dirección y no solamente crear un “mega” proyecto financiado. México es un país diverso tanto en entornos ecológicos como sociales que merecen ser considerados en la generación de conocimiento y para ello se requiere financiamiento y formación de talento en diversas áreas y contextos. Las opciones miopes que pretende restringir los estudios a solamente una opción ya han mostrado sus limitaciones, para ejemplo bastan mencionar El proyecto de los respiradores para los casos graves y El proyecto de la vacuna para prevenir la COVID-19 que no dieron en el tiempo requerido los frutos que merece la población mexicana.
En México, tenemos un sector científico profesional que, aunque restringido en número, puede aportar diversas soluciones a problemas similares en diferentes circunstancias. Ante problemas complejos, la diversidad de alternativas posibilita encontrar soluciones para cada circunstancia y ante dificultades, también, ofrece diversos caminos en esa búsqueda.
La comprensión de las características de la COVID prolongada en los diversos entornos de nuestro país conducirá a un mejor tratamiento de esas personas que silenciosamente sufren de la enfermedad larga y que no están teniendo una atención adecuada.
Este es solo un ejemplo de lo que está pasando con la generación de conocimiento en nuestro país. El retraso que tenemos con las limitaciones presupuestales en rubros científicos y tecnológicos lo padecerá nuestra juventud de hoy en su futuro. No solo es presupuesto para realizar investigación, se requiere de la demanda de empleos que generen conocimiento tanto en el sector académico como en los sectores industriales, agronómicos y de servicios en general. Con ellos se podrá construir conocimiento que responda a las muy diversas demandas de nuestras comunidades.
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