Desde medidos de la semana pasada tuve la oportunidad de estar colaborando con colegas de la Universidad de las Villas en Santa Clara, Cuba. Con ellos estuvimos compartiendo las experiencias que generamos en el Centro Mexicano de Innovación en Energía Solar, proyecto que está cercano a su término y con él la comunidad solar continuamos aprendiendo a colaborar y compartir conocimiento, entre otras muchos beneficios que obtuvimos. Estos beneficios para la comunidad solar nos acercaron más que nunca a impactar positivamente en la sociedad, entre otros aprendizajes encontramos que necesitamos colaborar con el sector empresarial y social para llevar a los usuarios nuestras invenciones o conocimientos. Además encontramos ideas diferentes y nos percatamos de la urgente necesidad de utilizar indicadores para monitorizar el avance de los desarrollos tecnolgicos (niveles de madurez tecnológica) y principalmente que existen los niveles de madurez en innovación social. Estos últimos de vital importancia para que los desarrollos en energías renovables lleguen a las comunidades mexicanas.
Con estos antecedentes, durante mi viaje por la isla de Cuba vinieron a mi mente recuerdos de otras tierras de nuestra Latino América o de nuestro país donde el sistema ecológico ha sido perturbado fuertemente y la búsqueda de la sustentabilidad es apremiante. Estos paisajes tanto naturales como citadinos me trajeron a la mente las lecturas de los libros de Jared Diamond, en particular el libro de “Colapso”. En este libro Diamond discute diversas hipótesis sobre las razones para los colapsos de diferentes sociedades humanas a lo largo de la historia.
La verdad es que los viajes ilustran (si deseamos promover beneficios sociales es urgente promover la movilidad de las personas, nos evita tener solamente un pensamiento parroquial) y las vivencias que he tenido me han otorgado la oportunidad de sufrir, compartir y gozar; además me han dado la posibilidad de comprender más ampliamente lo que Diamond comparte como reflexiones que debemos valorar, cuestionar y, por supuesto, complementar o desmentir según sea el caso: a) Las sociedades colapsan cuando su crecimiento va más allá de lo que sus recursos permiten. b) Una de los efectos es la deforestación y la erosión de la tierra con el consecuente agotamiento de los nutrientes en la tierra y la disminución de las cosechas para alimentar la población. Esto hace que haya un incremento de las luchas internas en la sociedad por la escasez de recursos y finalmente, c) los gobernantes no pudieron resolver los problemas de la sociedad, se enfocaron en los problemas del corto plazo enriqueciéndose, y explotando a la población en general.
Es claro que las sociedades que colapsaron (como la de los mayas) no disponían de los conocimientos que hoy tenemos y que con el afán de generar un bienestar no se percataban que agotaban los recursos y con ello provocaban el colapso de su forma de existir. Hoy dado los conocimientos científicos que hemos generado reconocemos que los recursos son finitos y que nuestras acciones pueden cambiar las condiciones de nuestro entorno cercano y lejano, de hecho las condiciones del planeta en su totalidad.
Para mí, es claro que los conocimientos tradicionales son limitados y han producido el bienestar social que hoy han alcanzado las poblaciones que los generaron mediante el empirismo propio de las personas, pero que hoy en día no les brindan las soluciones a la compleja problemática que enfrentan; que la ciencia ha generado una basta gama de conocimientos que pueden incrementar este bienestar, pero que también pueden acelerar el agotamiento de los recursos en el largo plazo. Por estas razones, considero importante amalgamar de una manera sinérgica estos dos tipos de conocimiento para promover soluciones a los problemas con visión local considerando el ambiente natural, los comportamientos sociales, el intercambio de bienes inter y extra localidad y construir las normas y organizaciones que rijan las relaciones entre estos diversos aspectos; pero primordialmente con una visión de largo plazo para contemplar la eficiencia en lugar de la búsqueda de la obtención rápida de beneficios individuales.
Este tipo de consideraciones son las que permearon en el CeMIE-Sol y la Red Temática de Energía Solar que, me parecen han contribuido a construir una comunidad colaborativa con visión de largo plazo que llamó la atención tanto del gobierno, como de colegas universitarios cubanos para que compartiéramos con ellos las experiencias y pudieran construir sus propias soluciones basadas en nuestras experiencias.
Termino diciendo, que nos da gusto que en otras regiones se reconozca los esfuerzos que realizamos los mexicanos para construir caminos hacia la sustentabilidad. Reitero estamos listos para colaborar con otros mexicanos y en general con otras personas para contribuir al bienestar social.
Una versión previa de este artículo fue publicada el día 26 de Junio en el periódico la Unión de Morelos
En esta bitácora hay escritos que versan sobre ciencia, innovación, opinión política y divertimentos que quiero compartir
miércoles, 26 de junio de 2019
miércoles, 12 de junio de 2019
La automatización y el mercado laboral
¿Qué trabajo le podemos recomendar a la juventud? Seguramente, el lector podrá hacer alguna recomendación a las personas jóvenes o adolescentes que están estudiando o pretenden encontrar algún trabajo en estos días en nuestro país. Es claro que no todas las personas tenemos que estudiar una profesión universitaria, ya que podemos encontrar trabajos muy dignos y útiles que no necesariamente requieren una preparación universitaria, aunque esta formación siempre ayuda. Por ejemplo pensemos en el trabajo que atiende a bebés o personas adultas, estas actividades parecieran tener siempre vigencia y pareciera que nuestra sociedad debiera, dada su importancia, recompensar con una mejor retribución monetaria estas dos actividades, para muchos esta pudiera ser una recomendación juiciosa.
Estoy seguro, que muchos de nosotros, cuando éramos jóvenes, no pensamos en llegar a la edad adulta con un solo trabajo; pero algunos hemos tenido la fortuna de hacerlo. Durante este tiempo hemos presenciado la desaparición de algunos trabajos; por ejemplo operadores/operadoras de teléfono. Quizá tenga que explicar aquí lo que era una operadora de teléfonos, dado que la juventud de hoy no ha hecho uso de operadora (aquí tengo que aclarar que nunca conocí a un operador). La profesión de contestar una llamada de un teléfono para conectar manualmente con la línea de otro teléfono era una profesión abrumadoramente ocupada por mujeres. Recordemos cuál era la situación en el inicio de la telefonía, uno descolgaba el teléfono y del otro lado de la línea contestaba una operadora, uno le pedía hablar con otro teléfono, le daba el número y ella manualmente enchufaba nuestra línea con la otra para poder hablar. Efectivamente, era al otro lado de la línea, del cable que se comunicaban los teléfonos. Por supuesto, hoy en día la automatización hizo que este trabajo desapareciera. Aquí tengo que enfatizar que muchas labores que hace medio siglo se hacían personalmente, hoy se hacen automáticamente o por robots. Es más, en algunos lugares la atención a clientes, como en los bancos, es fundamentalmente realizada por autómatas, se graban los mensajes.
Con estos antecedentes, para la juventud es necesario conocer cuáles son los trabajos que se pudieran automatizar y entonces la recomendación pudiera ser que escojan otros trabajos. Por ejemplo, cuando yo era pequeño, los chóferes de automóviles no parecía ser una de las profesiones automatizables, hasta los supersónicos (caricatura de los años 60 del siglo pasado) conducían personalmente sus naves espaciales; sin embargo, hoy en día hay un esfuerzo para automatizar la conducción de vehículos usando inteligencia artificial.
Con estas ideas me topé cuando este martes llamó mi atención un artículo publicado en uno de los depósitos de acceso libre más connotados en los ámbitos de la física, matemáticas, economía y computación de escritos científicos, que versaba precisamente sobre automatización y sus consecuencias para la movilidad laboral. En este artículo mediante un modelo matemático, consistente en una red de ocupaciones donde se mueven agentes computacionales, se describe la dinámica de las personas entre diferentes puestos de trabajo para posteriormente encontrar los cambios entre las diferentes ocupaciones debido a los efectos de la automatización.
Aunque no parezca, este artículo es un ejemplo de lo que llamamos econofísica, de la que he hablado anteriormente; pero se acerca mucho a la sociofísica dado que aborda también un problema social, el desempleo. En ese trabajo se destaca que hay diversos empleos que son propensos a la automatización y por lo tanto tenderán a desaparecer; aunque, por otro lado, las nuevas tecnologías crean nuevos trabajos, y para propiciar el bienestar social es crucial entender las transiciones entre estas ocupaciones. El artículo usa una base de datos empíricos de los Estados Unidos y con estos datos se construyó la red de movilidad ocupacional donde los nodos son ocupaciones y las aristas de la red representan la probabilidad de transitar de un trabajo a otro, de un nodo a otro. Para estudiar los efectos de la automatización se construyó un modelo de mercado laboral. El artículo enfatiza la importancia de dirigir los planes de readiestramiento o capacitación de las personas hacia las ocupaciones con menor posibilidades de automatización. Así, con este modelo se encontraron resultados contraintuitivos en los que, debido a la estructura de la red, los trabajadores en ciertas ocupaciones altamente automatizadas pueden beneficiarse de la automatización, mientras que los trabajadores en ciertas ocupaciones con un bajo nivel de automatización pueden sufrir consecuencias adversas.
Para ilustrar este hecho, déjenme utilizar el siguiente ejemplo: los asistentes de estadística son más vulnerables a la automatización que las personas dedicadas al cuidado infantil. Sin embargo, dado que un asistente estadístico puede hacer una transición a las ocupaciones con la creciente demanda como el análisis de datos, los autores sugieren que es más probable que disminuya la tasa de desempleo a largo plazo para los estadísticos. En contraste, dado que muchas ocupaciones con menor demanda de preparación, pero automatizables, pueden hacer una transición a cuidadores infantiles, es más probable que aumente el desempleo a largo plazo entre las personas de cuidados infantiles. Por lo tanto, los esfuerzos de apoyo y reentrenamiento podrían dirigirse mejor a los trabajadores de cuidado infantil.
Con este ejemplo, vemos como es necesario tener datos para construir estos modelos, los datos utilizados son para el mercado laboral de los Estados Unidos y no tenemos los correspondientes para nuestro país, necesitamos más científicos de datos en México, entre otros muchas personas que generan conocimiento.
Insisto, debemos consolidar el sector científico mexicano para entender nuestro entorno y poder brindar soluciones que promuevan el bienestar social.
Una versión previa de este artículo fue publicada el día 12 de Junio en el periódico La Unión de Morelos.
Estoy seguro, que muchos de nosotros, cuando éramos jóvenes, no pensamos en llegar a la edad adulta con un solo trabajo; pero algunos hemos tenido la fortuna de hacerlo. Durante este tiempo hemos presenciado la desaparición de algunos trabajos; por ejemplo operadores/operadoras de teléfono. Quizá tenga que explicar aquí lo que era una operadora de teléfonos, dado que la juventud de hoy no ha hecho uso de operadora (aquí tengo que aclarar que nunca conocí a un operador). La profesión de contestar una llamada de un teléfono para conectar manualmente con la línea de otro teléfono era una profesión abrumadoramente ocupada por mujeres. Recordemos cuál era la situación en el inicio de la telefonía, uno descolgaba el teléfono y del otro lado de la línea contestaba una operadora, uno le pedía hablar con otro teléfono, le daba el número y ella manualmente enchufaba nuestra línea con la otra para poder hablar. Efectivamente, era al otro lado de la línea, del cable que se comunicaban los teléfonos. Por supuesto, hoy en día la automatización hizo que este trabajo desapareciera. Aquí tengo que enfatizar que muchas labores que hace medio siglo se hacían personalmente, hoy se hacen automáticamente o por robots. Es más, en algunos lugares la atención a clientes, como en los bancos, es fundamentalmente realizada por autómatas, se graban los mensajes.
Con estos antecedentes, para la juventud es necesario conocer cuáles son los trabajos que se pudieran automatizar y entonces la recomendación pudiera ser que escojan otros trabajos. Por ejemplo, cuando yo era pequeño, los chóferes de automóviles no parecía ser una de las profesiones automatizables, hasta los supersónicos (caricatura de los años 60 del siglo pasado) conducían personalmente sus naves espaciales; sin embargo, hoy en día hay un esfuerzo para automatizar la conducción de vehículos usando inteligencia artificial.
Con estas ideas me topé cuando este martes llamó mi atención un artículo publicado en uno de los depósitos de acceso libre más connotados en los ámbitos de la física, matemáticas, economía y computación de escritos científicos, que versaba precisamente sobre automatización y sus consecuencias para la movilidad laboral. En este artículo mediante un modelo matemático, consistente en una red de ocupaciones donde se mueven agentes computacionales, se describe la dinámica de las personas entre diferentes puestos de trabajo para posteriormente encontrar los cambios entre las diferentes ocupaciones debido a los efectos de la automatización.
Aunque no parezca, este artículo es un ejemplo de lo que llamamos econofísica, de la que he hablado anteriormente; pero se acerca mucho a la sociofísica dado que aborda también un problema social, el desempleo. En ese trabajo se destaca que hay diversos empleos que son propensos a la automatización y por lo tanto tenderán a desaparecer; aunque, por otro lado, las nuevas tecnologías crean nuevos trabajos, y para propiciar el bienestar social es crucial entender las transiciones entre estas ocupaciones. El artículo usa una base de datos empíricos de los Estados Unidos y con estos datos se construyó la red de movilidad ocupacional donde los nodos son ocupaciones y las aristas de la red representan la probabilidad de transitar de un trabajo a otro, de un nodo a otro. Para estudiar los efectos de la automatización se construyó un modelo de mercado laboral. El artículo enfatiza la importancia de dirigir los planes de readiestramiento o capacitación de las personas hacia las ocupaciones con menor posibilidades de automatización. Así, con este modelo se encontraron resultados contraintuitivos en los que, debido a la estructura de la red, los trabajadores en ciertas ocupaciones altamente automatizadas pueden beneficiarse de la automatización, mientras que los trabajadores en ciertas ocupaciones con un bajo nivel de automatización pueden sufrir consecuencias adversas.
Para ilustrar este hecho, déjenme utilizar el siguiente ejemplo: los asistentes de estadística son más vulnerables a la automatización que las personas dedicadas al cuidado infantil. Sin embargo, dado que un asistente estadístico puede hacer una transición a las ocupaciones con la creciente demanda como el análisis de datos, los autores sugieren que es más probable que disminuya la tasa de desempleo a largo plazo para los estadísticos. En contraste, dado que muchas ocupaciones con menor demanda de preparación, pero automatizables, pueden hacer una transición a cuidadores infantiles, es más probable que aumente el desempleo a largo plazo entre las personas de cuidados infantiles. Por lo tanto, los esfuerzos de apoyo y reentrenamiento podrían dirigirse mejor a los trabajadores de cuidado infantil.
Con este ejemplo, vemos como es necesario tener datos para construir estos modelos, los datos utilizados son para el mercado laboral de los Estados Unidos y no tenemos los correspondientes para nuestro país, necesitamos más científicos de datos en México, entre otros muchas personas que generan conocimiento.
Insisto, debemos consolidar el sector científico mexicano para entender nuestro entorno y poder brindar soluciones que promuevan el bienestar social.
Una versión previa de este artículo fue publicada el día 12 de Junio en el periódico La Unión de Morelos.
miércoles, 5 de junio de 2019
Estoy triste y desanimado
Desesperanzado estoy... veo nubarrones en el futuro de México… veo un futuro incierto, en nuestro país en muchos aspectos, especialmente para las fuentes renovables de energía y para la generación de conocimiento. Estoy convencido que el uso de las energías solar, eólica, geotérmica, etc. y la actividad científica apuntan hacia construir el bienestar social. Sin embargo, en esta nueva administración del presidente López Obrador cada vez me cuesta más trabajo ser optimista y visualizar que sus actos apuntan hacia la construcción de ese anhelado bienestar social.
Para justificar mi desánimo, déjenme comentar que en el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico 2019-2033 (PRODESEN) durante los primeros cuatro años la Comisión Federal de Electricidad no invertirá en fuentes renovables de energía. Para ello debemos ver la Tabla 7.2 de PRODESEN, es lamentable que aunque el Lic. López Obrador dice que quiere renovar a la CFE y restaurarla como una empresa que promueva el desarrollo, la condena a ir en la retaguardia de la generación eléctrica usando combustibles fósiles en lugar de optar por las fuentes renovables de energía que, hoy en día, son más baratas. Además, la dependencia del gas natural para la generación de electricidad pone en riesgo la seguridad energética del país. Este PRODESEN me explica la conservadora meta de 35.8% de energía renovable para fin de sexenio establecida en el Plan Nacional de Desarrollo, cuando la tecnología está disponible para plantear una meta de al menos 40% para 2024. Además, ahora sabemos las fuentes renovables de energía, por su carácter distribuido, aumentan el empleo de calidad, aspecto necesario en nuestro entorno. Otro de los detalles que observé con respecto al Plan Nacional de Desarrollo (PND) es la sustitución del concepto de energías renovables por el de energías limpias. Este ligero cambio también me recuerda que en el texto del PND se menciona a las fuentes renovables de energía, pero en la meta se usa energía limpia. Tengo que aclarar que en el caso de México el concepto energía limpia acepta a la cogeneración eficiente con gas natural, lo que hace más fácil conseguir la meta del 35.8% de energías limpias.
Por otro lado, mi optimismo se ve disminuido cuando veo la reducción real del presupuesto a las actividades científicas y la reglas suicidas aplicadas a los Centros Públicos de Investigación y a instituciones de prestigio académico como el Centro de Estudios Avanzados del IPN (CINVESTAV) y el Centro de Estudios y Docencia Económica, por mencionar algunos. Quiero comentar que en nuestro país existe un sector científico profesional, pero pequeño. El hecho de que sea pequeño implica que no puede tener el impacto necesario para generar un beneficio generalizado y, por ende, todavía requiere de inversión. Como ya lo he mencionado, en este milenio la inversión en ciencia y tecnología ha sido menor a la mitad recomendada para promover un verdadero bienestar social, así tenemos un atraso para construir nuestro futuro. Algunos sectores de este gobierno se han manifestado con reclamos hacia el sector científico culpándolos de no resolver problemas nacionales. El responsabilizar al sector científico por el limitado impacto en los entornos más desfavorecidos es irracional y muestra una falta de análisis y entendimiento de la realidad. Los científicos están encargados de generar conocimiento, pero el uso de ese conocimiento es responsabilidad de la sociedad en conjunto. Es más, el sector empresarial puede influir de manera sustancial en el uso de ese conocimiento nuevo al invertir en la generación de productos, bienes y servicios de alto valor, en lugar de basar sus ganancias en el pago de bajos salarios. En este sentido, yo esperaría que las personas que nos dedicamos a la ciencia como actividad profesional defendiéramos esta perspectiva y lucháramos por dedicar más inversión a esta actividad para que más personas con enfoque incluyente atendieran la necesidad de construir soluciones a la problemática actual.
Déjenme especificar lo complicado del problema y explicar cómo a veces menospreciamos la actividad científica. En muchas poblaciones en nuestro país se cocina con estufas de leña. Los efectos para la salud de las personas que cocinan debe evitarse al mismo tiempo que la eficiencia energética no es adecuada. Hay hoy en día propuestas eficientes de leña y algunas han sido propuestas por mexicanos; pero todavía su uso no se ha extendido y quizá las limitaciones sean que los tecnólogos no entendamos la diversidad cultural de estas poblaciones. Aquí quiero apuntar que las propuestas de uso de estufas solares suenan muy interesantes y tenemos muchas variantes para ello. Es más, en el IER-UNAM hemos patentado varias de ellas; pero no han sido adoptadas en la generalidad. En el entorno de las asociaciones sociales y colegas del ámbito social nos reclaman a los ingenieros o físicos que hagamos dispositivos con materiales locales y que las personas de estas comunidades los puedan construir. La verdad es que dar soluciones a problemas que llevan cientos de años no son fáciles o, en su defecto, ya las mismas personas las hubieran obtenido. Las personas que viven en estas poblaciones son las que más experiencia tienen en el manejo de materiales y conocen a profundidad los guisos que prefieren y si no han modificado su forma de procesarlos, es porque no es técnicamente fácil. Las comunidades son inteligentes y ellas han construido a lo largo del tiempo tecnologías y procesos que funcionan, aunque no necesariamente conocen sus desventajas. Estas últimas las hemos conocido precisamente gracias al conocimiento científicos. Basta observar que obtener energía del Sol, hoy es factible, pero por cientos o miles de años no fue así. El bienestar social en las comunidades desfavorecidas de nuestro país implica la solución de problemas ancestrales que requieren el concurso de nuevas tecnologías amalgamadas con el conocimiento tradicional, procesos que no son simples y que requiere de personas con entrenamiento científico (en el sentido más amplio: exactas, naturales sociales, etc.) y capaces de dialogar con las comunidades para dar soluciones aceptables y reclamadas para ellas.
Para contar con un sector científico informado y formado en la frontera del conocimiento necesitamos invertir o dejaremos que las soluciones las elaboren otros que quizá no deseen contemplar la diversidad de nuestro país.
Hoy estoy triste y desanimado, pero ofrezco mi trabajo para promover la generación de conocimiento y el uso de fuentes renovables de energía, estoy convencido que estas actividades promueven el bienestar social.
Una versión previa de este artículo fue publicada el día 5 de Junio en el periódico La UNIÓN de Morelos.
Para justificar mi desánimo, déjenme comentar que en el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico 2019-2033 (PRODESEN) durante los primeros cuatro años la Comisión Federal de Electricidad no invertirá en fuentes renovables de energía. Para ello debemos ver la Tabla 7.2 de PRODESEN, es lamentable que aunque el Lic. López Obrador dice que quiere renovar a la CFE y restaurarla como una empresa que promueva el desarrollo, la condena a ir en la retaguardia de la generación eléctrica usando combustibles fósiles en lugar de optar por las fuentes renovables de energía que, hoy en día, son más baratas. Además, la dependencia del gas natural para la generación de electricidad pone en riesgo la seguridad energética del país. Este PRODESEN me explica la conservadora meta de 35.8% de energía renovable para fin de sexenio establecida en el Plan Nacional de Desarrollo, cuando la tecnología está disponible para plantear una meta de al menos 40% para 2024. Además, ahora sabemos las fuentes renovables de energía, por su carácter distribuido, aumentan el empleo de calidad, aspecto necesario en nuestro entorno. Otro de los detalles que observé con respecto al Plan Nacional de Desarrollo (PND) es la sustitución del concepto de energías renovables por el de energías limpias. Este ligero cambio también me recuerda que en el texto del PND se menciona a las fuentes renovables de energía, pero en la meta se usa energía limpia. Tengo que aclarar que en el caso de México el concepto energía limpia acepta a la cogeneración eficiente con gas natural, lo que hace más fácil conseguir la meta del 35.8% de energías limpias.
Por otro lado, mi optimismo se ve disminuido cuando veo la reducción real del presupuesto a las actividades científicas y la reglas suicidas aplicadas a los Centros Públicos de Investigación y a instituciones de prestigio académico como el Centro de Estudios Avanzados del IPN (CINVESTAV) y el Centro de Estudios y Docencia Económica, por mencionar algunos. Quiero comentar que en nuestro país existe un sector científico profesional, pero pequeño. El hecho de que sea pequeño implica que no puede tener el impacto necesario para generar un beneficio generalizado y, por ende, todavía requiere de inversión. Como ya lo he mencionado, en este milenio la inversión en ciencia y tecnología ha sido menor a la mitad recomendada para promover un verdadero bienestar social, así tenemos un atraso para construir nuestro futuro. Algunos sectores de este gobierno se han manifestado con reclamos hacia el sector científico culpándolos de no resolver problemas nacionales. El responsabilizar al sector científico por el limitado impacto en los entornos más desfavorecidos es irracional y muestra una falta de análisis y entendimiento de la realidad. Los científicos están encargados de generar conocimiento, pero el uso de ese conocimiento es responsabilidad de la sociedad en conjunto. Es más, el sector empresarial puede influir de manera sustancial en el uso de ese conocimiento nuevo al invertir en la generación de productos, bienes y servicios de alto valor, en lugar de basar sus ganancias en el pago de bajos salarios. En este sentido, yo esperaría que las personas que nos dedicamos a la ciencia como actividad profesional defendiéramos esta perspectiva y lucháramos por dedicar más inversión a esta actividad para que más personas con enfoque incluyente atendieran la necesidad de construir soluciones a la problemática actual.
Déjenme especificar lo complicado del problema y explicar cómo a veces menospreciamos la actividad científica. En muchas poblaciones en nuestro país se cocina con estufas de leña. Los efectos para la salud de las personas que cocinan debe evitarse al mismo tiempo que la eficiencia energética no es adecuada. Hay hoy en día propuestas eficientes de leña y algunas han sido propuestas por mexicanos; pero todavía su uso no se ha extendido y quizá las limitaciones sean que los tecnólogos no entendamos la diversidad cultural de estas poblaciones. Aquí quiero apuntar que las propuestas de uso de estufas solares suenan muy interesantes y tenemos muchas variantes para ello. Es más, en el IER-UNAM hemos patentado varias de ellas; pero no han sido adoptadas en la generalidad. En el entorno de las asociaciones sociales y colegas del ámbito social nos reclaman a los ingenieros o físicos que hagamos dispositivos con materiales locales y que las personas de estas comunidades los puedan construir. La verdad es que dar soluciones a problemas que llevan cientos de años no son fáciles o, en su defecto, ya las mismas personas las hubieran obtenido. Las personas que viven en estas poblaciones son las que más experiencia tienen en el manejo de materiales y conocen a profundidad los guisos que prefieren y si no han modificado su forma de procesarlos, es porque no es técnicamente fácil. Las comunidades son inteligentes y ellas han construido a lo largo del tiempo tecnologías y procesos que funcionan, aunque no necesariamente conocen sus desventajas. Estas últimas las hemos conocido precisamente gracias al conocimiento científicos. Basta observar que obtener energía del Sol, hoy es factible, pero por cientos o miles de años no fue así. El bienestar social en las comunidades desfavorecidas de nuestro país implica la solución de problemas ancestrales que requieren el concurso de nuevas tecnologías amalgamadas con el conocimiento tradicional, procesos que no son simples y que requiere de personas con entrenamiento científico (en el sentido más amplio: exactas, naturales sociales, etc.) y capaces de dialogar con las comunidades para dar soluciones aceptables y reclamadas para ellas.
Para contar con un sector científico informado y formado en la frontera del conocimiento necesitamos invertir o dejaremos que las soluciones las elaboren otros que quizá no deseen contemplar la diversidad de nuestro país.
Hoy estoy triste y desanimado, pero ofrezco mi trabajo para promover la generación de conocimiento y el uso de fuentes renovables de energía, estoy convencido que estas actividades promueven el bienestar social.
Una versión previa de este artículo fue publicada el día 5 de Junio en el periódico La UNIÓN de Morelos.
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