miércoles, 4 de mayo de 2022

¿Hay que seguir paranóicos?

Después de dos años de aislamiento, de sufrir el confinamiento y de enfrentar a lo desconocido empezamos a retomar las actividades que cotidianamente hacíamos antes. Una de las preguntas que nos hacemos al salir de casa es ¿llevo el cubrebocas? Quizás otras personas piensen: por fin sin cubrebocas.  Entre estas alternativas puede haber muy diferentes acciones.
Ayer, martes, me sorprendió leer un tuit de una excelente científica y divulgadora que comentaba la situación que enfrentó cuando al usar cubrebocas, ella y su hija, fue cuestionada:
“Entré a un lugar lleno de gente y una señora vió que sólo mi hija y yo llevábamos cubrebocas y me dijo: 
-¿Qué, hay que seguir paranoicos? 
-Paranoicos, no -le dije- pero lo que sea por cuidar la salud, ¿no? 
No me contestó. 
Pero luego me quedé pensando si había mejor respuesta”.
Primero quiero comentar la actitud crítica de la Dra. Perelman, quien a pesar de haber dado una muy buen respuesta a la intempestiva pregunta, adicionalmente se cuestiona si hay mejores respuestas que con información ayuden a prevenir situaciones de exposición. Esta actitud de constante búsqueda de maneras asertivas para comunicar el conocimiento nos ayuda a promover que el conocimiento sea nuestra base para la toma de decisiones de una manera informada.
Segundo, las respuestas a su tuit se pueden leer y muchas de ellas son muy ilustrativas. Las hay desde las que responden agresivamente hasta las que empáticamente se unen a la búsqueda de “mejores respuestas”. Insisto me parece que su respuesta fue adecuada y, por supuesto, hay otras que también son informativas y amables. Una de las respuestas que me pareció más informativa mencionaba un texto sobre qué respuestas dar ante esta situación. Las recomendaciones son: responder con honestidad, decir nuestras razones, decir que no queremos enfermar, que es para nuestra protección o no responder. Todas ellas son válidas y pueden tener muchos matices; pero lo esencial es mantener una actitud que obedezca a nuestra propia evaluación del riesgo que tomamos al usar el cubrebocas o no. La prevención ante el riesgo es importante. Desde mi punto de vista, el uso del cubrebocas en lugares cerrados donde hay mucha gente es recomendable para “Cuidarnos y cuidar a las otras personas”, las frases como “Uso cubrebocas para cuidarme y cuidarte” son precisas y concisas. No solo nos cuidan de posibles contagios de COVID-19, sino que nos protegen de muchas otras situaciones nocivas: polvo y algunos otros microorganismos. Por ejemplo, su uso puede disminuir significativamente los contagios de gripes en el transporte público, estoy seguro que cualquiera desearía tener menos gripas al año. 


Persona con cubrebocas orando en iglesia durante pandemia de COVID-19 en México
El uso de cubrebocas en lugares concurridos es una buena decisión.

En otros lugares del mundo el uso de cubrebocas ya era una costumbre antes de la llegada del COVID-19, así que usarlo es una forma de prevención que ha ayudado y puede continuar haciéndolo. 
Quiero comentar que personalmente lo usé y disfruté en el exterior en situación de invierno con nevada y, la verdad, que el cubrebocas disminuye nuestra sensación de frio y nos protege del viento. Aunque también lo tuve que usar en las estaciones calurosas y llega a ser muy molesto.
En este período de dos años la comunidad científica ha construido conocimiento en torno a la pandemia y con base en él podemos tomar decisiones para protegernos y proteger a quienes nos rodean. Esta actitud de protección colectiva es una de las que nos han permitido convivir en sociedad desde que apareció la especie humana. Podemos continuar con este tipo de acciones que nos benefician y benefician a otras personas, aunque no lo reconozcan.
Yo cuando salgo de casa siempre llevo mi cubrebocas de tela tricapa y lo uso cuando la situación me indica que hay un riesgo de no usarlo y me lo pongo. Tan sencillo como usar un paraguas: si al salir valoro que está lloviendo poco no lo uso, pero si está diluviando claro que lo abro y me pongo a resguardo. 
El cubrebocas es una prenda que nos puede acompañar y proteger, es pequeño y puede haber muy bonitos o que vayan con nuestra personalidad; usémoslo en situaciones donde no querramos padecer de un riesgo evitable.

Este artículo fue publicado el día 4 de Mayo en el periódico la Unión de Morelos

miércoles, 27 de abril de 2022

Regreso después del COVID19

La emergencia sanitaria que ha causado la COVID-19 está pasando y poco a poco estamos retomando muchas de las actividades que hacíamos antes de la declaratoria de pandemia.
Durante dos años hemos implementado una serie de medidas de distanciamiento físico, de uso de desinfectantes y de cubrebocas o mascarillas, etc. Ahora tenemos una pregunta de cuáles de ellas será conveniente continuar y cuáles podemos dejar de hacerlas.
En estos temas se están escribiendo y recomendando acciones en muchos medios. Hace una semana encontré un artículo sobre este tema en la revista Scientific American[1], que desde mi punto de vista, explica y resume los aspectos a considerar para evaluar el riesgo al retirar algunas de las recomendaciones que hemos seguido en estos años. En particular, este artículo se refiere a la evaluación del riesgo al dejar el uso del cubrebocas.
Me parece que es claro que el uso de desinfectantes en forma masiva ha dejado de ser recomendado, dado que la transmisión por contacto parece no ser la primaria. Sin embargo, el lavado de manos frecuentes puede ser una sana costumbre. También la toma de temperatura ha pasado a ser menos efectiva en la prevención de los contagios dado que muchas personas ahora son asintomáticas.
Por supuesto que la medida más importante en cuanto a eficacia es la vacunación, sí al haber recibido la vacuna y con refuerzo es la acción que disminuye los riesgos hospitalización y la muerte causada por la COVID-19 con mayor efectividad. Por esta razón, es importante vacunarse y tomar todos los refuerzos que nos sean recomendados. De manera similar a la influenza, parece que las vacunas de COVID-19 requerirán algún reforzamiento periódico. Así, que a vacunarse se ha dicho, recordemos que ahora es turno para la población infantil, quienes han visto disminuidas gravemente su posibilidad de interacción con las restricciones en las escuelas y otras actividades colectivas.
De lo más importante es nuestra valoración al riesgo que tenemos al decidir estar o no en diferentes situaciones. En este artículo que mencioné, se establece que la edad es un factor de riesgo y según los datos recabados en Estados Unidos Las personas mayores de 50 años tienen hasta 10 veces más probabilidades de llegar a la hospitalización o de morir que las más jóvenes. También dentro de nuestra valoración al riesgo es importante conocer los riesgos que tienen las personas que viven o trabajan en los mismos espacios donde nos desenvolvemos. Por esta razón, debemos ser solidarios y entender los riesgos de estas personas que nos acompañan cotidianamente y no ponerlas disminuir sus precauciones con nuestro proceder. Se tienen datos que alrededor del 50 % de las personas que viven o trabajan en un lugar donde hay una persona reportada como caso positivo de las nuevas variantes también resultan positivas mediante el contagio. Una persona en condición inmunodeprimida debe extremar precauciones y si estamos en contacto con alguna de ellas es importante saberlo y considerarlo para la toma de nuestras decisiones.

El uso del cubrebocas o mascarilla es nuestra decisión, pero tenemos que conocer el riesgo que tomamos.

Esta toma de decisiones puede basarse en las estadísticas que hay hasta ahora. En ellas podemos observar que las personas mayores de 60 años con vacunas de refuerzo tienen mucho menor riesgo que las no vacunadas más jóvenes. Las estadísticas de Estados Unidos pueden ser comparadas con otras enfermedades o actividades de riesgo, sugiero consultar el sitio [2] para observar estas comparaciones.
Parece ser razonable que las personas jóvenes vacunadas decidan no usar el cubrebocas si en el entorno donde se desenvuelven han sido reportadas menos de 50 casos en la semana por cada 100,000 habitantes. Observemos que este número se refiere a un riesgo para una persona joven de menos de 40 años, para una persona entre los 40 y 60 debe ser menor el número de casos para retirarse el cubrebocas con un riesgo aceptable. Verdaderamente me gustaría que en nuestro país lleváramos este tipo de estadísticas, pero se decidió disminuir recursos para construir bases de datos que los contengan.
Otro de los hechos que debemos considerar para evaluar el riesgo es el tiempo que estaremos en reuniones con otras personas y que tipo de actividad, no es lo mismo estar en una biblioteca que en una sala de baile o sala de ejercicios aeróbicos. Las dos últimas son peligrosas a los diez minutos de actividad dado el nivel de partículas procedentes de la respiración que se esparcen por el ambiente. En una reunión en ambiente cerrado y con ventilación es relativamente seguro el removerse la mascarilla para beber o comer. Es importante observar la buena ventilación del lugar como uno de los factores que nos ayuden a decidir si bebemos o comemos retirándonos el cubrebocas.
En síntesis anhelamos retornar a los momentos cuando reíamos, bailábamos, charlábamos en bares, salones de baile y lugares cerrados con amistades disfrutando de horas de esparcimiento y contacto físico, social y de sonrisas evidentes. Ante las probabilidades de contraer la COVD-19 y de transmitirla a otras personas cercanas, la evaluación del riesgo es muy importante. Sin embargo, el retirarnos un cubrebocas en ocasiones analizadas puede valer la pena al ofrecer y observar sonrisas y gestos que nos acerquen como antes a las personas que estimamos.
El uso del cubrebocas o mascarilla parece que nos acompañará por más tiempo, pero con la información verificada que tenemos hoy puede indicarnos cuando el cubrebocas debe ser utilizado o removido de manera adecuada. La importancia de que nuestro proceder sea basado en esta información que nos permitirá evaluar el riesgo con conocimiento para entablar interacciones personales y sociales sin incrementar en demasía el riesgo para nosotros y otras personas.
La COVID-19 nos ha dejado evidencia que el personal científico construye conocimiento de utilidad para todas las personas, pero también nos ha ilustrado como es necesario incrementar sustancialmente la divulgación y comunicación de ese conocimiento para que la mayoría de las personas tenga la posibilidad de tomar decisiones, precisamente, con base en ese conocimiento.  
Reanudemos actividades con la correspondiente evaluación del riesgo y seguramente lo haremos de una manera adecuada.


Este artículo fue publicado el día 27 de abril en el periódico la Unión de Morelos.

miércoles, 20 de abril de 2022

La reforma eléctrica, finalmente, quién ganó

En la cámara de diputados no se tuvo la mayoría calificada para aprobar la Reforma Eléctrica que propuso el presidente Andrés Manuel López Obrador. No era complicado esperar que esta reforma no pasaría sin los votos de algunos partidos diferentes a los que son aliados del presidente. A mí me inquieta el hecho de que después de abrir la discusión en el parlamento abierto sobre el tema se haya decidido a mantener la propuesta sin cambios. Desde mi perspectiva, la propuesta tenía puntos para mejorar con un enfoque hacia la sustentabilidad en lugar de enfatizar el papel rector de la CFE. 
Hoy en día, las fuentes renovables de energía posibilitan la construcción de esquemas distribuidos donde las decisiones se pueden tomar de manera participativa en lugar de imponer, desde un organismo central, las decisiones. Por supuesto, con la perspectiva desde la sustentabilidad las diferencias ambientales, económicas y sociales de las diferentes regiones del país pueden ser consideradas en las construcciones de soluciones energéticas. Debo enfatizar aquí los plurales de las palabras. Efectivamente, nuestro país es muy diverso tanto en ecosistemas como en aspectos económicos y en formas organizacionales. Es esencial incorporar más información para proponer soluciones que apunten hacia un manejo adecuado de las características ambientales.
Por ejemplo, en las regiones donde la temperatura es alta en el verano también se observa una mayor incidencia de energía solar. Por esta razón, la propuesta de uso de sistemas fotovoltaicos puede ser adecuada.  Así, la sustentabilidad de las soluciones energéticas demanda involucrar estas diversidades. De hecho, las tarifas de electricidad actuales consideran parcialmente esta diversidad al definir 7 regiones de acuerdo con la temperatura media mínima en verano del lugar. En estas tarifas de la CFE, la aportación gubernamental para toda la población es mayor al 70 % del costo de generación en al menos los primeros 75 kWh de consumo. 
Para analizar la parte económica es importante diferenciar el costo de generación y el costo al usuario. El costo de generación con fuentes renovables (solar y eólica) es menor al costo de generación con termoeléctricas de ciclo combinado (las plantas más eficientes de combustión). Por esta razón, la compra de energía generada con renovables puede ser más barata. Este hecho es el que aprovechan las grandes compañías para comprar energía a empresas generadoras de electricidad con renovables. De esta manera, mientras de la cantidad de energía que usemos provenga mayoritariamente de renovables el costo al usuario podría ser menor.  El costo al usuario es definido por el gobierno federal que desde hace varias décadas ha decidido hacer un aporte para el pago de la electricidad en todos los tipos de consumo. Con algunos años de la aportación gubernamental para los consumos básicos o intermedios bajos, se podrían financiar la instalación de estos sistemas con el aporte gubernamental y trabajarían más de 20 años. Es decir, el financiamiento de renovables saldría más barato para la población en general, ya que la aportación gubernamental la pagamos con nuestros impuestos. Aunque la inversión inicial en la mayoría de las fuentes renovables puede parecer alta; pero con miras transexenales serían totalmente redituables y más si consideramos las dimensiones ambientales y sociales. La ley actual dice que solo los grandes usuarios pueden acceder a la compra de energía de los generadores de energía que no sean CFE. Los usuarios domésticos pueden instalar sistemas distribuidos interconectados a la red. De hecho, la CFE o el gobierno federal podría destinar parte de la contribución gubernamental para instalar sistemas fotovoltaicos donde la población lo necesite para brindar productos o servicios con valor de intercambio, no solamente para alumbrado; sino para vitalizar la economía sin emitir gases de efecto invernadero. Situación similar se podría hacer con generadores eólicos, minihidráulicos u otras fuentes renovables.
En mi opinión, la visión de mantener una economía extractivista no ha mostrado disminuir las desigualdades en México ni tampoco en muchos otros lugares del mundo. La riqueza petrolera centralizada en un primer momento aportó movilidad social, pero con el devenir del tiempo no fue utilizada para construir el bienestar social. El litio es una riqueza que tampoco parece posibilitar por sí misma la eliminación de las desigualdades. No basta con reservar la extracción y el aprovechamiento, sino que es necesario el impulso al desarrollo de tecnologías y a la preparación de la población para generar productos y servicios que presenten valor de intercambio suficiente para impulsar el beneficio social.
Pergola agricola ombreggiante fotovoltaica impianto viti primitivo Laterza 2013
Construyendo estrategias sustentables de fotovoltaicos en la agricultura.

Desde mi punto de vista, el gobierno federal con la votación en contra de la reforma eléctrica puede atribuir a la oposición esta decisión que distiende las relaciones con otros países y con las empresas que han invertido en el país. Por esta razón, no se modificó la propuesta para que fuera votada en contra, y sin claudicar, sin ceder ante presiones extranjeras, se acepta la decisión para sin cambiar la postura mantener las relaciones en la forma actual con otros países y las grandes compañías energéticas.
La población mexicana, con estas maniobras, no hemos ganado nada, en mi opinión, debemos promover la transición energética hacia una energía sustentable, entendiendo por energía sustentable aquella que proviene de renovables y en la generación y uso considera los aspectos ambientales y sociales para promover el bienestar social.


Este artículo fue publicado el día 20 de abril en el periódico la Unión de Morelos.

miércoles, 6 de abril de 2022

Juegos en línea para enseñar historia

Los juegos en línea pueden ser usados en la enseñanza de la historia. La mayoría de las personas que leemos la afirmación anterior nos pudiera parecer extraña; para otras motivante a continuar leyendo sobre este tema e indagar cuáles juegos pueden ser utilizados con tal fin. Otras seguramente tendrán experiencia con algún juego que les pareciera adecuado para ilustrar algún proceso histórico. Estoy seguro “Age of Empire” puede venir a la mente de muchas. Estoy seguro de que a la mayoría les puede despertar alguna curiosidad. A mí también me llamó la atención.
Les comento que esta frase la encontré en algunas de mis búsquedas en la Internet relacionadas con modelos matemáticos en historia. Sucede que estoy leyendo el libro de Peter Turchin sobre Dinámica de la Historia [1] donde se construyen modelos matemáticos parecidos a los modelos en física para describir la evolución de los clanes, ciudades, reinos e imperios entre otras organizaciones sociales y tratar de responde por qué unos imperios caen y otros no. Con la lectura, empecé a buscar algunos otros documentos con estas ideas, que me parecen por demás interesantes. Me encontré un artículo de acceso libre sobre el tema “History-Themed Games in History Education: Experiences on a Blended World History Course” en sitio de http://arxiv.org que ya he utilizado en muy diversas ocasiones porque es un sitio de artículos de acceso libre.
Para mí fue sorprendente encontrar este tipo de estudios en un sitio dedicado principalmente a las matemáticas y la física, pero el artículo está en la sección de Computación y Sociedad. Aunque me es familiar el hecho de que las computadoras han servido para remplazar a muchos experimentos y que la dinámica computacional está siendo extensivamente utilizada en muy diversos campos de las ciencias e ingenierías; todavía no es común su uso en las ciencias sociales y no tan aceptado por la comunidad de humanidades. Por estas razones, me sorprendió doblemente el artículo donde se evalúo el uso de los juegos en línea como una actividad de los cursos de historia en el nivel licenciatura. Si hay juegos en línea debe haber algoritmos que emulen el comportamiento social. Así que lo empecé a leer.
Durante cuatro años Kuran y sus colaboradores incorporaron una variedad de juegos en línea en su curso de historia para determinar cuál juego estimulaba mejor las discusiones sobre aspectos históricos y además contribuía en el entendimiento de los temas.

Valmy Battle painting

Las actividades en los cursos consistían en participar activamente en diferentes juegos y lograr unos objetivos definidos de antemano, posteriormente escribir sus experiencias en todas las temáticas del curso y finalmente escribir un ensayo sobre un tema específico. Los temas y los juegos abordados versaban sobre la Edad Media, Edad Moderna con énfasis en la Revolución Industrial y temas del siglo XX, principalmente las dos guerras mundiales. En estos temas la conclusión fue que la serie “Grand Strategy” aportaba las mejores experiencias debido a su nivel detallado y exactitud histórica; además de su versatilidad para modelar las diferentes culturas y naciones.
La inclusión de estos juegos en las actividades permitió un mejor entendimiento de la geografía, los aspectos económicos y políticos en las rutas comerciales, así como las cadenas de suministros. Desde la perspectiva del artículo, de lo más importante es que estos juegos enseñan y permiten involucrarse en las complejas interacciones entre la economía, religión, tecnología, política y cultura. Al utilizar estos juegos la comunidad estudiantil aprende cómo las diferencias en el pasado afectan el futuro de las sociedades. De esta manera, pueden comprender la importancia de eventos claves en el desarrollo de la historia. Uno de los aspectos que más resaltan es que ciertos eventos marcados como precipitadores de magnos enfrentamientos, a la luz de los juegos, ya no lo son; ya que cualquier evento de similares características pudiera ser igualmente detonador. El ejemplo de esta idea es el asesinato del archiduque Ferdinand en Sarajevo en 1914 como detonador de la primera guerra mundial.
La actividad del juego con sesiones tipo conferencia y otras de discusiones permite que cada estudiante se inmersa en el contexto y explore algunas situaciones diferentes que desarrolla una componente crítica del entorno social económico y político, al mismo tiempo que promueven el aprendizaje integral. Al experimentar, en carne propia durante el juego, cada estudiante internaliza la situación histórica como ente participante en lugar de tener una actitud de lectura o escucha pasiva. 
Por supuesto las actividades de juego demandan un mayor tiempo en la comunidad estudiantil, pero pueden ser equivalente a las lecturas adicionales que hacíamos en el pasado.
Considero que las computadoras y la Internet nos abren caminos insospechados hace algunas décadas. El personal docente de los diversos niveles, hoy tenemos la oportunidad de explorar actividades que permitan una inmersión diferente de quienes participan en nuestros cursos y perciban el entorno participativamente, por ejemplo juegos o experimentos en línea. Por supuesto requiere de más trabajo, pero, estoy convencido que los resultados lo valen. Invito al personal docente a tomar algún tiempo adicional para explorar, jugar y disfrutar el mundo de la Internet y a la comunidad estudiantil a motivar que la comunidad docente también disfrute de los juegos en línea. 

[1] P. Turchin Historiacl dynamics, (Princeton Studies in Complexity, Princeton N. J. 2003)

Este artículo fue publicado el día 6 de abril en el periódico la Unión de Morelos.

miércoles, 30 de marzo de 2022

La reforma eléctrica no promueve el bienestar social

Hay tantos problemas, tantas situaciones que nos agobian en el día a día y que también nos ensombrecen el futuro que no nos permiten emitir opiniones y dejar plasmados nuestro pensamientos. Estoy seguro de que quienes leen estas líneas tienen propuestas que podrían compartir para atender estos problemas. También es complicado leer la información que circula y con ella construir soluciones a largo plazo que consideren situaciones específicas en nuestro cotidiano deambular.
En esta ocasión, escogí el tema recurrente en estos textos sobre la energía, en particular, la reforma a la industria eléctrica de México para comentar algunos aspectos que nutren con información las posibles ideas para elaborar propuestas concretas.
Antes me parece necesario indicar que en nuestro país, se está volviendo cotidiano el descalificar propuestas solamente por el conocimiento de quien la propone. Desde mi punto de vista, el conocer quien elabora y plantea una propuesta no debe ser el único criterio para evaluarla y entonces aceptarla o rechazarla. De hecho, considero que lo que debe aportar criterios de selección es el análisis a fondo de ellas. Con esto quiero decir que la descalificación de propuestas porque las hizo alguien de la derecha o de la izquierda o del conservadurismo o del neoliberalismo o del comunismo no conduce a construir verdaderas soluciones. La tentación que nos orilla al maniqueísmo es atractiva por su simplicidad: si todo fuera como en las historias de nuestra niñez una lucha entre buenos y malos, entre la maldad y la bondad, las posibles soluciones serían sencillas: apoyar a la bondad; pero nada más contrario a nuestra realidad que es verdaderamente compleja y donde las mayoría de nuestras acciones tienen vertientes que ayudan individualmente perjudicando a la colectividad u otras que fomentan el bienestar social, pero cuestan en lo individual. Por esto, es necesario analizar las propuestas desde diferentes puntos de vista y de ser posible contar con datos que sostengan las afirmaciones en lugar de emitir descalificaciones sin información de los posibles desempeños o de datos históricos.
A principios de este siglo la producción petrolera mexicana alcanzó su máximo histórico con una producción mayor a los 4,000 millones de barriles diarios. En esos momentos el ingreso petrolero era abundante y pudo haber sido utilizado para disminuir las desigualdades, sabemos que no fue así. Desde 2016 la caída en la producción de petróleo se ha mantenido independientemente de los esfuerzos que se hayan realizado. Es claro, el petróleo se está acabando. En lo que va del año 2022, la producción petrolera en México es menor a los 2,000 millones de barriles diarios y, desde mi perspectiva, no parece que podamos regresar a la bonanza de hace más de 15 años. Por estas razones, independientemente de las razones que demandan acciones para combatir el cambio climático, el llamado a usar la fuentes renovables es urgente.


La producción petrolera ha caído en los últimos años.

Por otro lado, en el mundo se está incrementado de manera sostenida la inversión en fuentes renovables pasando de cerca de 200 billones de dólares en 2013 a más de 350 billones de dólares en 2021 anuales. Otro aspecto llamativo es que la inversión en transporte eléctrico, sea público o individual también está creciendo y ha pasado de menos de 50 billones de dólares en 2014 a más de 250 billones de dólares en 2021. Con estos datos, es claro que el mundo del dinero gira hacia las renovables y a la electrificación del transporte por muy diversos motivos. Desde mi perspectiva, por supuesto que, el combate al cambio climático es una de estas razones. Con estas acciones las demás personas podemos influir y buscar que las inversiones no solo sean para promover las ganancias monetarias, sino que también sean utilizadas para promover el bienestar social. Es importante que estas inversiones consideren los aspectos sociales y ambientales para que construyamos una realidad menos desigual. Recordemos que solamente la electrificación de la energía en sí misma no es suficiente. El ejemplo claro es el transporte, donde la movilidad no motorizada es una herramienta que apunta hacia la descarbonización, pero también tiene impactos sustantivos en la salud de las personas y en la construcción de ambientes saludables tanto para otras especies como para las comunidades de personas.
La inversión e renovables y en electrificación del transporte esta subiendo.

Desde mi perspectiva, estos son datos que contribuyen a la discusión sobre la reforma eléctrica que no justifican la versión actual de ella, pero que aportan elementos para modificaciones que permitan tener un sistema eléctrico sustentable que disminuya los efectos que hemos causado a la atmósfera, al mismo tiempo, que promueva el bienestar social. La propuesta actual, desde mi punto de vista, no apunta en estas direcciones que estoy seguro son anhelos que la población mexicana merece disfrutar a la brevedad.
Insisto, no basta con saber quién propone alguna acción para juzgarla, es esencial analizarla y desmenuzarla para poder definir si es adecuada o no. No juzguemos a quien trae el mensaje, analicemos el mensaje para poder juzgarlo adecuadamente. Cada persona tiene la capacidad de hacer estos análisis y nadie debe seguir, sin análisis, a otra persona por más buenas intenciones que se manifiesten.

Una versión previa de este artículo fue publicado el día 30 de marzo en el periódico La Unión de Morelos.

miércoles, 2 de marzo de 2022

Urgen medidas para mitigar el cambio climáticos

Estamos en medio de guerras. Desde que recuerdo hay guerras en este planeta, parece que las sociedades no entienden que los conflictos deben, esencialmente, arreglarse mediante la discusión y el acuerdo.
Aquí, no voy a comentar los peligros de las guerras entre naciones o entre bandos delictivos, ya sean en un lugar de Europa, Asía o en nuestro país. Hoy quiero hablar sobre una guerra que las personas debemos retomar en contra de la manera en que estamos cambiando la composición de la atmósfera y utilizando los otros recursos naturales. Podemos combatir en muy diferentes frentes desde nuestra vida cotidiana y exigir que tanto los gobiernos como las empresas y las organizaciones civiles, también propongan o actúen para modificar esta forma de utilización de los recursos del planeta que modifica nuestros entornos.
Este lunes 28 de febrero el Panel Intergubernametal para el Cambio Climático ha emitido el sexto reporte abordando temas de Impactos, adaptación y vulnerabilidad. Un resumen se puede consultar en su sitio en Internet y la versión preliminar del reporte técnico también está disponible [2].
Veamos algunos de los riesgos en función del incremento en la temperatura promedio global que se alcance en los próximos años: Si se incrementa la temperatura un 1.5 °C: a) la sequía afectará a casi un billón de personas, b) los días con temperaturas arriba de 35 °C serán alrededor de 50 al año, c) el nivel de mar subirá en promedio alrededor de medio metro, entre otros impactos. En cambio, si para el año 2100 el incremento en la temperatura sobrepasa los 3 °C:  la sequía afectará a casi 1. 28 billones de personas, los días con temperaturas arriba de 35 °C serán alrededor de 70 al año, el nivel de mar subirá en promedio alrededor de 0.70 m. Estos son datos que no podemos aquilatar directamente en lo que sucederá en nuestras vidas y actividades cotidianas. En el resumen para tomadores de decisión podemos encontrar recomendaciones. 

Incendio en RBSM
Los incendios forestales se intensifican. En México cada vez más sufrimos de sus estragos.

A continuación, parafrasearé algunas de los impactos que se esperan sobre el cambio del clima: En todos los sectores y regiones de planeta, se observa que las personas y los sistemas más vulnerables se ven afectados de manera desproporcionada, es decir, se afecta más a los que menos tienen. El aumento de los fenómenos meteorológicos extremos ha provocado algunos impactos irreversibles a medida que los sistemas naturales y humanos se ven empujados más allá de su capacidad de adaptación. Es decir, ya se están observando cambios irreversibles tanto en la infraestructura que las personas hemos construido como en los ecosistemas. No es algo que sucederá, sino que se está observando. Aproximadamente entre 3,300 y 3,600 millones de personas viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático. Una alta proporción de las especies es vulnerable al cambio climático. La vulnerabilidad humana y del ecosistema son interdependientes, lo que le afecta negativamente a las otras especies que habitan el planeta nos afecta en el mismo sentido a las personas. 
Los actuales patrones de generación de productos y servicios son insostenibles y están aumentando la exposición de los ecosistemas y las personas a los peligros climáticos. No solo es la emisión de gases de efecto invernadero, el uso de los combustibles fósiles, sino la actual manera de utilizar los minerales o las otras especies para satisfacer las necesidades básicas o creadas de las personas. Un punto importante a resaltar es que si instrumentamos acciones a corto plazo que limiten el calentamiento global a cerca de 1.5 °C se reducirían sustancialmente los impactos negativos que se prevén con el cambio climático tanto en los sistemas humanos y como en el resto del ecosistema, en comparación con niveles de calentamiento más altos. Un aspecto muy relevante es que para el año 2040, el cambio climático generará numerosos riesgos para los sistemas naturales y humanos. Los impactos que sucederán en ese futuro cercano serán, varias veces mayores que los observados actualmente. La magnitud y el ritmo del cambio climático y los riesgos asociados dependen en gran medida de las medidas de mitigación y adaptación a corto plazo, y los impactos adversos proyectados y las pérdidas y los daños relacionados aumentan con cada incremento del calentamiento global. 
La advertencia es clara, tenemos que actuar ahora, sabiendo que podemos disminuir los impactos negativos aunque no los revertiremos. Hemos iniciado la fase irreversible, al menos para escalas de tiempo humanas. La advertencia continúa enfatizando que si el calentamiento global supera transitoriamente los 1.5 °C en las próximas décadas muchos sistemas humanos y naturales enfrentarán graves riesgos adicionales, en comparación con permanecer por debajo de los 1.5 °C. De aquí lo apremiante de implementar medidas de mitigación. 
El reporte continúa con las opciones de adaptación afirmando que existen opciones de adaptación eficaces que pueden reducir los riesgos para las personas y la naturaleza. La viabilidad de poner en marcha estas acciones a corto plazo difiere entre sectores y regiones. Es decir, tenemos que generar el conocimiento para construirlas. Las soluciones integradas y multisectoriales que abordan las desigualdades sociales aumentan la viabilidad y la eficacia de la adaptación en múltiples sectores. Es claro que no podemos pensar solamente en la reducción de las emisiones, sino que tenemos que considerar el tomar acciones que redistribuyan el beneficio entre las personas y se transite hacia el bienestar social. Para esto último, es importantísimo que las acciones consideren la flexibilidad en ellas, así como que deben ser acciones multisectoriales y que involucren una planeación a largo plazo promoviendo los beneficios tanto en sectores como en los sistemas completos.  Las evidencias que se observan hoy en día indica que el desarrollo de acciones es más urgente que antes, requiriendo respuestas innovadoras y sinergias entre adaptación y mitigación.
Todo esto implica a que debemos destinar recursos económicos en los estudios para luego conformar los planes de acción y dentro de ellos las estrategias de evaluación con sus respectivos indicadores. Esto último serán los datos que conducirán a seleccionar las opciones que la flexibilidad exige y que las estrategias deben considerar. El trabajo conjunto entre gobiernos, sociedad civil, sector privado es prioritario para reducir la inequidad e injusticia que impera hoy. 
Las decisiones y acciones que como sociedad implementemos en la próxima década determinarán la medida en que las trayectorias a mediano y largo plazo generarán un mayor o menor desarrollo resiliente al clima y, por lo tanto, nos conduzcan a un bienestar más próximo al bienestar social.
Insisto, desde nuestra vida cotidiana podemos contribuir; pero también debemos exigir a los gobiernos, sector privado y organizaciones civiles que implementemos a la brevedad medidas que mitiguen el cambio climático que estamos provocando.

Una versión resumida de este artículo fue publicado el día 2 de marzo en el periódico la Unión de Morelos.