miércoles, 20 de noviembre de 2013

Una real transición energética

Hoy en día se discute la llamada Reforma Energética en nuestro país, sin embargo como ya hemos mencionado la propuesta es una reforma a la condición actual de explotar los hidrocarburos. La reforma como se propone parece tener un objetivo a corto plazo, digamos unos 20 años, para explotar los yacimientos de hidrocarburos en el menor plazo posible e impulsar la economía. Sin embargo, tenemos más de 30 años con esta estrategia y no ha dado resultado, tenemos un país donde la pobreza impera y el agotamiento de los recursos naturales es aterrador.
Recientemente leí un artículo sobre la transición energética mundial que me motiva en insistir en promover una real transición energética en nuestro país.
Primeramente es importante considerar que la producción mundial de petróleo ha sido, básicamente constante durante los últimos años. Aunque algunos yacimientos declinan de forma irreversible (por ejemplo, Cantarel), mientras que otros, principalmente en Estados Unidos, están experimentando un verdadero renacimiento en la producción de petróleo líquidos debido a la explotación de yacimientos bituminosos. La producción de gas natural está aumentando en todo el mundo, especialmente en algunas regiones del mundo la explotación de los llamados recursos shale gas. La producción de carbón está creciendo rápidamente. En general, la producción de energía a partir de hidrocarburos parece todavía crecer, a pesar de que claramente la capacidad de la Tierra para absorber los productos de la combustión de hidrocarburos es limitada. La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ha llegado a 400 partes por millón (ppm), un valor de lo más alto en los últimos millones de años. Además del calentamiento de la atmósfera generada por el efecto invernadero, hay varias consecuencias negativas de este aumento de la concentración de CO2: acidificación de los océanos, el aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos y otros más. Posiblemente el más preocupante de estos efectos es la liberación del metano atrapado en el permafrost y en los hidratos de aguas profundas que acelerarán aún más las tendencias negativas con efectos verdaderamente catastróficos.
De las posibles soluciones energéticas está la energía nuclear, pero presenta considerables dificultades. La última década ha visto un renacimiento en la construcción de nuevas plantas, aunque todavía en número insuficiente para reemplazar las plantas en retiro. Esta tendencia se interrumpió con el accidente de Fukushima del 2011. En la actualidad, la producción de energía nuclear en todo el mundo está disminuyendo, aunque algunas empresas nucleares desean instalar algunas en países en desarrollo con necesidades energéticas más apremiantes y gobiernos no exigentes.
Hacia la estrategia de sustentabilidad energética, vemos una tendencia hacia una mayor eficiencia en la producción y los usos finales de la energía. Estrategia particularmente evidente en el sector residencial, con edificios que reducen el consumo de energía mediante un mejor aislamiento, calefacción solar pasiva, enfriamiento evaporativo, iluminación de alta eficiencia y otras acciones bioclimáticas. Este tipo de estrategias comprende también el transporte con vehículos híbridos y eléctricos. Estos últimos en conjunción con carga eléctrica proveniente de fuentes renovables. También existen acciones para mejorar el transporte público hacia uno eficiente y de calidad.
El gobierno mexicano como el de muchos otros países, anuncia que: la “transición energética” está en marcha. Estamos frente tiempos cada vez más difíciles y el mantener el sistema de suministro energético actual, basado en los combustibles fósiles, no parece tener el futuro que se veía hace unos cincuenta años. Los efectos combinados de agotamiento de los recursos y del cambio climático están empujando a la humanidad en el sentido de sustituir los combustibles fósiles por formas más limpias y más equitativas de suministro de energía. Existen cuentas alegres sobre la disponibilidad energética, pero la tarea no es fácil.


Aerobomba en la península de Yucatán, eran comunes hace algunos años, pueden volver.

Por ejemplo, se ha estimado que la superficie de tierra necesaria para la sustitución completa de los combustibles fósiles por un combinación de energías renovables (por ejemplo de energías eólica y solar) sería del orden de 0.5 % del total, que es del mismo orden de magnitud de la actual huella de las estructuras hechas por la humanidad. Es decir necesitaríamos construir instalaciones en extensiones de tierra del mismo tamaño de las que ya hemos construido. Dada esta limitación y a la dispersión de las fuentes renovables de energía, insisto en proponer el uso de las mismas edificaciones que hemos construido para, sobre ellas, instalar dispositivos para el aprovechamiento de la energía solar o eólica. Es decir, el cubrir los techos de las edificaciones con dispositivos solares y eólicos, claramente, disminuiría la demanda de suelo y disminuirá significativamente la demanda energética proveniente de los hidrocarburos. De aquí la necesidad de realizar investigación y desarrollo tecnológico para crear nuevas formas de aprovechamiento de las energías renovables que sustenten la vida como la conocemos y realmente promuevan el bienestar social.
Desde mi punto de vista, la implantación de calentadores solares, sistemas fotovoltaicos, generadores eólicos o aerobombas sobre las edificaciones actuales es una estrategia a impulsar para disminuir la producción de bióxido de carbono y el impacto negativo ambiental que actualmente se hace al quemar los hidrocarburos. Esta es una acción que todos podemos propiciar y que está en nuestras manos implantar.
Propiciemos una real transición energética desde las raíces de la sociedad, incorporemos a los dispositivos que aprovechan las fuentes renovables de energía en nuestra vida cotidiana.
Una versión resumida de este artículo fue publicado el día 20 de Noviembre

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