Al ver el título de un artículo sobre el comportamiento no ético de las personas con altos ingresos recordé con coraje una situación de hace como treinta años. Al viajar en autobús de la ciudad de México a Tijuana, nos revisaron en la garita de Sonoita y los oficiales de migración pusieron especial atención a mi tocayo: un artesano nayarita que iba a vender sus pinturas en amate. Moreno y con su vestimenta tradicional blanca y cargado de coloridos dibujos sobre lienzos sepias, Antonio fue cuestionado y revisado de pies a cabeza, mientras que otros pasajeros y yo solamente fuimos interrogados con la frase: ¿de dónde eres? ¿a qué vas a Tijuana? En cambio, mi tocayo fue separado, registrado y solamente después de una ardua y minuciosa revisión de su persona y sus pertenencias fue devuelto al autobús.
Claramente esa actitud de los oficiales de migración es similar a la de muchos de nosotros cuando tenemos prejuicios sobre el comportamiento ético de individuos en condiciones de pobreza.
También quiero comentar que caminé tranquilamente por las calles de Puerto Príncipe, Haití, uno de los países más pobres del mundo y disfruté el compartir el conocimiento con los haitianos en la Universidad Estatal de Haití. La convicción de compartir el conocimiento sobre fuentes renovables de energía me han permitido tener relaciones con muchas personas en diferentes condiciones y siempre el bienestar común a prevalecido.
Sin embargo, en esta ocasión quiero comentar los hallazgos de ese estudio que me llamó la atención y que fue publicado recientemente en una de las revistas científicas de más prestigio internacional que concluye: La pertenencia a una clase social alta predice un aumento en la posibilidad de exhibir un comportamiento poco ético (Higher social class predicts increased unethical behavior, P.K. Piff, D. M. Stancato, S. Côté, R. Mendoza-Denton, y D. Keltner, Proc Natl Acad Sci U S A. 2012 March 13; 109 (11): 4086–4091) . Este resultado es totalmente contrario al prejuicio de muchos que inmediatamente juzgan a una persona por su vestimenta, habla o comportamiento.
En ese artículo se analizan siete estudios donde se utilizaron métodos experimentales y observaciones del comportamiento natural de diferentes personas. Estos estudios revelan que las personas de ingresos altos suelen comportarse con mayor frecuencia inmoralmente que los individuos de menores ingresos. En los estudios donde se observaba el comportamiento natural en situaciones citadinas, las personas de ingresos altos eran más propensas a violar la ley al conducir un automóvil, en comparación con los individuos de menores ingresos. En los estudios preparados en el laboratorio social, los individuos de mayores ingresos eran más propensos a: a) exhibir las tendencias de adopción de decisiones no éticas, b) tomar bienes costosos de otros, c) mentir en una negociación, d) engañar para aumentar sus posibilidades de obtener un premio, y e) avalar el comportamiento poco ético en el trabajo, que las personas de menores ingresos. En estos experimentos las bitácoras de los mediadores y moderadores, que participaron en ellos, demostraron que las tendencias contrarias a la ética de individuos de mayores ingresos obedecían, en parte, a su actitud más favorable hacia la codicia.
Este estudio buscó la respuesta a ¿Qué clase social es el origen más probable de la conducta ética, la clase alta o la clase baja? Claramente, examinar cómo la clase social se asocia con el comportamiento poco ético, o las acciones que dañan a otros y son ilegales o moralmente objetables para la comunidad, arrojaría luz sobre comportamientos proclives al engaño o violación a la ley. El prejuicio de que dado que las personas de menores ingresos viven en ambientes con menos recursos, una mayor amenaza a su supervivencia y más incertidumbre conduce a que ellas puedan estar más motivadas para comportarse de forma poco ética para aumentar sus recursos o superar su situación de desventaja, es falso.
En cambio, ese análisis encontró lo opuesto: actitudes más favorables de las personas de mayores ingresos hacia la codicia que genera una propensión hacia el comportamiento poco ético. Los resultados parecen indicar que el aumento de los recursos y la reducción de la dependencia de otros pueden dar lugar a valores sociales que hacen hincapié en la codicia como un aspecto positivo. Por otra parte, la educación individualista que se centra en la maximización del beneficio propio, puede llevar a la gente a ver la avaricia como algo positivo. Los individuos de mayores ingresos, que pueden ser más propensos a actuar como líderes en sus organizaciones, también pueden ser más propensos a haber recibido una formación orientada hacia lo económico y a trabajar en entornos que resaltan el interés individual.
El artículo no analiza las razones del comportamiento más propenso hacia el beneficio común de las clases bajas. Surgen aquí varias preguntas: ¿qué valores deben fomentarse para buscar un comportamiento ético? ¿la educación hacia la colectividad fomentará el comportamiento ético? ¿un afán cooperativista propicia el respeto a las leyes?
Ese artículo destruye un prejuicio, ¿cuántos más tendremos arraigados en nuestra sociedad? Considero importante analizar si los supuestos de nuestras conceptualizaciones resisten una revisión científica.
Una versión previa de este artículo fue publicada el día 11 de septiembre
Las personas con mayores ingresos o con un nivel económico alto deberían ser las que impulsen a las personas de bajos recursos para mejorar su condición y comportarse como verdaderos lideres ante la sociedad sin prejuicio alguno. Sin embargo, en general la realidad es otra y en cada uno queda el aportar un correcto comportamiento con los que nos rodean y buscar un bien común.
ResponderEliminarExcelente texto.
Me parece que los resultados de este estudio se aplican a la sociedad estadounidense, donde las leyes en principio se respetan y la impunidad es pequeña. En México yo pensaría que -además de los ricos que son codiciosos y que son delincuentes "de cuello blanco"- la mayoría de los ilícitos "de cuello azul" que terminan en la cárcel cuando los pescan, son de estratos medio-bajos. Ésto aún cuando los ricos que roban un shampoo en un súper se las arreglan para no terminar encarcelados.
ResponderEliminarOtro prejuicio que existe -y no solo en México- es que se distingue a los "europeos" (mis padres son de Europa central -ni modo; en Africa, Asia y América Originaria, me ven como tal) son tratados con deferencia, cuando se trata de saltar una cola en Indonesia, o llegar sin visa a Costa de Marfil, o acceder a una cama de hospital en Teheran, o recibir un camarote en una travesía por el lago Tanganyka, o... Yo no soy ni muy rico ni codicioso; solo las reglas absurdas (como reportes académicos trimestrales) me producen irrespeto.