miércoles, 8 de septiembre de 2021

Propuestas para nuestras ciudades: evaluar resultados más que acciones


Cada vez son más frecuentes las noticias de inundaciones. Esta semana en las regiones de Ecatepec y de Tula hubo tremendas e inesperadas inundaciones, estas no son privativas de nuestro país, sino también en diversos lugares en el mundo. Esta situación parece volverse cotidiana y ya no podemos hablar de que sean esporádicas. Lo que ha enfatizado el IPCC, desde hace algunos años lo estamos empezando a padecer. Acciones que contribuyan a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero son urgentes, pero este llamado parece caer en oídos sordos en la mayoría de las personas y en particular para algunas que tiene la oportunidad de proponer e implantar acciones concretas.
Por otro lado, estamos observando la migración como un fenómeno global. Hace algunos lustros, debido a la forma de difusión de las noticias en el ámbito internacional, veíamos la migración como un fenómeno entre Europa y África. Hoy en día lo estamos viendo en nuestro país. No solo es que parte de la población mexicana que no ve opciones para su desarrollo en nuestro país migra hacia Estados Unidos, sino que ahora México es un lugar de paso para una población nacida en Centroamérica y en el Caribe cada vez más empobrecida y que huye de lugares donde los recursos naturales han sido saqueados en aras de beneficiar a otras poblaciones y no a ellas.
Ante esta compleja situación, normalmente, se proponen estrategias y se definen acciones, pero cómo saber que estas propuestas son adecuadas y nos dirigen a cambios para alcanzar el bienestar social.
La semana pasada, el presidente Andrés Manuel López Obrador, comentó una serie de acciones que su gobierno ha instrumentado y enfatizaba que era lo que había prometido. Efectivamente, la pensión a adultos mayores y el programa de jóvenes construyendo el futuro han sido puestos en marcha y están en marcha entre otras acciones de gobierno. De esto no tenemos dudas. 
Para conocer si estas acciones están produciendo un cambio hacia el bienestar social es necesario definir los indicadores adecuados. 

Análisis
Imagen de Amico https://storyset.com/ 



Déjenme enfatizar. Para conocer si las propuestas implementadas conducen a las metas deseas, es necesario definir cómo vamos a medir su éxito, no basta con decir se implantaron.
Estas mediciones son una de las partes fundamentales que toda sociedad debe definir para verdaderamente construir su futuro deseado. Mientras no midamos no podremos saber si las acciones conducen a las metas propuestas. Estas mediciones, se conocen como indicadores y ellos deben definirse al mismo tiempo que se ponen en marcha las acciones para evaluar progresivamente el éxito de las estrategias. De definirse al mismo tiempo que las acciones quedará claro para todas las personas si se avanza con las acciones.
Si aceptamos esta forma analizar las propuestas, se deberán implantar los mecanismos para medir estos indicadores y así poder evaluar las estrategias. Con este tipo de mecanismos de evaluación no se podría decir: “yo tengo otros datos”. De hecho, hoy en día se acepta que el análisis de los datos podría ser realizado con diferentes metodologías y supuestos que enriquecen las perspectivas de análisis y, por lo tanto, conducen a un panorama más amplio y diverso. 
En nuestro país estamos a punto de que nuevas autoridades locales asuman sus cargos en diferentes municipios. Por esta razón, insistimos, es momento de definir los indicadores que cada nuevo gobierno plantea para que se evalúen sus estrategias y acciones. Al definir estos indicadores y abrir los datos para que la sociedad pueda analizarlos, se estarán ofreciendo opciones de análisis diversos que conducirán a un enriquecimiento informado del conocimiento de los diferentes entornos sociales y ambientales. 
Para definir estos indicadores es importante contar con la colaboración de los más diversos sectores de la sociedad, el sector académico en las disciplinas sociales, humanistas, técnicas y científicas es un invitado que hay que considerar, pero que debe colaborar con otros sectores para construir estos esquemas de evaluación.
La propuesta concreta es que las nuevas administraciones municipales definan estos indicadores en una forma participativa. Hoy antes de asumir los cargos, es el momento de planear y definir las formas de evaluación.

Este artículo fue publicado el día 8 de Septiembre en el periódico La Unión de Morelos.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Propuestas para nuestras ciudades: movilidad sustentable

Es urgente la transición hacia una movilidad sustentable. Con esta frase quiero enfatizar lo que muchas personas están demandando en la actualidad, no solo se requiere de un transporte de calidad y que no emita gases tóxicos por donde pasa, sino de un verdadero sistema de movilidad. Es decir, no solo debemos esperar grande avenidas para los autos, sino que es imperioso definir sistemas de transporte verdaderamente limpios, eficientes, que aporten a la movilidad de las personas y respeten el espacio público.
En las semanas pasadas, comentaba sobre la advertencia que emitió el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de que es urgentísimo que redoblemos los esfuerzos en las estrategias para la descarbonización de la economía en general. 
El transporte, hoy en día, es uno de los sectores con mayores emisiones de gases de efecto invernadero y que afecta a las personas en cada punto donde transita un vehículo de combustión interna.
Si bien es cierto que durante el siglo pasado se consideraba inocuo el uso de los combustibles fósiles para generar la energía que se deseara, sin buscar la eficiencia y la racionalidad en el uso de esos recursos. En la actualidad, el conocimiento que se ha generado indica que estamos cambiando la composición de la atmósfera y que con ello cambiamos el clima y ponemos en riesgo la actual forma de vida de nuestra especie y de muchas otras que nos acompañan en este planeta.
Nuestras ciudades han sido moldeadas durante más de un siglo por la ilusión de un transporte individual que incluye aspiraciones enajenantes con miras totalmente consumistas y de derroche de los recursos naturales. 

Transporte público, imagen de pxhere.com


Hoy es necesario repensar estas formas de urbanización que demandan movilización de personas por grandes distancias o de flujos intensos de personas entre sus domicilios y sus lugares de trabajo.
La solución requiere de un enfoque que considere la dinámica de las ciudades. Notemos que las ciudades son verdaderos ejemplos de lo que llamamos sistemas complejos. En varias ocasiones hemos discutido que en este tipo de sistemas, entender las interacciones es más importante que considerar a los entes que los forman para promover un funcionamiento que fomente el bienestar de todos los entes. Es decir, para propiciar el bienestar social es necesario conocer las dinámica en estos sistemas complejos, más que considerar a las personas individualmente.
Las semanas anteriores comentamos en estos textos algunas sugerencias para promover este bienestar social a las autoridades municipales que están por asumir sus cargos, dadas las elecciones del pasado mes de junio en México.
Hoy nuevamente comentamos la necesidad de iniciar un cambio radical en la concepción de la movilidad en los entornos urbanos y rurales. Esta concepción debe privilegiar primeramente a la movilidad más que a los sistemas de transporte. Ciertamente es esencial modificar la forma de pensar y en lugar de construir sistemas de transporte, se debe conceptualizar una urbanización que permita una movilidad eficiente y limpia. Hoy se define una urbanización y posteriormente se adecúan los sistemas para la movilidad de las personas o productos. 
Necesitamos concebir que la urbanización debe promover un transporte con acceso equitativo, seguro, limpio y eficiente. Este tipo de transporte también debe respetar el espacio público para la convivencia.
Las personas que han tenido en sus manos la toma de decisiones han postergado la implantación de esta visión, ya que se requiere de una cambio en la infraestructura de las ciudades que no necesariamente se podrá concluir en los períodos de vigencia de las autoridades. Aplazar las soluciones es condenar a las generaciones actuales y futuras a continuar sufriendo las consecuencias de este cambio climático.
En la mayoría de nuestras ciudades es posible implementar un sistema de movilidad pública eléctrica articulado con infraestructura para la movilidad no motorizada. 
En Cuernavaca es posible tener al menos dos sistemas troncales de autobuses eléctricos acompañados de la adecuación de la ciudad para la movilidad peatonal y de ciclistas. Lo mismo puede diseñarse para diferentes ciudades tanto en nuestro país como en otros entornos latinoamericanos.
Valga este exhorto para las autoridades que en breve asumirán el cargo.

Este artículo fue publicado el día 1 de Septiembre en el periódico La Unión de Morelos

miércoles, 18 de agosto de 2021

Propuestas para nuestras ciudades: fotovoltaicos para el suministro de agua

En estas últimas semanas, en Cuernavaca, hemos sufrido de la interrupción del servicio de agua potable. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) decidió suspender el servicio de energía eléctrica para operar los pozos de agua por el Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Cuernavaca (SAPAC) debido a la estratosférica deuda que tiene SAPAC por el pago del servicio eléctrico. Esta deuda se ha incrementado desde hace más de seis años. Con el hecho de que no tengamos agua en nuestros domicilios se manifiestan dos gravísimos problemas que, en cualquier parte del mundo, estamos o estaremos enfrentando con mayor frecuencia en el futuro: el abastecimiento de agua y el suministro de energía.
Estos dos problemas que enfrentamos, son causados por el mal manejo que hemos dado a los recursos naturales. Primeramente, la manera en la que nuestra especie ha aprovechado la construcción de conocimiento para el uso de los recursos naturales no ha considerado los efectos negativos que tiene este uso acelerado para otras personas o especies en el planeta. También observamos que el uso de los combustibles fósiles en forma irracional nos ha conducido a sufrir un cambio climático. Situación similar se observa en el uso del agua, donde en algunas regiones se utiliza sin regresar a su estado natural para que otras personas o especies las usen.


El agua es un bien común (imagen de freepik)

En estos días, en Cuernavaca se puede observar que los malos manejos de las últimas administraciones de SAPAC han dejado una organización en quiebra y con una infraestructura totalmente deteriorada que no puede atender la demanda, en algunas ocasiones inequitativa, de la población. 
Desde mi punto de vista, en Cuernavaca se observa que la CFE está urgida de obtener los recursos económicos que no le han sido pagados porque requiere, a su vez, pagar la electricidad cara que genera con combustibles fósiles. 
Hace unos diez años, proponíamos que la electricidad que se requiere para el bombeo de agua se generara con sistemas fotovoltaicos. En aquel entonces la propuesta era un poco más alta que el costo de la electricidad en ese momento. Sin embargo, en la actualidad los costos reales de los sistemas fotovoltaicos han caído del orden de un 80 % desde entonces. Así que, hoy en día, los fotovoltaicos son francamente una mejor opción económica y ambiental para el suministro de energía eléctrica de la mayoría de los sistemas de agua potable del país.
Es importante destacar que la inversión en sistemas fotovoltaicos tiene un horizonte de al menos 20 años y una tasa de retorno de no más de 8 años, por lo tanto la factibilidad económica es evidente. Además, la instalación puede hacerse de manera modular, es decir, no se requiere tener todo el dinero para hacer una inversión cuantiosa, sino que paulatinamente se puede ir incrementando la capacidad de generación de electricidad hasta alcanzar la requerida y con ello financiar la instalación completa.
Para mi, es evidente que una política desde la CFE que promueva la instalación de sistemas fotovoltaicos en las instalaciones o en las cercanías de los pozos tendrá beneficios para la CFE y para los sistemas de agua potable de los diferentes municipios del país. La ciudadanía también nos veremos beneficiados al tener un servicio de agua potable que para su funcionamiento no generará gases de efecto invernadero y será más barato. Por supuesto, en algunos municipios pudiera ser más adecuado instalar generadores eólicos o de biocombustibles o geotérmicos para satisfacer la demanda de electricidad que requieren los sistemas de agua potable.
De haberse implantado un programa de instalación de sistemas fotovoltaicos en los organismos del agua desde hace una década, estoy seguro que muchos municipios podrían estar ya saneados de sus finanzas referentes al agua. De esta manera, estos municipios podrían dedicar presupuesto para el manejo de plantas tratadoras de aguas, que es otro de los aspectos que urgen ser atendidos y estamos descuidando. Por supuesto, la energía que se requiere en el manejo de estos plantas tratadoras también pudiera ser generada con renovables.
Por otra parte, es muy importante que nosotros, la ciudadanía, entendamos que los recursos naturales son finitos y que debemos hacer un uso adecuados de ellos considerando que otras personas y especies también tienen derecho a su uso en la actualidad y en el futuro.
Sirvan estas líneas para apuntalar propuestas que las autoridades municipales pueden empezar a implantar con una visión de largo aliento en lugar de solamente atender lo inmediato sin brindar verdaderas soluciones. Desde mi perspectiva, el municipio de Cuernavaca tiene una verdadera oportunidad de construir soluciones, si instala sistemas fotovoltaicos dedicados a aportar la energía para el suministro de agua.


Este artículo fue publicado el día 18 de agosto en el periódico la Unión de Morelos.

miércoles, 11 de agosto de 2021

Propuestas para nuestras ciudades: movilidad no motorizada

En estas fechas además de la crisis del COVID-19 estamos observando cambios climáticos producido por nuestras actividades sin precedentes en miles de años. Este lunes el IPCC nuevamente nos alertó sobre el cambio climático que estamos sufriendo y que se intensifica rápidamente y sus efectos se expanden hasta cualquier región de nuestro planeta. El informe señala que la intensidad de la tormentas aumenta provocando lluvias intensas e inundaciones en unas regiones mientras causa sequías en otras. En particular, en las latitudes altas se incrementa la precipitación y en las zonas subtropicales la sequía aumentará. Recordemos que los incendios aumentan en nuestro país, por ejemplo en la zona de Michoacán y Guerrero donde en 2018 se observaron incendios que cubrieron con sus cenizas la mayor parte de nuestro territorio. Además, algunas otras regiones está sufriendo inundaciones más frecuentemente, las noticias nos llegan más frecuentemente que en otros tiempos. Las áreas costeras se irán perdiendo debido a las inundaciones. La pérdida de los glaciares continuará. Ya se perdieron o redujeron dramáticamente la mayoría de los glaciares de nuestros volcanes (Popocatepetl, Pico de Orizaba, Iztaccíhuatl, Nevado de Toluca, etc.). Las ondas de calor serán más frecuentes e intensas, así como la acidificación de los océanos provocando cambios en la vida en ellos. En las playas del Caribe Mexicano podemos observar que cada años tenemos invasión de sargazo, indicación inequívoca que la vida en los océanos está cambiando. Para las ciudades el calor en las áreas urbanas aumentará, así como las inundaciones en ellas. Entre otras muchos cambios que están ocurriendo en estos días y que se prevé continúen. Ante esta situación, es muy probable que las personas consideremos no podemos hacer mucho, ya que es un problema verdaderamente global. Misma situación pueden pensar las autoridades de ciudades o municipios, al pensar que solamente los gobiernos nacionales o las grandes industrias o empresas pueden implantar acciones que enfrenten al cambio climático. La verdad es que no es así. En muchas partes del mundo personas o familias, autoridades de comunidades o de las ciudades han impulsado acciones que están transformando nuestra forma de vivir hacia una forma sustentable. En esta ocasión, insistiré en algunas propuestas que hemos impulsado desde hace varios años sobre la necesidad que tenemos en las ciudades en transitar hacia una movilidad pública eléctrica y fomentar el uso de la bicicleta y facilitar los últimos desplazamientos en forma peatonales. En este breve escrito, abundaré en los beneficios de la movilidad mediante vehículos impulsados principalmente por nuestros músculos, como las bicicletas o triciclos. Si bien, se cuenta con una comunidad en nuestro país que está impulsando el uso de la bicicleta desde el siglo pasado, es en estos últimos años cuando en la Ciudad de México se ha tenido un avance notable; aunque todavía muy limitado, en cuanto a una infraestructura para ciclistas. Aunque no parezca, los beneficios de que una ciudad cuente con infraestructura de alta calidad para peatones y ciclistas son de suma importancia para el éxito comercial. Por ejemplo en un documento titulado “Los beneficios económicos de hacer las calles más amigables para peatones y ciclistas”, impulsado por Bicitekas, A.C., concluye que para los comercios el apoyar medidas que atraigan a su zona de negocio más personas que transiten caminando o mediante transporte público o en bicicleta, en lugar de automovilistas, redunda en un mayor flujo de calidad de posibles clientes. En particular, se observa que, una mayor inversión en la calidad del ambiente peatonal, como aceras más amplias y medidas que restrinjan el tráfico vehicular, atraen una clientela más regular y leal al área y conduce a un impacto positivo tanto en comerciantes y como en la clientela. Hoy en día, se reconoce que en la movilidad el automóvil no es la única opción. Otro documento reporta aspectos muy relevantes sobre los beneficios individuales y sociales de la bicicleta, de hecho apunta hacia cómo se transforma una ciudad mediante la bicicleta. En este texto, Juan Mayorga enfatiza que es necesario construir la infraestructura para reducir las víctimas fatales de accidentes a cero, trazar ciclovías rápidas de las periferias de las ciudades a los centros de ellas, ciclovías en las avenidas importantes, estacionamientos seguros para las bicicletas en cada comercio o zona comercial, fomentar el transporte de pequeñas cargas mediante triciclos, entre otras estrategias. Hoy estamos a punto de tener transiciones en las autoridades de gobierno de muchos municipios en nuestro país. Es la oportunidad de transformar nuestra forma de vivir en las ciudades y hacerlas más amigables para todas las personas y contribuir a disminuir los efectos negativos que provocamos al usar energía fósil. Las ciudades medianas y pequeñas del todo el país pueden modernizarse con vista hacia la sustentabilidad introduciendo o ampliando la infraestructura para una movilidad que nos aporte beneficios a las salud de las personas, que promueva la socialización para reconstruir el tejido social y que no contamine el aire que respiramos. En nuestro país tenemos organizaciones sociales que tienen información que desean compartir y las autoridades municipales pueden asimilar. Por ejemplo Bicitekas, A.C. en ciudad de México, Movimiento Bicicletero de Cuernavaca, existen muchas otras. No solo la ciudad de México ha propuesto este tipo de estrategias que están transformado la vida de las colonias o delegaciones; pero se requiere un esfuerzo social de largo aliento para que estas estrategias rindan fruto en muchos otros lugares, como Cuernavaca, Cuautla o Zacatepec, por ejemplo. No podemos esperar que en tres años (el tiempo de los gobiernos en los municipios) se transforme una ciudad, pero si podemos exigir que se empiece o se continúe con este tipo de estrategias de movilidad. El momento de transformación de nuestras ciudades puede empezar con este trienio, depende de las autoridades electas y por supuesto de nosotros la ciudadanía. 

 Este artículo fue publicado el día 11 de agosto en el periódico la Unión de Morelos.

miércoles, 28 de julio de 2021

Para contender con la COVID-19 y el cambio climático

Por supuesto que deseamos salir de la crisis económica y de salud en la que estamos inmersos. Es más, también es nuestro anhelo combatir el cambio climático que está empezando a hacer estragos en muchas partes del mundo y que se ha manifestado, también, en nuestro país. Para muestra, un botón, recordemos los incendios que sufrimos en 2019 que causaron el cierre de las actividades económicas y de educación en algunas ciudades del centro de la República Mexicana.  

Imagen de Freepik

Cambio climático, imagen de Freepik


Seguramente, algunas personas pueden alegar que las inundaciones, el incremento en la intensidad de las tormentas o algún otro evento extremo son estadísticamente probables; pero ya son más frecuentes y se manifiestan de manera generalizada en el planeta indicando que pudiera ser algo precisamente global causado por las actividades humanas del último siglo. Desde mi perspectiva, es el uso indiscriminado de la energía fósil que está cambiando la composición de la atmósfera y con ello nuestro clima.
Con la intensión de cambiar la situación, tanto urgente como de largo plazo, se están poniendo en funcionamiento diversas medidas en diferentes regiones. Cada propuesta puede estar pensada para un contexto socioambiental específico y con acciones diferenciadas. Para saber si estas acciones son las adecuadas es imprescindible medir su desempeño. Esta medición debe ser tal que verdaderamente brinde elementos para evaluar el desempeño de las acciones que se proponen. No pueden ser indicadores para salir del paso, sino que requieren de un proceso de análisis crítico de lo que se desea, y que requiere de una honestidad por parte de las personas que proponen las acciones o medidas. En muchas ocasiones las personas que proponen estos indicadores son las mismas que proponen las medidas. En esta situación se debe buscar el máximo desempeño en lugar de buscar una evaluación de medianía.
Donella Meadows en su libro “Thinking in Systems” alerta sobre el uso de indicadores que conducen a un bajo desempeño para satisfacer a las mayorías en lugar de buscar el máximo desempeño para conducir al bienestar de los comunes a largo plazo. La idea de contar con indicadores cuantificables y comparables conduce a una posible evaluación objetiva por parte de las personas involucradas. En este sentido, Elinor Ostrom, en “Governing the Commons” también enfatiza que la información es fundamental para actuar y evaluar las propuestas instrumentadas. Así es necesario, que estos indicadores sean compartidos con la población en general.  
Normalmente, la información se genera y puede ser analizada por personas entrenadas, quienes deben tener la visión y el compromiso de compartirla y promover la apropiación de esa información por parte de las más amplias comunidades. 
La idea de compartir la información en conferencias periódicas sobre la pandemia de la COVID-19, en principio, es importante; sin embargo, como ya se ha mencionado la selección de los indicadores debe ser rigurosa y comprometida con la evaluación del desempeño en lugar de obedecer a esquemas que se presten a interpretaciones subjetivas o encubridoras de limitaciones de las propuestas o acciones.
Con estas ideas en mente, Meadows alerta sobre la necesidad de buscar el beneficio a largo plazo en lugar de argumentar bondades inmediatas o de encubrir bajos desempeños.
Desde mi punto de vista, en cuanto al manejo de la crisis de salud provocada por la COVID-19, los indicadores que se pueden construir para nuestro país están disponibles, pero tienen limitada cobertura por el hecho de limitar las pruebas. Sin embargo, un dato muy duro son las muertes en exceso que claramente indican hay un manejo enfocado a mantener el número de camas disponibles para tratamiento en lugar de haber sido dirigido a minimizar las pérdidas de vida.
En cuanto al cambio climático, el indicador de uso de fuentes renovables es un dato revelador, pero la información de la distribución en el uso de la energía per cápita es realmente una herramienta que nos conduciría a definir estrategias diferenciadas para los diferentes grupos poblacionales. Estas distribuciones en el uso de la energía indicarían que hay regiones y grupos poblacionales que deben urgentemente disminuir su uso irracional de energía y otras regiones o grupos a los que se les debe otorgar el acceso a una energía de calidad y suficiente para su bienestar.
De esta manera, es imperioso, primeramente, construir conjuntos de indicadores que nos conduzcan al mejor desempeño y, segundo, con el detalle para definir estrategias diferenciadas para construir el bienestar social.


Este artículo fue publicado el día 28 de julio en el periódico la Unión de Morelos

miércoles, 21 de julio de 2021

La COVID-19 nos ha enseñado de flexibilidad

En nuestro país estamos en la fase de ascenso de otra ola de la COVID-19 y la desesperación que ha provocado tanto en los ámbitos económicos como políticos está causando una apertura precipitada de las actividades en nuestra sociedad. Las predicciones de la CEPAL para la región latinoamericana prevén un crecimiento del PIB en 5.2 % y 2.9 % en este año y en el que viene, después de una caída de 6.8 % en el año 2020. 
También preocupante es el hecho que en la región tendremos la cuarta parte de la población por debajo de lo que se llama ingreso bajo para satisfacer sus necesidades.  Por otro lado, estamos enfrentando los primeros cambios globales en nuestro clima causados por el uso desmedido de los combustibles fósiles para satisfacer las demanda energética. La densidad energética y la portabilidad de los combustibles fósiles han posibilitado su despilfarro en muchas regiones en el mundo. También la posibilidad de centralización de la generación de energía ha ocasionado distribuciones inequitativas de la energía; así, podemos encontrar regiones donde para producir una unidad de riqueza, digamos producto interno bruto, se usa el doble o el triple de energía. En particular, nuestros países en la región iberoamericana la mayoría de la población todavía no cuenta con la calidad en accesibilidad de energía y mucho menos con fuentes de energía renovables. Es cierto que en algunas regiones, el diseño de las políticas públicas apuntan en la dirección correcta y el fomento a las fuentes renovables es decidido, en cambio en otros países, incluyendo México, esta situación no es la adecuada y por lo tanto requerimos impulsar las demandas sociales para construir alternativas sustentables.
Por estas razones, se requiere una transición energética que apunte a resolver la crisis climática al mismo tiempo que aporte lo necesario para que la población iberoamericana consiga tener recursos para conseguir un bienestar social.
Es fundamental construir redes de capacidades para generar innovación desde las raíces de la sociedad. Esta acción es esencial, las construcciones del bienestar social pasan por el criterio de sustentabilidad considerando cuatro dimensiones: naturaleza, economía, sociedad e institucional, y para ello es necesario amalgamar el conocimiento científico global con el conocimiento local para conformar soluciones en concordancia con las capacidades sociales y naturales de las diferentes regiones.
Por supuesto, estos retos generan a su vez interrogantes de frontera en todas las ciencias, y un enfoque de ciencia ciudadana en el más amplio sentido del concepto. El fomento a la investigación multidisciplinaria que involucre a la población en el diseño y adopción de tecnologías codiseñadas con la población acorde a cada lugar es una acción que puede ser retomada por las universidades o instituciones de investigación. Es importante comentar que el diseño normativo y de políticas pública deben apuntar hacia la apropiación social del paradigma de la sustentabilidad. Estas acciones deben estar inmersas en estrategias con miras diferentes a las que han permeado en el siglo pasado, hoy el enfoque participativo y las consideraciones ambientales exigen que se construyan tecnologías que contemplen el ciclo de vida completo de los productos o servicios generados. La necesidad de incorporar a las mujeres en el diseño y la construcción de esta transición energética es una acción primordial para hacerla justa y sustentable. Las demandas de conocimiento de frontera en tópicos de materiales o química o diversos procesos para que adquieran el adjetivo de verde están siendo las demandas de la sociedad.
Para ello las instituciones de educación superior y de investigación tienen el reto de aportar los talentos necesarios y suficientes para que, además de conocer las diferentes tecnologías conozcan de las formas para colaborar con la población de cada región y con ello construir las soluciones energéticas para que se satisfagan sus necesidades con energía renovable minimizando las afectaciones al entorno natural y social. Es primordial que desde las universidades se contribuya a romper el modelo centralista de generación de energía, ya que las fuentes renovables de energía posibilitan, precisamente, la generación distribuida y con ello apuntan a la democratización de la energía. La democratización de la energía se puede concebir como el proceso de desarrollo de las instituciones sociales que conducen al fortalecimiento de la sociedad civil para disminuir las desigualdades en el uso de la energía con un enfoque de minimización de los impactos negativos para el entorno natural.
Aquí es importante mencionar, que una visión desde los sistemas complejos es muy importante para entender primero estos  procesos no lineales y después actuar para modificar las tendencias a las distribuciones paretianas inequitativas que se desarrollan en estos sistemas. En este sentido, la emisión de subastas deben incluir, desde su diseño, la opinión y la colaboración de la población a la que abastecerán o intervendrán. Sí, desde el diseño, es imprescindible involucrar a la población y esto tiene que continuar de una forma de apropiación social de la tecnología  y conducir a una colaboración informada por parte de las diferentes poblaciones después.
Notemos que la fuentes renovables no solo posibilitan la flexibilidad en la matriz de generación de energía, al considerar las diferentes fuentes renovables o no, sino que permiten la flexibilidad que el uso del conocimiento de la localidad puede dar a la demanda de energía y con ello disminuir los posibles conflictos entre las fuentes variables y la demanda sin conocimiento. Las universidades, desde su posición privilegiada en torno al conocimiento científico, tienen la obligación de asegurar el buen funcionamiento y uso de la tecnología energética mediante su participación en el establecimiento de normas para los productos o servicios relacionados con las fuentes renovables de energía. Además estas normas deben proteger a las personas y a las otras especies de posibles efectos negativos.
La innovación tecnológica y social es otro aspecto donde las universidades tienen un papel relevante al formar talento que responda a estos retos donde la multidisciplina y el trabajo colaborativo son necesarios. En este sentido, las personas que egresen de nuestras instituciones deben ser capaces de construir empresas energéticas que respondan a las necesidades locales. Las instituciones de educación superior deben ser un ejemplo en el uso eficiente y en la generación distribuida de energía para mostrar las bondades que hoy en día dan estas tecnologías. Las universidades o instituciones de investigación de la región han mostrado su capacidad para construir conocimiento y formar talento; sin embargo el reto ahora es flexibilizar este talento para que sea capaz de colaborar y construir soluciones diferenciadas para la diversidad de entornos sociales y ambientales locales.
La preparación de tecnologías que posibiliten la transición energética a un sistema distribuido donde la energía se genere, almacene y administre en el sitio de uso es un factor que permitirá que tanto las organizaciones sociales o empresariales como a las personas, en lo individual, tengan acceso a la energía de calidad necesaria y que provenga de fuentes renovables. Debemos prepararnos para hacer flexibles nuestras necesidades energéticas entre otras si deseamos que nuestra huella no afecte las posibilidades del bienestar de otras personas o especies.
La COVID-19 nos mostrado que podemos ser flexibles, ahora seamos flexibles con conocimiento.

Este texto es parte de mi contribución al foro "La transición energética para un desarrollo sostenible en Iberoamérica: respuestas desde la ciencia, tecnología y la innovación". Una versión resumida de este artículo fue publicada el día 21 de junio en el periódico la Unión de Morelos.