Para construir una sociedad sustentable es esencial fomentar el comportamiento altruista en nuestra población. La evolución de la humanidad se ha caracterizado por la lucha entre el comportamiento egoísta y el altruista. En el 2013 comentaba, en esta bitácora, que el comportamiento cooperativista es una de las características de nuestra especie y que en un sencillo experimento social se había encontrado que en sectores donde la población tiene satisfechas sus necesidades primarias el comportamiento altruista emerge más frecuentemente. Sin embargo, en ese mismo año escribí que el comportamiento no ético es más frecuente en las personas que tiene más que cubiertas sus necesidades básicas. Como es de esperarse la aparición del comportamiento altruista o egoísta no está determinado por un solo factor, sino que involucra diversas condiciones en el entorno social y ambiental en el que se encuentren las personas. Sin embargo, los estudios sobre el tema nos ofrecen explicaciones parciales que nos pueden ayudar a diseñar estrategias para construir bienestar social.
En este sentido, un reciente estudio utiliza herramientas matemáticas de teoría de juego para esbozar una respuesta a la pregunta ¿son las personas ricas más egoístas que las pobres?
Esta pregunta sobre si los grupos socioeconómicos difieren en su comportamiento prosocial y ético es especial para las sociedades que siguen el modelo occidental de combinar democracia y capitalismo. Esto se debe a que toman decisiones consensuadas para redistribuir la riqueza y corregir la extrema desigualdad social que ha producido el capitalismo voraz. De acuerdo con la definición en el estudio, los grupos socioeconómicos difieren en sus ingresos, educación y prestigio ocupacional. No quiero entrar a discutir los detalles de esta simplificación, para enfocarme en los resultados y enseñanzas del estudio.
Comparto la visión del artículo que la redistribución del dinero es uno de los aspectos importantes que las diferentes sociedades han resuelto mediante los impuestos, repartos de utilidades, oferta de servicios públicos de educación y salud, para citar algunas acciones en donde se involucra el dinero. Adicionalmente, este estudio considera también el tiempo para compartir. Este punto me parece muy interesante, ya que si bien el dinero está inequitativamente distribuido en la mayoría de las sociedades actuales, el tiempo es algo que poseemos, digamos, por igual es un bien que corre independientemente de nosotros. Seguramente, a ustedes les surgió la duda de que las personas en pobreza tienen menos tiempo, ya que lo invierten en buscar satisfacer sus necesidades básicas, pero el día tiene 24 horas para cada persona, así que esencialmente es el mismo.
Tiempo de calidad
El modelo matemático que usaron fue un juego del dictador que consiste en que una persona (la que propone) ofrece una oferta única de algún bien a la otra (la destinataria). La que responde puede optar por aceptar o rechazar la oferta de la dictadora, pero rechazar la oferta daría como resultado que ambas jugadoras reciban un pago nulo, en cambio, si acepta reciben lo pactado. En el juego la dictadora, determina cómo repartir (digamos premio en efectivo) entre ella y la destinataria. El espacio de acción de la dictadora es completo y, por tanto, queda a su voluntad determinar la repartición, que va desde no dar nada hasta dar toda la recompensa. La destinataria no tiene influencia sobre el resultado del juego, lo que significa que la destinataria desempeña un papel pasivo. Por supuesto, este juego es supersimplificado, pues en el mundo real se tiende a involucrar ofertas y contraofertas, mientras que en el juego simplemente una persona oferta y otra acepta. Normalmente, la destinataria siempre acepta cualquier oferta para ganar algo.
De esta manera, se diseñó un juego donde se repartía una dotación de dinero y se preguntaba si lo repartían y en que proporción, recordemos que si la destinataria acepta ambas ganan. Lo mismo se hizo con el tiempo para compartir.
El juego matemático se realizó en cuatro países Alemania, Polonia, Suecia y Estados Unidos. Los resultados específicos varían, pero lo que encontraron como común denominador es que las donaciones monetarias en porcentaje de la dotación compartida aumentan con el nivel socioeconómico. Por el contrario, el tiempo dedicado a cumplir la tarea en porcentaje disminuye con ese nivel.
A decir del equipo de investigación sus hallazgos respaldan la idea de que las propuestas dependen de los antecedentes socioeconómicos de quien propone y que hay una conciencia sobre la necesidad de redistribuir la riqueza, pero que con el tiempo el comportamiento es diferente.
Este tipo de comportamientos se puede extender a muchas partes de nuestra vida diaria. Por ejemplo, muchas veces manifestamos la disposición a hacer donaciones, pero con nuestro tiempo es diferente. Sin embargo, es el tiempo que disponemos el que nos hace verdaderamente entes sociales y familiares. El tiempo de calidad dedicado a la crianza, a los cuidados de otras personas o a la construcción del propio bienestar social es algo que debemos aquilatar y entender que es parte de esa construcción.
En mi opinión, de acuerdo con este estudio, la conciencia de que el capitalismo ha generado desigualdades es un conocimiento compartido. Adicionalmente, el tiempo que dediquemos a las personas que nos rodean y a la construcción de ese bienestar colectivo resultará en nuestro propio bienestar.
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