En estos textos he comentado sobre la Estrategia Nacional de Energía (ENE) establecida en el 2013 para el 2027. Es tiempo que se establezca la estrategia para los próximos quince años. En este sentido, la anterior estrategia abrió opciones muy interesantes al abrir a la discusión los regímenes de tarifas, también cuestionaba la dependencia de la forma de abastecernos de energía solamente con los hidrocarburos e impulsaba ligeramente el uso de las fuentes renovables de energía. En mi opinión debemos enfatizar más el uso de las fuentes renovables. Ante esta afirmación inmediatamente surge la pregunta ¿por qué vamos a enfatizar el aspectos de las fuentes renovables?
En primer lugar, porque el problema de satisfacer la demanda energética en nuestro país tiene que ser en un marco de un desarrollo sustentable, no podemos seguir contemplando el desarrollo para unos cuantos y solamente para los que habitamos en este tiempo, tenemos que propiciar un desarrollo de toda la gente y contemplar las restricciones del ambiente así como contemplar que la igualdad de oportunidades también sea para las generaciones futuras. El ambiente restringe el desarrollo, en la actualidad los costos de algunos productos deben contemplar los posibles daños al ambiente que producen. En particular el problema del abasto energético debe ser abordado desde la perspectiva de los cuatro pilares de la sustentabilidad: uno precisamente el medio ambiente, el económico, el social y por supuesto el institucional. Este último tiene que ver con aspectos de las normas y reglas que deberán ser definidas en la reglamentación secundaria de la llamada Reforma Energética. Necesitamos leyes que fomenten el uso racional y eficiente de la energía, que contemplen su distribución para todos los mexicanos, que genere riqueza para todos, no solo para unos cuantos.
Hoy en México estamos en un punto crucial y la Secretaria de Energía precisamente tiene una Subsecretaría de “Planeación y Transición Energética”, que ha señalado rumbos hacia las fuentes renovables. En el mundo, recientemente se han puesto en marcha diferentes plantas generadoras de energía eléctrica a partir de la energía solar. Todas ellas con capacidades mayores a los 200 MW. Es decir, en el mundo hay una estrategia clara de incremento en el uso de la energía solar. Estas plantas ocupan extensas porciones de tierra, que no están disponible en todo el país por igual. Sin embargo en la parte donde la tierra tiene otros usos, la generación distribuida solar puede utilizar los techos de nuestras edificaciones abaratando los costos de instalación y distribución. Actualmente los particulares solamente podemos generar la energía que consumimos; explorar la posibilidad del pago de la energía producida en exceso e inyectada a la red fomentaría el uso de sistemas fotovoltaicos para la producción de electricidad es uno de los aspectos a considerarse en el ENE. Esto último generaría la creación de pequeñas empresas de instaladores que utilizaría mano de obra capacitada fomentando la economía de las diferentes regiones.
No podemos abordar el problema energético desde la parte del abasto; tenemos que ver los flujos, tenemos que ver cómo van los flujos de una energía de un lugar a otro, cómo se trasmite y por otro lado tenemos que ver cuál es la estructura de nuestro sistema energético. Es decir, no basta con estudiar la disponibilidad energética, no basta con saber cuáles son nuestras reservas de hidrocarburos, no basta con conocer el potencial solar o el eólico, tenemos que optimizar los flujos de energía de un lugar a otro. Si usamos fuentes renovables de energía, ellas están distribuidas, y por lo tanto, pueden disminuir los costos de transmisión.
Uno de los problemas de las fuentes renovables es su intermitencia. En este punto es muy importante invitar a los colegas científicos y tecnólogos a desarrollar sistemas de almacenamiento que cumplan con los criterios de sutentabilidad. La ENE podría promover este tipo de investigación y desarrollo tecnológico.
El reto mayúsculo de almacenar energía de las fuentes renovables para la gran potencia es un problema abierto en el ámbito mundial, al que podríamos contribuir. En México tenemos la fortaleza de estar y de conocer la frontera de la ciencia en estos tópicos. Los programas actuales de ciencia, tecnología e innovación en estos tópicos construidos por Secretaría de Energía y el CONACyT: los Centros Mexicanos de Innovación en Energía apuntan hacia el desarrollo de las energías solar, eólica y geotérmica. Quizá un apoyo específico para el almacenamiento sería prometedor.
Tenemos que resolver el problema del almacenamiento de energía si queremos ver un transporte movido por fuentes renovables.
Entonces, debemos generar conocimiento en todas estas áreas: almacenamiento, transmisión inteligente y la estructura misma de los sistemas energético y por supuesto ciencia de materiales, ingeniería de procesos. ¿Para qué? Para tener un sistema que contemple todos los puntos de la energía: el abasto, el flujo y la estructura en un marco donde propiciemos desarrollo sustentable, contemplando la economía, el ambiente, la sociedad y las instituciones. Estamos en la definición de la estrategia Nacional de Energía, estamos a tiempo para planear.
En primer lugar, porque el problema de satisfacer la demanda energética en nuestro país tiene que ser en un marco de un desarrollo sustentable, no podemos seguir contemplando el desarrollo para unos cuantos y solamente para los que habitamos en este tiempo, tenemos que propiciar un desarrollo de toda la gente y contemplar las restricciones del ambiente así como contemplar que la igualdad de oportunidades también sea para las generaciones futuras. El ambiente restringe el desarrollo, en la actualidad los costos de algunos productos deben contemplar los posibles daños al ambiente que producen. En particular el problema del abasto energético debe ser abordado desde la perspectiva de los cuatro pilares de la sustentabilidad: uno precisamente el medio ambiente, el económico, el social y por supuesto el institucional. Este último tiene que ver con aspectos de las normas y reglas que deberán ser definidas en la reglamentación secundaria de la llamada Reforma Energética. Necesitamos leyes que fomenten el uso racional y eficiente de la energía, que contemplen su distribución para todos los mexicanos, que genere riqueza para todos, no solo para unos cuantos.
Hoy en México estamos en un punto crucial y la Secretaria de Energía precisamente tiene una Subsecretaría de “Planeación y Transición Energética”, que ha señalado rumbos hacia las fuentes renovables. En el mundo, recientemente se han puesto en marcha diferentes plantas generadoras de energía eléctrica a partir de la energía solar. Todas ellas con capacidades mayores a los 200 MW. Es decir, en el mundo hay una estrategia clara de incremento en el uso de la energía solar. Estas plantas ocupan extensas porciones de tierra, que no están disponible en todo el país por igual. Sin embargo en la parte donde la tierra tiene otros usos, la generación distribuida solar puede utilizar los techos de nuestras edificaciones abaratando los costos de instalación y distribución. Actualmente los particulares solamente podemos generar la energía que consumimos; explorar la posibilidad del pago de la energía producida en exceso e inyectada a la red fomentaría el uso de sistemas fotovoltaicos para la producción de electricidad es uno de los aspectos a considerarse en el ENE. Esto último generaría la creación de pequeñas empresas de instaladores que utilizaría mano de obra capacitada fomentando la economía de las diferentes regiones.
No podemos abordar el problema energético desde la parte del abasto; tenemos que ver los flujos, tenemos que ver cómo van los flujos de una energía de un lugar a otro, cómo se trasmite y por otro lado tenemos que ver cuál es la estructura de nuestro sistema energético. Es decir, no basta con estudiar la disponibilidad energética, no basta con saber cuáles son nuestras reservas de hidrocarburos, no basta con conocer el potencial solar o el eólico, tenemos que optimizar los flujos de energía de un lugar a otro. Si usamos fuentes renovables de energía, ellas están distribuidas, y por lo tanto, pueden disminuir los costos de transmisión.
Uno de los problemas de las fuentes renovables es su intermitencia. En este punto es muy importante invitar a los colegas científicos y tecnólogos a desarrollar sistemas de almacenamiento que cumplan con los criterios de sutentabilidad. La ENE podría promover este tipo de investigación y desarrollo tecnológico.
El reto mayúsculo de almacenar energía de las fuentes renovables para la gran potencia es un problema abierto en el ámbito mundial, al que podríamos contribuir. En México tenemos la fortaleza de estar y de conocer la frontera de la ciencia en estos tópicos. Los programas actuales de ciencia, tecnología e innovación en estos tópicos construidos por Secretaría de Energía y el CONACyT: los Centros Mexicanos de Innovación en Energía apuntan hacia el desarrollo de las energías solar, eólica y geotérmica. Quizá un apoyo específico para el almacenamiento sería prometedor.
Tenemos que resolver el problema del almacenamiento de energía si queremos ver un transporte movido por fuentes renovables.
Entonces, debemos generar conocimiento en todas estas áreas: almacenamiento, transmisión inteligente y la estructura misma de los sistemas energético y por supuesto ciencia de materiales, ingeniería de procesos. ¿Para qué? Para tener un sistema que contemple todos los puntos de la energía: el abasto, el flujo y la estructura en un marco donde propiciemos desarrollo sustentable, contemplando la economía, el ambiente, la sociedad y las instituciones. Estamos en la definición de la estrategia Nacional de Energía, estamos a tiempo para planear.
Una versión previa de este artículo fue publicado el día 5 de Marzo