El día lunes 8 de octubre asistí a la plática de Luis Tamayo Pérez sobre “El fin de la Era de la Exuberancia”, en el Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM, donde mencionó que el problema fundamental a que nos enfrentamos es que la mayoría de las personas no entendemos el crecimiento exponencial. Esta afirmación sacada de contexto y planteada como lo hago aquí, pudiera no ser entendida con la profundidad que él la discutió, abordando aspectos muy interesantes de la llamada ecosofía. El argumento consistía en explicar que el crecimiento exponencial puede causar cambios dramáticos en sistemas confinados, como la Tierra, donde estamos en un punto de posible crisis ambiental global. Comparto la preocupación de Luis Tamayo por lo que sucederá cuando se agote el suministro de energía barata del que hemos gozado en mi generación y me uno a sus esfuerzos por propugnar por un desarrollo económico sustentable. Aquí quiero ahondar sobre el crecimiento exponencial. El actual modelo económico propone un consumo creciente para tener un desarrollo creciente, esto sólo lleva a un consumo exponencial con la catástrofe para los sistemas confinados.
Déjenme hacer una regresión y contar algo del número e (o número de Euler) que se suele usar para representar el crecimiento exponencial como un ejemplo típico de los números irracionales, es decir, aquéllos que no podemos expresar como el cociente de dos números enteros. Desde la primaria nos presentaron a un número irracional al hablarnos de geometría y calcular el área y perímetro de círculos: el número π (pi). Este número que nos hacen aprender de memoria como 3.1416 y que nos dicen que no es posible escribir todas sus cifras, es un número irracional. El número e=2.7183... también es irracional y por tanto no podemos escribirlo como una razón entre dos números enteros. Entre sus múltiples aplicaciones, este número aparece cuando se trata de describir el interés compuesto. El interés que parece crecer infinitamente cuando abonamos al capital los intereses devengados en períodos de tiempo más cortos. Este número se puede obtener en forma aproximada cuando calculamos el capital resultante de pagar los intereses en tiempos cada vez más cortos. Por ejemplo, supongamos que tenemos $1.00 y que el banco nos paga el 100% anual. Si se calcula el capital más los intereses en un año, se tendría un total de $2.00, en cambio si incorporamos los intereses al capital cada seis meses tendríamos $2.25; si hiciéramos el cálculo cada mes tendríamos $2.61. Esto parece crecer y la avaricia sugeriría hacer los cálculos día con día con lo que obtendríamos $2.71; de hacerlo al minuto se obtendría $2.7183, es decir, el número e con cuatro cifras decimales. Así, podríamos decir que uno de los orígenes de este número es la ambición. Afortunadamente para los que pagamos intereses este crecimiento no conduce al infinito, pero analicemos un comportamiento voraz para ilustrar el consumismo irracional que sí conduce a un agridulce final.
Supongamos que tenemos una pila inmensa de chocolates e invitamos a unos amigos a comerlos. Los chocolates son deliciosos y cada vez deseamos comer más, así que equitativamente convenimos en que todos tomaremos el mismo número de chocolates, pero cada semana cada uno podrá tomar el doble de chocolates que la semana anterior. Dado que tenemos una pila grande de chocolates no nos preocupamos por su agotamiento, aunque el resultado final es que se nos acaban. Déjenme narrarles qué pasaría en las últimas cinco semanas de esta repartición. Cinco semanas antes de que se nos acaben, habríamos consumido solamente una porción pequeña de la pila, solamente 1/32 parte; la semana 4 antes de que se agoten los chocolates, sólo habríamos consumido 1/16. Todavía nos quedarían 15/16, por lo que aparentemente no habría preocupación. La semana 3 antes del colapso ya habríamos consumido 1/8 de la pila. A dos semanas del final, se habría consumido 1/4, pero todavía restarían 3/4. Una semana antes todavía habría la mitad de toda la pila. Finalmente nos quedamos sin chocolates. Esta narración ilustra claramente que si consumimos algo finito de una forma cada vez más creciente el desenlace de agotamiento del recurso es dramáticamente rápido. Esto está pasando en nuestros días, el tamaño de la Tierra es finito, los recursos naturales y los artificiales son finitos, y con la idea de un consumo cada vez mayor no hay cantidad que alcance y el desenlace puede tomarnos por sorpresa.
La semana pasada nos dieron la noticia que a 40km de la frontera con Estados Unidos se encontró un inmenso yacimiento de petróleo en aguas profundas. Esta noticia me recordó la que nos dieron hace cerca de 40 años cuando se anunció el descubrimiento de Cantarell (que en estos días está en vías de extinción) o la noticia de hace un siglo de que había en el subsuelo una fuente inagotable de energía: el petróleo y que con él, el desarrollo económico era inagotable. Claro que lo fue para mi generación, pero no lo será para las que siguen.
El número e es irracional, en mi opinión el consumir los recursos no renovables sin planeación, sin ver las necesidades en el largo plazo, es también irracional.
La apuesta por el uso racional de los recursos naturales es apremiante. Dentro de estas acciones está la promoción del uso de las fuentes renovables de energía. En Morelos, y en México en general, tenemos Sol, usemos la energía solar tanto para producir electricidad como para usos de calentamiento.
Este artículo fue publicado el día 10 de Octubre
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