miércoles, 28 de abril de 2021

Prefiero las renovables a la nuclear

Han pasado diez años desde el accidente en la planta nuclear de Fukushima. Como consecuencia de un terremoto en el océano Pacífico se produjo un tsunami que provocó la fusión de los tres reactores de la planta nuclear de Fukushima. Este accidente ha sido el accidente más grave en el ámbito internacional. Aunado a esto, las recientes conjeturas sobre el manejo de la planta de Laguna Verde nos alertan sobre los riesgos inherentes a las planteas nucleares para generar electricidad (termonucleares o nucleoléctricas).
Han pasado diez años desde el desastre de Fukushima y la comunidad científica continua aprendiendo sobre los impactos que todavía se están manifestando. Los efectos de la radiación residual y del transporte de los isótopos radiactivos en los ecosistemas todavía requiere mayores estudios. Por supuesto de las alternativas de cómo mitigar en el futuro este tipo de accidentes  son temas de investigación actual. Por ejemplo, hoy en día se debate si es adecuado que Japón diluya el agua contaminada en el océano. 
A continuación comentaré algunos de los estudios en revistas científicas a los que cualquier persona puede acceder mediante la Internet. 
Los estudios científicos empezaron a ser publicados aproximadamente un año después del accidente, estos estudios son necesarios para diseñar las acciones para mitigar los daños. Así, uno de los primeros artículos versa sobre los productos radioactivos de las reacciones de fisión que se liberaron al ambiente. Se encontraron ampliamente distribuidos isótopos radioactivos volátiles de Telurio, Iodo, y Cerio en la región de Fukushima y de las prefecturas adyacentes del este de Japón. También se encontraron actinoides como el Plutonio tanto en la atmósfera como en el suelo del noroeste y el sur de la Planta termonuclear de Fukushima. 
Los primeros efectos en el ambiente natural empezaron a ser reportados un año después y se encontró que tanto las hojas como las ramas que se encontraban en el suelo del bosque presentaban altas concentraciones de isótopos de Cerio radioactivo y que estos isótopos eran transmitidos al suelo para su mayor dispersión. Por lo tanto, era necesario la remoción de la capa orgánica más resiente en el suelo. Esta medida de mitigación trae consecuencias para la salud del ecosistema, pero menores a las que produce la contaminación radioactiva. Un año después se reportaron mediciones del isótopo radiactivo del Iodo en personas evacuadas de la zona, encontrándose actividad del isótopo en la tiroides en el 74% de los estudiados.
Los daños causados por la radioactividad liberada al ambiente son de largo plazo en las personas, pero pueden ser analizados en forma más temprana en otras especies. Por ejemplo se encontraron daños fisiológicos y genéticos en una mariposa común en el Japón (Zizeeria maha). En mariposas que se colectaron en mayo 2011 mostraron leves anomalías, en cambio su descendencia presentó anomalías más graves, que fueron heredadas a la siguiente generación. En cuanto a estudios realizados en animales más parecidos a las personas, podemos encontrar una investigación en monos salvajes japoneses (Macaca fuscata) de los bosques alrededor de la ciudad de Fukushima y a unos 70 km de la planta nuclear de Fukushima publicado en 2014. En ellos se encontraron significativamente menores conteos de hemoglobina, células rojas y blancas en la sangre en comparación con monos localizados a una distancia de 400 km de la planta nuclear. La reducción de la células en la sangre también fue reportada en población infantil después del accidente de Chernobyl. Aunque los conteos bajos de las células de la sangre no necesariamente indican un riesgo en la salud, si sugieren que el sistema inmune está comprometido y la susceptibilidad a enfermedades o epidemias aumenta. También se encontró (2016) la incorporación de isótopos radioactivos de Estroncio en los dientes de ganado abandonado durante la evacuación de la zona cercana a la plata nuclear de Fukushima y se pudo asociar su concentración en los dientes a la contaminación radioactiva en el ambiente. En la comida también se ha podido encontrar contaminación radioactiva causada por el accidente nuclear. Por ejemplo, los hongos secos en la prefectura de Iwate (aproximadamente unos 200 km de Fukushima) presentaron concentraciones de isótopos radioactivos de Cesio mayores una y media veces  a las de otros lugares de Japón. Sin embargo la contaminación con isótopos de Cesio en Japón es conocida con anterioridad. La explosiones de las bombas nucleares todavía muestran sus impactos en las diferentes regiones. La contaminación radioactiva tiene implicaciones a muy largo plazo.
Después de casi una década, el cáncer de tiroides en la población infantil muestra una correlación positiva con los niveles de contaminación radioactiva en el ambiente. 
Estos resultados son solo una muestra de la vastísima literatura científica que muestra la contaminación radioactiva causada por este accidente. 
En una sociedad adicta la energía, la solución de generar electricidad en cantidades enormes y sin emitir gases de efecto invernadero parecía adecuada hace unos 40 años. Hoy en día, ante el desarrollo tecnológico de las fuentes renovables y de las posibilidades de almacenamiento en un proceso de disminución de precios, la centrales nucleares de fisión no son una alternativa a elegir. 
Desde mi punto de vista, las tecnologías actuales de fuentes renovables tienen un impacto mucho menor y de corto tiempo comparadas con los combustibles fósiles y las centrales nucleares. Por supuesto, la crisis económica provocada por la COVID-19 nos ha enseñado que podemos disminuir y distribuir nuestra demanda de energía. Así la eficiencia energética y el uso de renovables son un camino que debemos promover.

Este artículo fue publicado el día 28 de abril en el periódico la Unión de Morelos.

miércoles, 14 de abril de 2021

Las renovables van

Tenemos una buena noticia, en el mundo las fuentes renovables de energía están ganando terreno y cada año se instalan más plantas de generación renovable. De acuerdo con el reporte estadístico 2021 de la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA) en el mundo se añadieron más de 260 GW de capacidad de fuentes renovables de energía en el 2020, incrementándose un 50 % adicional a la expansión que se realizó en 2019. Este dato sobrepasó a las estimaciones de mediados del año pasado al inicio de la crisis económica provocada por la COVID-19. Es de reconocer que todavía se instalan plantas de generación con combustibles fósiles, pero solamente fueron 60 GW de capacidad instalada con fósiles que es menor a un cuarto de la instalación de fuentes renovables. 
Por supuesto que debemos redoblar los esfuerzos para aumentar la eficiencia con la que usamos la energía y de ser necesario la ampliación de la capacidad de generación, debemos optar por las fuentes renovables.
Al anunciar estas noticias el director del IRENA, Francesco la Camera afirmó: “Estos números dicen una notable historia de resiliencia y esperanza. A pesar de los retos y la incertidumbre del 2020, las energías renovables emergen como una fuente de innegable optimismo para un mejor, más equitativo, resiliente, limpio y justo futuro”. Por supuesto comparto su opinión y considero importante redoblar los esfuerzos para construir ese futuro con bienestar social.
En particular, Francesco la Camera enfatizó que estamos comenzando la década de las energías renovables. Así es como en el mundo se observa que para salir de la crisis económica el impulso a las fuentes renovables es una alternativa real y posible. No solo los costos de la energía generada con renovables están disminuyendo día con día, sino que cada vez más las opciones renovables se adecuan al entorno natural y social construyendo caminos hacia la sustentabilidad. 
Parte de las buenas noticias son, que a pesar de la crisis económica provocada por la COVID-19, las opciones renovables están mostrando sus bondades y se están posicionando cada vez más en la selección de alternativas energéticas. Por supuesto, que la búsqueda de opciones eficientes siempre es preferible a la generación de energía, pero es claro que necesitamos generar energía para poder construir bienestar social.
Los datos son importantes y podemos afirmar que en nuestro país pasamos de tener en el 2011 una capacidad instalada de 13,480 MW a 28,358 MW en el 2020. De esta capacidad instalada en 2020, de acuerdo con los datos oficiales que comparte IRENA, observamos que 12,671 MW son hidroeléctricos, 8,128 MW corresponden a eólica, 5, 630 MW a fotovoltaica, termosolar aporta 14 MW, mientras que 1,010 MW son de bioenergía y de geotermia 906 MW para un total de 32.2 % de proporción de renovables en la generación eléctrica. 
Estas contribuciones de renovables diferentes a la hidroeléctrica son fundamentalmente aportadas por las personas y empresas que están convencidas de que es necesario contribuir para contender contra el cambio climático. Además de esta ventaja ambiental, para las personas y empresas es evidente que el costo de la electricidad generada con fuentes renovables es más barato que la generada con combustibles fósiles; de esta manera, salimos ganando quienes instalamos renovables en forma distribuida y quienes vivimos y respiramos un aire menos contaminado. Claramente, al definir estrategias de ahorro y uso eficiente de energía estamos disminuyendo los efectos negativos de nuestras actividades. 
Desde mi perspectiva es necesario un cambio en la política energética del país y que con ello decididamente fomente el uso de las fuentes renovables de energía. Este giro, además de los beneficios ambientales abrirá más empleos mejor remunerados y posibilitará de una manera más directa la democratización de la energía.
Sirvan estas líneas para motivación para, con ella, exigir un cambio de política energética hacia el bienestar social.


Este artículo fue publicado el día 14 de abril  en el periódico la Unión de Morelos.

miércoles, 7 de abril de 2021

La máscara

La protección más sencilla y más eficiente que tenemos a nuestro alcance contra la COVID-19 es la máscara o cubrebocas. Esta medida que ha sido despreciada por muchas personas es la que ha mostrado tener mayor eficiencia para disminuir los riesgos de contraer la enfermedad que nos nuestra salud, nos mantiene en constante tensión emocional y bajo crisis económica ya desde hace poco más de un año.
Un interesante artículo publicado en la revista Proccedings of de National Academy of Science (PNAS) el pasado mes de enero  analiza la eficiencia del uso adecuado del cubrebocas. Primeramente, se reconoce que la principal vía de contagio de la COVID-19 es la respiración de partículas emitidas por personas presintomáticas o asintomáticas, pero infectadas. Recordemos que hace un año esta vía no era reconocida como la principal y por eso se dudaba de la eficacia del uso de la máscara. Hoy en día y después de muchísimos estudios se ha determinado que la principal vía de contagio es la respiración de partículas portando los virus SARS-CoV-2. 
Por estas razones, se ha determinado dos acciones que reducen la propagación de la enfermedad: limitando el contacto con las personas infectadas mediante aislamiento y reducción de contacto. Es claro que el cubrebocas reduce el contacto con las partículas suspendidas en el aire arrojadas por personas infectadas y, por lo tanto, baja la posibilidad de aspirarlas. Al mismo tiempo, si la persona que la porta está infectada evita que esparza esas partículas al aire; aunque ella no lo sepa y la máscara actúa como una barrera. 
Es importante mencionar que las pruebas muestran que el uso de cubrebocas en ambientes de laboratorios y hospitales reduce la transmisión de la enfermedad. En los entornos públicos cotidianos el uso del cubrebocas es la acción más efectiva para reducir la propagación del virus cuando su uso es mayoritario. 
Las conclusiones y recomendaciones de este artículo se basan en una revisión muy amplia de investigaciones sobre otras enfermedades respiratorias y datos nuevos precisamente de la transmisión del SARS-CoV-2. 
Aquí un aspecto interesante es la forma en la que muchos estudios se han realizado utilizando tanto prueba directa, estudios directos en hospitales, como análisis de metadatos utilizando herramientas sofisticadas. Estas herramientas pertenecen mayoritariamente a la ciencia de datos y son usadas ampliamente hoy en día en muy diferentes áreas, desde mercadotecnia hasta salud. También realizaron una revisión sistemática de estudios observacionales no sesgados que encuentren prueba convincente de la eficacia del uso público de máscaras como reductores del contagio. 
En estos estudios se encontró que el contagio es hasta 7.5 veces más alto en países donde no hay un mandato de uso de cubrebocas. Una de las formas de análisis del tipo de minería de datos se observa en los estudios que investigaron las correlaciones en el interés de las personas de una región por los cubrebocas en el mercado electrónico, que muestra un factor importante en el control de la COVID-19 en esa región. Si las regiones donde las personas se interesaban más en las compras en la Internet por cubrebocas mostraron un mejor control de la enfermedad, es decir, menor tasa de contagio. El control al usar el cubrebocas parece ser más claro al evitar que una persona infectada, sin saberlo, esparza los virus, aunque hay ciertas pruebas que también protege a la persona que no está infectada. Para ello el artículo destaca que la eficacia del cubrebocas está totalmente relacionada con dos aspectos la capacidad de filtración y el diseño para ajuste en la cara (por supuesto la forma de portarlo). La recomendación para los materiales indica que cubrebocas multicapas de poliestar y algodón son una buena alternativa que puede equipararse en la eficiencia en la filtración a los cubrebocas especializados. 
Por supuesto, que uno de los aspectos más importantes es procurar que la máscara cubre completamente la nariz y boca. El uso de pequeñas láminas o alambres para que haya un mejor ajuste entre la tela y la piel cercana a la nariz es fundamental. Una búsqueda sencilla en los mercados electrónicos arroja la posibilidad de comprar estas láminas por precios muy accesibles y costurarlos a mano en la infinidad de cubrebocas de telas disponibles hoy en día que no lo tengan.
Estamos ante la evidente apertura gradual de las actividades que teníamos antes del 2020, pero para poder realizar esas actividades va a ser necesario que usemos cotidianamente el cubrebocas en lugares públicos. 
Todavía no se conoce con certeza la eficacia de la vacunación a largo plazo o la inmunidad de aquellas personas que ya sufrieron la enfermedad. En muchos lugares se documentan reinfecciones.
El cubrebocas será una prenda más en nuestra vida cotidiana, más vale que sepamos utilizarlo, lavarlo mantenerlo y portarlo. Espero estas líneas aporten información para que basados en información podamos decidir por el bienestar social. 


Este artículo fue publicado el día 7 de abril en el periódico La Unión de Morelos.

miércoles, 31 de marzo de 2021

La transición energética es ineludible

La transición energética hacia las fuentes renovables de energía es ineludible a escala mundial. Sin embargo, en México se puede retrasar y con ello perder opciones de generar bienestar social como lo anhelamos. 
En estos textos he mencionado muchas veces que las fuentes renovables son una alternativa deseable con respecto a los combustibles fósiles y que el sistema energético mexicano debe transitar, sin demora, hacia estar basado en una matriz energética renovable, articulada por un sistema eléctrico de transmisión y distribución moderno e inteligente.
La semana pasada la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA) publicó su informe preliminar sobre la Trayectoria hacia una transición mundial energética para circunscribir la temperatura promedio del cambio climático a 1.5 C . En este reporte preliminar, enfatiza que si bien la ventana de oportunidad para lograr la meta de mantener el compromiso del Acuerdo de París está cerrándose, las recientes tendencias en el ámbito internacional indican que las diferencias entre los compromisos nacionales y los logros están decreciendo. El compromiso global implica una disminución del 45 % de las emisiones de gases de efecto invernadero para el 2030 con respecto al 2010. De esta manera, las acciones que definamos en los siguientes 9 años son fundamentales.
Para lograr este escenario, IRENA considera que las fuentes renovables, la electrificación y la eficiencia energética serán los pilares de esta transición. En particular la sinergia entre las cada vez más baratas tecnologías renovables y la adopción creciente de la electrificación en las aplicaciones de uso final y del transporte son indispensables. Sí, la electrificación del transporte. Este es un llamado para la industria automotriz y su proveeduría mexicana que debe modificar sus productos para atender este mercado emergente o quedará relegada de la transición. Se espera que un 67 % del total de la reducción de las emisiones en el transporte sean originadas por la electrificación de estos sistemas.
Para lograr los compromisos nacionales que nuestro país refrendó recientemente, debemos triplicar o cuadruplicar la generación eléctrica con fuentes renovables para conseguir al menos 90 % para el año 2050. Notemos, este compromiso no será visto por quien escribe y algunas personas lectoras de estas líneas, pero que podemos contribuir para lograrlo y dejar a la actual juventud una situación menos alarmante. Aquí es importante destacar que se plantea que las fuentes renovables no variables deberán aportar del orden de un 30 %, dejando el restante 60 % a las fuentes renovables variables. Para conseguir esta meta es importante, desarrollar sistemas de potencia flexibles que acompañados con estrategias de flexibilidad en el lado de la demanda (si de nosotros usuarios y usuarias) posibiliten los cambios en las costumbres y los usos energéticos de hoy, por otros que posibiliten alcanzar la sustentabilidad.
Para tener un sistema energético flexible en los dos lados, generación y uso, es esencial que el uso final de la energía pase a ser eléctrico en más del 50 %.
Un elemento al que debemos poner atención es el cambio a combustibles de cero emisiones netas como el hidrógeno verde y los biocombustibles cuyo aporte puede ser mayor al 10 % tanto para generar electricidad como para usos térmicos.  
Aunque, la mayoría de las tecnologías de eficiencia energética y de fuentes renovables están disponibles hoy en día, es esencial fomentar la innovación para la descarbonización de la sociedad en el ámbito energético mundial. 
En nuestro país, la dependencia de los combustibles fósiles es cercana al 75 % del total de la energía que usamos. Así que los esfuerzos para transitar a una matriz basada en fuentes renovables deben ser impulsados desde este momento. La formación de talento, que conozca las tecnologías y que genere conocimiento nuevo, tanto en la parte científico-técnica como en los aspectos sociales y organizacionales, es uno de los mayores retos que tenemos.
Por estas razones, las inversiones en el sector energético deben moverse hacia una transición baja en carbono, es decir, hacia las renovables. En particular, en nuestro país, se requiere inversión tanto privada como social en el sector energético. En esta situación de reactivación económica  ante la crisis COVID-19, las acciones de fomento para que lo promovamos esta transición son indispensables.
Aunque la transición energética es ineludible, puede darse de una forma no sustentable en nuestro país. Por esa razón, estoy convencido que el momento de actuar es ahora, invertir en soluciones tecnológicas renovables y en la formación de talento que pueda seleccionar las opciones de acuerdo con el entorno específico y a las capacidades sociales de cada lugar o región son de las acciones necesarias para poder construir una transición energética que conduzca al bienestar social. 

Este artículo fue publicado el día 31 de marzo en el periódico la Unión de Morelos.

miércoles, 27 de enero de 2021

Evaluación del riesgo en innovación

En estos días las conversaciones sobre COVID-19 o la crisis económica provocada por esta enfermedad abundan. Los artículos de opinión o los videos en las redes sociales abordan principalmente estos temas. Sin embargo, hoy quiero llamar la atención a un artículo que apareció recientemente en la revista “Technology in Society” que reporta los hallazgos de dos científicas mexicanas sobre un tema de vital importancia para la transferencia tecnológica en nuestro entorno y por lo tanto para el desarrollo de la innovación a largo plazo. Considero que la innovación tanto tecnológica como social son dos aspectos que permitirán que la generación de conocimiento conduzca construir el beneficio social. Primero debo hacer notar que la innovación basada en la ciencia es el producto de esfuerzos colaborativos entre personal científico, de ingeniería, de administración y de inversionistas que llevan un conocimiento nuevo al usuario mediante la transferencia de tecnología. Es esencial mencionar que este camino está plagado de desafíos e incertezas; por lo tanto, definir estrategias que aumenten el éxito para que los proyectos de alta tecnología lleguen al público usuario es una actividad necesaria y desafiante.
En este artículo, las Dras. Karla Cedano Villavicencio y Araceli Hernández Granados nos ilustran sobre cómo evaluar el riesgo y disminuirlo en los esfuerzos de transferencia tecnológica. Quiero hacer notar que ellas observaron que, en nuestro país, uno de los mayores desafíos que enfrentan las instituciones de investigación es el desarrollo de transferencias exitosas de alta tecnología para hacer evidente que la innovación basada en la ciencia rinde beneficios a la sociedad. Esto ha conducido a que las universidades (públicas o privadas) y las instituciones de investigación construyan Oficinas de Transferencia de Tecnología en busca de tender puentes con la industria y los inversionistas. Ellas señalan que estos esfuerzos son compartidos con muchos otros países y que no han sido efectivos del todo, ya que la percepción de la incerteza es diferente en el sector científico y en el empresarial. En otros escritos he dicho que el manejo del riesgo por parte de la comunidad académica es mucho más amplio que en la comunidad empresarial y ellas modulan esta afirmación estableciendo que la comunidad científica está acostumbrada a trabajar con altos niveles de incertidumbre; pero las empresas e inversionistas no pueden medir el riesgo bajo incertidumbre, necesitan identificar riesgos, planificar su gestión y posible eliminación. Adicionalmente, quiero destacar que en nuestro país no contamos con suficiente talento capacitado tanto en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas y con aptitudes amplias e innovadoras en Negocios, Gestión y Comunicación. Esta situación, afirman las científicas incrementa la barrera para la colaboración Academia Industria. 
Así en este tenor, en el artículo que menciono, las Dras. Cedano Villavicencio y Hernández Granados descubrieron que ciertos análisis basados en inteligencia tecnológica brindan información estratégica que, una vez que se ha traducido en conocimientos prácticos, son valiosos para la identificación, medición y mitigación de riesgos de proyectos de alta tecnología. Desde mi punto de vista, el principal logro de su trabajo es haber construido una herramienta integrada que puede ayudar en la traducción de los hallazgos científicos en un ambiente de incertidumbre en otro donde se pueda identificar, medir y mitigar estas incertidumbres. Esta herramienta sencilla es útil para calcular una puntuación de riesgo para proyectos de tecnología en las primeras etapas de desarrollo identificando las posibles barreras y con ello apuntalar a la transferencia tecnológica para asegurar éxito de la innovación. Para identificar y gestionar los riesgos asociados del proyecto consideran se debe capacitar a la persona líder, ya que esta debe estar bien informada y conocer los aspectos de innovación, pues es la indicada para alimentar la herramienta y así reducir la incertidumbre definiendo posibles nuevas estrategias cuando se observen incertidumbres. Dicha persona, con la información adecuada y con un liderazgo efectivo, puede capturar la visión del equipo y plasmarla en la herramienta, estableciendo diferentes valores para las escalas de niveles de riesgo, según el contexto de cada proyecto o conjunto de proyectos y así proveer información útil para inversionistas. Por esta razón, mi invitación a leer el artículo para apreciar los detalles.
En estas épocas de crisis de salud, económicas y sociales debemos también construir conocimiento para contender con aspectos a largo plazo. En mi opinión, el desarrollo para evaluación del riesgo en las innovaciones basadas en ciencia que desarrollaron estas científicas mexicanas apunta en la dirección correcta al proporcionarnos una herramienta útil y original en el contexto internacional y pensada para la realidad actual de nuestro país.


Una versión previa de este artículo fue publicada el día 27 de Enero en el periódico la Unión de Morelos.

miércoles, 13 de enero de 2021

Salud y energía: dos de los problemas que enfrentamos

El manejo de la COVID-19, la desaparición de los organismos autónomos, los obstáculos a las energías renovables, la ley de humanidades, ciencia y tecnología, la turba que tomó el Capitolio en Washington... vaya que no paramos por temas polémicos donde deseamos comentar y dar opiniones. Este año 2021 comienza a tambor batiente con tremendas problemáticas que deben ser abordadas con miras tanto en la inmediatez como a largo plazo.
Ya están pasando los días con donde las frases de buenos deseos abundan para pasar a la realidad de discutir e implantar acciones para contender con los problemas que nos afectan y que nos están cambiando la forma en que vivimos o viviremos o vivirán las generaciones futuras. Para mí, el solo hecho de mencionar algunos de esos temas me han dejado con mi optimismo abrumado y cabizbajo. Para nada es fácil ofrecer acciones cuando estamos observando que el manejo de la pandemia ha causado más de una centena de miles de “lamentables defunciones”, como dice el encargado de establecer los lineamientos de nuestras acciones, ya que las propuestas inadecuadas y la necedad de no seguir las recomendaciones basadas en conocimiento han conducido a que nuestro país sufra un lacerante número de defunciones. Al revisar las gráficas de los casos infectados en los primeros meses de la pandemia observamos que nos separamos rápidamente de la tasa de doblamiento de casos, lo que supondría que las primeras medidas fueron efectivas y a tiempo. Indico esto ya que la misma separación de esa terrible tasa no se observó en otros países sino hasta algún tiempo después. Sin embargo, posteriormente al no recomendar medidas obvias, ni apoyar directamente a todos los sectores de la sociedad, establecer el semáforo epidemiológico del COVID-19 y no respetarlo se cayó en una situación profundamente lamentable que lesiona a la sociedad en su conjunto. Hoy en día en el mundo la situación es difícil, pero en nuestro país está a un tris de ser catastrófica. Ayer se anunció con bombo y platillo que llegaron 400 mil vacunas, pero eso implica que solamente 200 mil personas podrán ser inmunizadas, recordemos que en nuestro país vivimos más de 120 millones de personas. Faltan muchísimas vacunas si queremos tener inmunidad para la población o esperar más de un año en esta angustiante situación.
En otro tema, en el mundo la transición energética hacia las fuentes renovables está en proceso y en las regiones del mundo donde basan sus decisiones en el conocimiento se está acelerando. En cambio, en nuestro país se busca reservar a una compañía del estado la posibilidad de generación. Desde mi punto de vista, esta visión parecía adecuada hace 50 años, pero hoy en día con la posibilidad de la electrificación de los usos de la energía y con las opciones de generar en la forma en que se usa y en el lugar, es decir, la diversidad de opciones de fuentes distribuidas de energía, lo idóneo es fortalecer un sistema de transmisión y distribución inteligente. Este sistema debe tener capacidades de predicción y acción, tanto local como regional, que permita, así, asegurar calidad de energía para todos los usos acoplados a las fuentes renovables variables. De hecho, en el ámbito mundial, la generación de electricidad mediante fuentes renovables está ganando el suministro de electricidad. Sin embargo, todavía existe un sector que requiere nuestra atención en todo el orbe y es el transporte. En nuestro país no debemos quedarnos atrás, como está pasando en otros sectores. En este terreno debemos promover un transporte público basado en la electromovilidad para distancias largas y un transporte no motorizado para distancias pequeñas. En estos sentidos la infraestructura actual para el transporte motorizado individual puede transformarse en un transporte sustentable considerando esas dos alternativas: electromovilidad y movilidad no motorizada.
Estos son sintéticos comentarios para la amplia y complicada problemática que enfrentamos hoy en día. El año 2021 comienza con desafíos mayúsculos para todas las personas. Sin embargo, estoy confiado en que el conocimiento y las decisiones que emanen de él pueden brindar opciones de solución adaptables para cada entorno.   


Este artículo fue publicado el día 13 de Enero en el periódico la Unión de Morelos.