Era una mañana calurosa y seca de mayo, como todas las primeras semanas de mayo en Cuernavaca, anunciando un clima todavía más agobiante para la tarde. Estábamos en la inauguración del XXII Congreso de Investigación convocado por la Academia de Ciencias de Morelos (ACMor) y el Centro Universitario Anglo Mexicano (CUAM). Se dice fácil, veintidós años; pero hacer cada año un congreso de investigación a nivel de educación media es un verdadero logro.
Al hablar ante los asistentes manifesté mi beneplácito al ver a originadores de este movimiento, ver a Alma Ayala (CUAM) la creadora y organizadora; también estaba Saúl Villa Treviño uno de los impulsores del congreso en sus inicios. Él era coordinador del programa de veranos de investigación de la Academia de Mexicana de Ciencias que otorga becas a los ganadores del congreso. También manifesté que me daba gusto ver a todos los jóvenes participantes en el congreso, a los asesores y, por supuesto, a los miembros del presidium representantes del Centro Universitario Anglo Mexicano, de la Universidad Nacional Autónoma de México, del Centro de Estudios Autónomo de Morelos, y de la Academia de Ciencias de Morelos, en fin de estas organizaciones que llevan ya trabajando muchos años con la finalidad de motivar la ciencia en los jóvenes. En esos momentos pregunté si había jóvenes que venían a transmitir ideas nuevas, ideas diferentes algo que habían encontrado y quería difundir. Se levantaron muchas manos de adolescentes inquietos, deseosos de que comenzara el congreso, listos para enfrentar a jueces que también levantaron la mano cuando pregunté quienes estaban listos para hacer preguntas y cuestionar esos nuevos hallazgos, esas nuevas ideas. Esto es lo que son los congresos, el presentar ideas diferentes, interesantes, y novedosas ante otra persona para conocer su opinión. Oír a la opinión crítica de otros siempre ayuda a comprender más lo que encontramos o descubrimos. Esto es lo que se está haciendo en el congreso organizado por el CUAM y la ACMor, desde hace veintidós años. Actualmente podemos ver este evento como parte de un movimiento social que cada vez está tomando más fuerza, un movimiento donde la sociedad misma, los jóvenes sus representantes en este caso, están haciendo trabajos de investigación, de investigación útil, que busca resultados para problemas que les inquieta. Estos jóvenes están actuando, participando, desarrollando bajo la asesoría de sus maestros y algunos con consejos de científicos profesionales nuevas ideas y generando conocimiento científico. Todos ellos están construyendo y participando en el movimiento social que se conoce como Ciencia ciudadana, Ciencia participativa o Ciencia desde las raíces de la sociedad; las palabras son lo de menos, el hecho, la generación de conocimiento por los jóvenes, es lo importante. De este tipo de interacciones de los jóvenes con los científicos profesionales se está construyendo la verdadera sociedad del conocimiento. En este sentido festejo que las instituciones como el CUAM, el CEAM, la UNAM, las Academias Mexicana de Ciencias y ACMor se sumen a escuelas públicas y privadas de nivel medio para colaborar todos juntos y participen en este tipo de eventos para construir la sociedad de conocimiento. Esta frase que los políticos dicen mucho, pero que pocos impulsan, ahora los jóvenes participantes en el congreso la están construyendo.
La sociedad del conocimiento no va a ser posible si no participamos todos y todos generamos conocimiento. Me da mucho gusto que se organice este evento, que estemos participando para presentar nuevas ideas, para confrontar estas nuevas ideas a través del dialogo crítico y productivo. Considero debemos organizar más eventos como éste y hacerlos tradición.
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