En 1987 compré y leí con entusiasmo el libro titulado “Tecnologías alternativas para el desarrollo urbano” escrito por Álvaro Portillo y Gladys Sirvent, publicado por el Centro de Ecodesarrollo. Ya desde aquellas épocas pensaba en que debería haber alternativas de desarrollo amigables con el ambiente. Desde esas fechas buscaba un desarrollo sustentable que contemplara las cuatro dimensiones de la sustentabilidad: economía, ambiente, sociedad e institucional. Aunque en aquellos días no me quedaba claro la dimensión institucional. Ahora considero muy importante las acciones que emprendamos para construir leyes y organizaciones que nos brinden el marco adecuado para amalgamar los intereses aparentemente encontrados en el corto plazo de las otras dimensiones de la sustentabilidad.
En aquel tiempo leí el libro con avidez, interés y asombro al ver que era una colección de buenos deseos; y no entendía la razón de que no se implantaban esas tecnologías que parecían obvias y necesarias. Ayer busqué el Centro de Ecodesarrollo y parece que fue un esfuerzo que sucumbió a los embates del neoliberalismo. Sus últimos esfuerzos se plasmaron en libros que han sido rescatados y ahora están disponibles en la Internet en un sitio de la Universidad Veracruzana; vale la pena leerlos y tratar de entender por qué estas propuestas no prosperaron. Comento que también es importante señalar que las universidades públicas están buscando hacer el rescate de este tipo de documentos que pueden servir para conocer el camino andado por otras personas con ideas similares a las nuestras.
En este libro de tecnologías alternativas encuentro nombres que ahora conozco y con quienes he trabajado en el impulso de las fuentes renovables de energía, a saber: José Luis Fernández Zayas, Jorge Huacuz, Roberto Best, Aarón Sánchez, Jorge Hernández, Isaac Pilatowki, Jesús Arias, y muchos otros. Todos ellos proponían tecnologías que parecían resolver las necesidades urbanas. Digo parecían ya que no fueron ampliamente implantadas en las ciudades. Debo mencionar que las tecnologías a las que se referían eran en su mayor parte arquitectónicas y de viviendas sencillas con calentadores solares, celdas fotovoltaicas, generadores eólicos, uso de biocombustibles. También se discutía el uso racional y abastecimiento del agua, como la separación de desechos sólidos para reciclado y aprovechamiento. Todas estas tecnologías no han logrado penetrar en las urbes y ahora padecemos problemas en la ciudades por no usarlas, es decir fueron un camino no escogido por la sociedad en su conjunto. Esto me recuerda el recomendable documental de Hemauer y Keller “A road no taken” sobre los calentadores solares de la Casa Blanca en EEUU que fueron arrumbados en lugar de ser utilizados. Las propuestas de una generación que intuía la necesidad de un “ecodesarrollo” para armonizar los aspectos económicos y ambientales no fueron consideradas (A road no taken).
Debo comentar que la lectura de ese libro y mi asistencia, en 1985, al curso de Actualización en Energía Solar organizado por Manuel Martínez e Isaac Pilatowski en el entonces Laboratorio de Energía Solar en Temixco, Morelos (hoy Instituto de Energías Renovables, UNAM) me convencieron de que era posible el uso de tecnologías amigables con el ambiente en el ámbito urbano. Así hoy, más de 20 años después, en casa separamos los desechos: composteamos y reciclamos, usamos calentador solar para tener agua caliente, reusamos el agua gris y recientemente generamos electricidad con fotovoltaicos en la opción de cogeneración. En la construcción usamos los preceptos de la arquitectura bioclimática y usamos techos aligerados y aislantes para gozar de un microclima más confortable en el interior y con verdor en el exterior sin utilizar más energía. Es decir hemos implantado la mayoría de estas tecnologías que, hace más de 20 años eran alternativas, ahora son una realidad. Con ellas ahorramos dinero y disminuimos nuestra huella ecológica, ilustramos que podemos implantar los sueños del antaño.
En la parte final del libro hay una recomendación: “Debe cumplirse la legislación vigente en materia de tecnología para el desarrollo urbano. Solamente al interior del sector de desarrollo urbano y ecología existe un importante conjunto de disposiciones legales que responsabilizan a la administración pública federal en materia de desarrollo tecnológico, difusión y asistencia técnica.” Con esta frase Álvaro y Gladys apuntaban a la necesidad de incorporar el ámbito institucional a los ambientales, económicos y sociales, aspecto que ahora entiendo es crucial para conseguir el desarrollo sustentable.
También considero muy importante la difusión de los conocimientos científicos y la asimilación de los conocimientos tradicionales para verdaderamente seleccionar el camino y el rumbo que debemos seguir como especie en este planeta.
En aquel tiempo leí el libro con avidez, interés y asombro al ver que era una colección de buenos deseos; y no entendía la razón de que no se implantaban esas tecnologías que parecían obvias y necesarias. Ayer busqué el Centro de Ecodesarrollo y parece que fue un esfuerzo que sucumbió a los embates del neoliberalismo. Sus últimos esfuerzos se plasmaron en libros que han sido rescatados y ahora están disponibles en la Internet en un sitio de la Universidad Veracruzana; vale la pena leerlos y tratar de entender por qué estas propuestas no prosperaron. Comento que también es importante señalar que las universidades públicas están buscando hacer el rescate de este tipo de documentos que pueden servir para conocer el camino andado por otras personas con ideas similares a las nuestras.
En este libro de tecnologías alternativas encuentro nombres que ahora conozco y con quienes he trabajado en el impulso de las fuentes renovables de energía, a saber: José Luis Fernández Zayas, Jorge Huacuz, Roberto Best, Aarón Sánchez, Jorge Hernández, Isaac Pilatowki, Jesús Arias, y muchos otros. Todos ellos proponían tecnologías que parecían resolver las necesidades urbanas. Digo parecían ya que no fueron ampliamente implantadas en las ciudades. Debo mencionar que las tecnologías a las que se referían eran en su mayor parte arquitectónicas y de viviendas sencillas con calentadores solares, celdas fotovoltaicas, generadores eólicos, uso de biocombustibles. También se discutía el uso racional y abastecimiento del agua, como la separación de desechos sólidos para reciclado y aprovechamiento. Todas estas tecnologías no han logrado penetrar en las urbes y ahora padecemos problemas en la ciudades por no usarlas, es decir fueron un camino no escogido por la sociedad en su conjunto. Esto me recuerda el recomendable documental de Hemauer y Keller “A road no taken” sobre los calentadores solares de la Casa Blanca en EEUU que fueron arrumbados en lugar de ser utilizados. Las propuestas de una generación que intuía la necesidad de un “ecodesarrollo” para armonizar los aspectos económicos y ambientales no fueron consideradas (A road no taken).
Debo comentar que la lectura de ese libro y mi asistencia, en 1985, al curso de Actualización en Energía Solar organizado por Manuel Martínez e Isaac Pilatowski en el entonces Laboratorio de Energía Solar en Temixco, Morelos (hoy Instituto de Energías Renovables, UNAM) me convencieron de que era posible el uso de tecnologías amigables con el ambiente en el ámbito urbano. Así hoy, más de 20 años después, en casa separamos los desechos: composteamos y reciclamos, usamos calentador solar para tener agua caliente, reusamos el agua gris y recientemente generamos electricidad con fotovoltaicos en la opción de cogeneración. En la construcción usamos los preceptos de la arquitectura bioclimática y usamos techos aligerados y aislantes para gozar de un microclima más confortable en el interior y con verdor en el exterior sin utilizar más energía. Es decir hemos implantado la mayoría de estas tecnologías que, hace más de 20 años eran alternativas, ahora son una realidad. Con ellas ahorramos dinero y disminuimos nuestra huella ecológica, ilustramos que podemos implantar los sueños del antaño.
En la parte final del libro hay una recomendación: “Debe cumplirse la legislación vigente en materia de tecnología para el desarrollo urbano. Solamente al interior del sector de desarrollo urbano y ecología existe un importante conjunto de disposiciones legales que responsabilizan a la administración pública federal en materia de desarrollo tecnológico, difusión y asistencia técnica.” Con esta frase Álvaro y Gladys apuntaban a la necesidad de incorporar el ámbito institucional a los ambientales, económicos y sociales, aspecto que ahora entiendo es crucial para conseguir el desarrollo sustentable.
También considero muy importante la difusión de los conocimientos científicos y la asimilación de los conocimientos tradicionales para verdaderamente seleccionar el camino y el rumbo que debemos seguir como especie en este planeta.
Una versión previa de este artículo fue publicado el día 5 de febrero
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