Este primer mes del año 2017 ha presentado convulsiones sociales en nuestro país, inició con las protestas por el cambio en el precio de las gasolinas y concluye con una verdadera crisis en las relaciones México Estados Unidos. Nuestra sociedad, tanto en México como en el mundo, está presentando síntomas muy graves de un egoísmo que de no combatirlo conducirá a comportamientos intolerantes, racistas y profundamente autoritarios. Estos comportamientos tienen origen, en mi opinión, en la profunda inequidad en la que vivimos que no permite ser parte de sociedades con información de calidad. Aquellos que más tienen y que promueven el acaparamiento de la riqueza sin limitaciones no se percatan que sus actitudes solamente aumentan esta inequidad y que con ello atizan fuertemente acciones violentas.
Las acciones de Trump para suprimir la leves regulaciones que introdujo Obama para limitar los excesos de los sectores financieros, las leyes de protección al más débil y los acuerdos comerciales con algunos límites son tres ejemplos sencillos de que la política financiera de Trump solo conduce a pavimentar el camino para que los sectores más ricos del Estados Unidos obtengan ganancias lo más rápidamente posible, sin importarles el largo plazo. Otro ejemplo son sus intenciones de nombrar en el sector educativo a una persona que es abiertamente opuesta a la educación pública, aquí denota lo que busca: tener una sociedad sin educación para manipularla.
Así, por supuesto, nada es tan eficaz contra las personas similares a Trump como una sociedad informada y letrada. Dentro de sus primeras acciones podemos encontrar los silenciamientos a las agencias protectoras del ambiente o del consumidor en Estados Unidos.
Un aspecto que es muy importante de mencionar es que la prestigiosa revista de divulgación científica Scientific American se ha volcado en contra de las políticas de Trump, lo mismo ha hecho la revista Nature con sus editoriales en defensa de la divulgación del conocimiento. Todo esto porque podemos intuir que la información vertida por muchos medios periodísticos o de entretenimiento han desarrollado sus contenidos para enajenar a las personas, proveyéndolas de pseudoinformación.
Por ejemplo la infinidad de películas del apocalipsis zombie conducen a un bombardeo continuo contra la ciencia como la causante de los mayores males de la sociedad.
Lo que vemos hoy en día es un ejemplo de que las personas más egoístas han logrado aprovechar el desconocimiento de las mayorías para conducirlas a escoger, mediante la democracia, su propia marginación y pauperización. Esto es solamente posible dado que la mayoría de la población no tiene información, ni preparación para poder decidir con base en el conocimiento. Alto, aquí, por supuesto que no voy a proponer la sustitución de la democracia, sino la necesidad de construirla. Para ello primeramente se requiere informar y educar a las personas para que puedan basar sus decisiones en el conocimiento; puedan discernir cuando una información proviene de hechos y cuando proviene de hechos alternativos “alternative facts” postulados para poder imponer ideas de maneras muy sutiles.
El descontento social es claro, ya hubo muestras de votaciones por hartazgo que colocaron en puesto de toma de decisiones a personas que no tienen las capacidades para conducir una ciudad, estado o país y por las acciones de estas personas tendremos que pagar, por lo menos, una etapa de aprendizaje. Aunque puede ser que tengamos que pagar un costo elevado por sus decisiones equivocadas y desencadenen movimientos sociales o movimientos económicos mediante luchas armadas. Ambas situaciones ya han sido experimentadas por nuestra civilización y, francamente, desde mi perspectiva los precios a pagar han sido demasiado altos.
Con mi optimismo, considero todavía podemos evitar las confrontaciones; pero tenemos que definir colectivamente estrategias y llevar acciones para conseguir ser parte de una sociedad informada que decida con base en el conocimiento.
Este artículo fue publicado el día 8 de Febrero
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