Una de las características de la sociedad humana es que sus miembros cooperan para satisfacer sus necesidades. Esta característica ha sido enfatizada por algunos y despreciada por otros. Aquí, en estos escritos, hemos invocado que para lograr un desarrollo sustentable se tiene que fomentar el altruismo entre los miembros de la sociedad.
Recientemente leí un artículo (PLoS One. 2012; 7(8): e43294) donde se comenta que el comportamiento altruista varía en diferentes poblaciones humanas y esta variación probablemente se explica por la variación en el contexto económico de las poblaciones. En particular analiza las características socio-económicas a nivel de región que determinan los niveles de altruismo que se encuentran en las personas que viven en esa región. Esto lo analizaron mediante un experimento sencillo con una carta “perdida”. Estudiaron el comportamiento de las personas de diferentes regiones al encontrar un carta tirada en el piso con la dirección visible. Este estudio se realizó en la ciudad de Londres, Gran Bretaña. Los resultados mostraron un fuerte correlación entre el comportamiento no altruista y la pobreza del barrio donde se efectuó el experimento. En concreto se encontró que las cartas “perdidas” en los barrios pobres tenían un 91% menos probabilidades de ser entregadas a sus destinatarios que las cartas que se “perdieron” en los barrios más ricos. Con este estudio se pretende mostrar que las personas que viven en los barrios pobres son menos altruistas que los individuos que viven en los barrios más ricos. Sin embargo, en el estudio no fueron capaces de identificar las características específicas que causaron este comportamiento y por lo tanto la simple correlación no puede establecer una relación de causa efecto.
Este crudo resultado parece contrastar con aquel que comentamos hace algunos meses, cuando compartimos el hecho que la población con mayor nivel económico es más propensa a tener comportamiento no ético.
Sin embargo debemos notar la diferencia entre comportamiento altruista (diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio) y comportamiento no ético (romper explícitamente alguna regla de convivencia social). Claramente, el tomar un objeto que no es de uno tiene una connotación diferente a la de actuar para regresar un objeto a su dueño. El primero toma el objeto para su uso por parte de la persona que lo toma; mientras que el segundo lo abandona y no lo usa.
Podemos seguir comentando ambos estudios, pero considero más importante reflexionar sobre estos aspectos en estos días de fiestas navideñas.
Quiero llamar la atención sobre un punto que hemos mencionado varias veces en esta columna, sobre los llamados impuestos y que en ocasiones se les puede llamar contribuciones del individuo para la comunidad, estas contribuciones tienen una parte altruista y otra parte ética.
Para ello tomaré los datos reportados por la (OCDE). En nuestro país tenemos el no grato privilegio de ser el último país en la lista de la OCDE de pago de impuestos y al mismo tiempo ser uno de los países de este grupo con mayor desigualdad en el bienestar social.
Según estos datos estadísticos tenemos que el impuesto como porcentaje del PIB en México fue el más bajo entre los países de la OCDE entre 2010 y 2012, es más este porcentaje está muy por debajo del promedio de la OCDE desde el año 2000. Ha tenido un comportamiento oscilante ya que este cociente se incrementó de 16.9 % en 2000 a 20.9% en 2008; sin embargo cayó abruptamente al 17.4 % en 2009 para luego de comenzar a subir de nuevo al 19.6 % en 2012. Estas cifras están alrededor de 14 puntos porcentuales por debajo de la medida de la OCDE de 34.1 %.
Las principales observaciones para nuestro país por parte de la OCDE son que: Los ingresos por impuestos sobre la renta tanto de personas como de corporativos fue de 4.6% del PIB en 2000 y 5.4 % en 2012. Esto es menos de la mitad del promedio de la OCDE de 11.4 %.
La tasa fiscal para la seguridad social se mantuvo estable en torno al 3% entre 2000 y 2010 y la medida de 2011 del 2.9 % fue muy inferior al promedio de la OCDE de 9.1 %.
La tasa impositiva sobre los bienes y servicios se estabilizó en torno al 8.9 % del PIB en 2000 al 12.4 % en 2008 . Luego volvió a caer a 10.7 % en 2011, y todo este tiempo se mantuvo por debajo del promedio de la OCDE de 11.0 %.
Los ingresos fiscales de la propiedad fueron de 0.3 % del PIB en 2011 , menos de una quinta parte de la media de la OCDE del 1.8%.
Estos datos lo único que nos auguran es que la desigualdad en el bienestar social se incrementará de no revertir la actual tendencia a recaudar muy poco por parte del gobierno. Esto sin contar que se debe propugnar por un uso ético de los recursos que se entregan al gobierno como parte del pago de impuestos.
Estoy convencido que debemos contribuir para el bienestar social y nuestra percepción de esta situación tiene que cambiar.
Por supuesto, invito a colegas científicos y a actores de la sociedad a generar conocimiento relativo a nuestro comportamiento altruista y ético en nuestro entorno. Debemos conocernos mejor.
Este artículo fue publicado el día 18 de Diciembre
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